viernes, 24 de abril de 2015

LAS COSAS IMPORTANTES DE LA VIDA

Siempre me maravilló la diversidad del ser humano y últimamente le doy vueltas a las cosas que se convierten en el centro de la existencia para algunas personas. 

Aceptamos que alguien convierta en el eje de su vida a sus hijos, su profesión, su vocación, su pasión, su carrera política.. Solemos entender con facilidad que se dedique la existencia a lo que reporta algún tipo de beneficio, aun a costa de lo demás..

..pero hoy me ronda la cabeza el fenómeno de la cantidad de gente que renuncia a todo por algo que no le da ganancia ni interés; por un hobby, por una afición, .. por aquellas cosas que a otros nos parecerían minúsculas naderías sin importancia y que a él o ella se le hacen nucleares y fundamentales, y sin las que no sabría vivir (Ni sabe cómo pueden hacerlo los demás).

Esa señora que hace de su gato la esencia de su vida. Ese culturista vigoréxico. Ese gourmet de los puros. Ese hincha que no comprende cómo no es para cualquiera tan importante como es para él el fútbol y sus colores. Ese con sus miniaturas, eso otro con sus puzles, aquel con sus crucigramas. Ese bloguero que dedica horas esperando que le lean. Esa vecina que dedica sus días a sus geranios como si no hubiera otra cosa en el mundo. Ese cinéfilo empedernido. Ese cofrade implicado en su Semana Santa. Esa cotilla y sus temas sinsustancia (para los demás). Ese connoisseur de mil platos japoneses. Ese catador de whiskies. Ese experto en botánica cuantica. Ese coleccionista con su recopilación de calendarios con la que viaja por todas las ferias y a la que dedica todo su patrimonio. Ese vecino que se ofrece para presidente de la Comunidad y dedica cada segundo de su existencia al desempeño de ese cargo. Ese ciclista. Ese  ratón de biblioteca que investiga sin más motor que su curiosidad personal la historia de su apellido o la de su pueblo. Ese que centra sus días en tocar un instrumento extraño. Ese montañero. Ese aficionado al tunning que se deja mes tras mes su sueldo en faldones y mejoras. Ese peñísta con las fiestas de su pueblo que prepara durante todo el año. Ese miembro de una charanga con su actuación de estos carnavales. Ese tuno. Ese que no se pierde un capítulo de su serie favorita, que entra en todos los foros sobre ella, que viaja a los encuentros de fans. Ese seguidor de Bruce Springsteen. Ese motero, ese cazador, ese runner, ese hipster, esa fashion victim..

Todos necesitamos alguna. Son sanas distracciones. Una vez un viejo amigo me dijo que envidiaba a los que tenían un hobby y que quería tener uno como tenía todo el mundo pero que no se le ocurría ninguno. El problema es cuando se escapan de nuestro control. Porque el ser humano es digno de estudio (Y en esto más la modalidad hispánica). No sabemos ser meros aficionados. O somos fanáticos o no somos. No somos simples jugadores de mus. Somos los mejores jugando con amarracos o nada. Llevamos nuestras aficiones al grado de pasiones. Nos consumen y obsesionan. Las damos todo nuestro tiempo y energías. Dejamos que ellas se conviertan en nosotros. Nos convertimos en ellas. Solo somos en la medida que las vivimos. Luego lo llamamos tener personalidad y nos contentamos con ello en lugar de darle el tratamiento contra la adicción que requieren. Lo llamamos diferenciarnos. Ser nosotros mismos. Canto absurdo a la individualidad. Tendemos a medir a los demás por nuestros propios intereses. A juzgarles como malos o buenos, como de los nuestros o de los otros.. por su afinidad con nuestras ocupaciones. No entendemos que otro no se tome tan en serio lo que para nosotros es importante. Somos todos unos frikis de algo, unos obsesionados con algún tema. Y tendemos al proselitismo. A no comprender como puede ser que los demás no se impliquen tanto como nosotros. Y si no, los miramos como bichos raros.

No sé si se trata de refugios para nuestras miseras existencias o simplemente hobbies en los que se nos ha ido la mano. No sé si nuestras reacciones hacia los demás respecto a ellas son defensivas o estamos reafirmándonos al tenerlas tan agresivas e invasivas. Porque lo son. Basta atender a veces a las conversaciones en los bares. Basta fijarse como te miran varios de ellos si dudas de sus motivos para su pasión. Discutimos, nos enfadamos, levantamos la voz y perdemos las formas y el control... y resulta que hablábamos de superheroes de cómic. En los casos más graves se manifiestan incluso como complejos de superioridad según los cuales no estás a su nivel si no compartes ese gusto o afición.

Lo que sé es que estamos construyendo un modelo de relaciones sociales competitivo hasta en esto de a qué dedicas el tiempo libre (Y eso es porque en muchas ocasiones invade el resto de la esfera vital de la persona). 

Ya ves. Problemas del primer mundo.

Y ya.