martes, 9 de abril de 2024

LOS PRESCRIPTORES

 

Nadamos en datos hasta ahogarnos y a menudo no valen de nada. Se han convertido en objeto de deseo y son un engaño. Se nos repite el mantra de que una decisión no basada en datos no es objetiva ¿Y qué si no lo es mientras sea correcta y justa? Me fío mil veces más de la impresión de un alma tranquila y en paz con su conciencia, del sentido común de un sabio, de la temperancia de un colegio de hombres buenos, del parecer de un honrado.. que de mil encuestas.

Nos seguimos chocando contra el muro de nuestro error. Los datos han demostrado mil veces ser equivocados, interesados y manipuladores. Excusas de quienes quieren manejarnos. Respaldo únicamente de tesis decididas de antemano, buscados en las minas de los suyos evitando las vetas que llevaran en otra dirección. Los datos son fríos y solo sirven a hipótesis tan anteriormente formuladas como previamente decididas como verdaderas.

No todo es ciencia exacta y menos en lo social, en lo público, en lo político.. Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía. Y para formarnos opiniones no es necesario recopilar pruebas como en un experimento de laboratorio, ni recoger muestras, ni hacer repeticiones. Perdemos el tiempo y el dinero en estudios que arrojan conclusiones a las que habría llegado antes una persona de inteligencia media y las damos más valor por el hecho de que así las consideramos respaldadas por la verdad y la estadística como si el sentido común no fuera respaldo suficiente. Las máquinas que manejan datos a velocidades que nunca podrá el hombre se enseñorean. La cultura del Big Data nos envuelve. Hemos caído en nuestra propia trampa. Lo que construimos para servirnos se ha terminado convirtiendo en nuestro amo. Vivimos para dar de comer a consultoras que nos mienten reforzándose en datos y cifras con que aparentar mayor volumen de trabajo y justificar así sus honorarios.

Oigamos lo que tenga que decir el sabio, el experimentado, el cabal, el experto. Dejémonos guiar en aquellos campos en los que no sabemos. Busquemos la opinión de los honestos para formar la nuestra. Siempre será mejor la idea que nos exponga alguien desde la calidad humana y la bondad, desde la templanza, la moderación, la piedad, la empatía y el desinterés, que las olas de datos para respaldar una teoría.

Si encuentras a estos hombres no dejes que escapen de tu lado. Cuida al honrado, mantenlo cerca para que te guíe y te sirva de ejemplo. Ese debe ser tu prescriptor y tu modelo. Ellos deberían gobernarnos.. 

Y ya.

lunes, 25 de marzo de 2024

A VECES ME ECHO A UN LADO DEL CAMINO

 

Descubrí hace tiempo el placer que me produce conducir sin prisas mi moto sin un destino demasiado cerrado, sin planes rígidos. Parar cuando estoy cansado, comer cuando tengo hambre, seguir si me apetece,.. Abrir mi casco para dejar entrar el aire, y los perfumes del bosque que atravieso, rodar despacio, disfrutar del frío. Me gusta oír los pensamientos en los que ocupo mi cabeza y me abstraigo del sonido del motor. A veces son sensaciones intensas, íntimas. Surgen ideas que no quiero perder y me echo a la vera del camino para que no se me olviden.

Ayer me descubrí despidiéndome de cosas y paisajes conocidos como si fuera a ser la última vez que los viera. Y no era un pensamiento triste sino agradecido. Satisfecho de haberlos hecho míos aun por un momento mientras pasaron por mi existencia. Sin lamento si ya no volviera nunca más a ellos. Tampoco era presagio fúnebre de nada, era solo plenitud, alegría y gratitud por haberlos visto alguna vez.

Lamento, eso si, no haber podido tomar cada uno de los millones de caminos laterales que llevaban a mil lugares que no he conocido y nunca conoceré. No haber subido aquella carretera que veo irse a mi izquierda ladera arriba y no se donde lleva, no haber abrazado cada árbol ni haber superado cada río pasando por los miles de puentes de piedra que nunca he visto ni veré. Quedan mil lugares que visitar y cimas a las que ya no subiré nunca y veo en el horizonte ofrecidas a un cuerpo más joven que ya no tengo. Lamento ser limitado y finito pero no lamento no ser eterno. 

Me pregunto por las vidas que se viven en cada casa de los pueblos por los que paso, por los animales del bosque a los que no oigo pero sé que están ahí, por quién arregla el camino para que yo pueda pasar por él, por cómo pasa el invierno la gente que me es lejana. Y pienso en las tragedias cotidianas que suceden a mi paso y en las heroicidades y en las felicidades. Y pienso que si eso pienso de los caminos que recorro en mi país, qué será de otros mundos distantes, otras culturas otras naciones.

Me agrada esta sensación de cosa hecha. No es triste aunque sea una despedida. Agradezco cada segundo de conciencia que me fue dado hasta ahora. Esos años de vida, y los que me queden, que me fueron regalados para ver el mundo y que morirán conmigo, son un don infinito para el que no tendré gratitud suficiente nunca. Las rocas existirán cuando yo no esté pero ellas nunca sabrán que estuvieron.

Saber que existo es el milagro. Que la luz entre por mis ojos y llegue a mi comprensión la forma y dimensiones de las cosas, que mis oídos conviertan las ondas de sonido en voces de personas que me hablan y cuyas vidas reconozco, que algo archive hasta mi muerte en alguna forma que no comprendo el recuerdo de los olores.

Y ya.

viernes, 15 de marzo de 2024

PLANOS (ENCUADRES DE CÁMARA)

 

PLANO ENTERO

PLANO MEDIO

PRIMER PLANO

PRIMERÍSMO PRIMER PLANO

PLANO AMERICANO

PLANO GENERAL

GRAN PLANO GENERAL


PLANO FRAME (O ENMARCADO)

PLANO PICADO


PLANO CONTRAPICADO

PLANO FRONTAL

PLANO DORSAL

PLANO LATERAL

PLANO INDIRECTO

PLANO-CONTRAPLANO

PLANO ESCORZADO

martes, 20 de febrero de 2024

SE LLAMABA RAÚL Y NO LLEGUÉ A CONOCERLO

 

Hoy se cumplen 30 años.

30 años de una noche en que llegué de madrugada a casa de mis padres, donde vivía todavía. La noche se había torcido y lo que iban a ser unas copas con los colegas acabó en tragedia.
Estaba un poco en shock. Tanto que no era consciente de que lo estaba.
Aún recuerdo la cara de mi madre mirándome horrorizada. Yo no sabía por qué.
- ¿Qué ha pasado?- dijo asustada.
- ¿Cómo sabes que ha pasado algo?
Ella me señaló a los pantalones y en ese momento los miré y entendí todo. Estaban encharcados de sangre.
- No es mía -. solo acerté a decir antes de derrumbarme en una de las sillas del salón.
Esa noche habían matado a un desconocido a pocos metros de donde yo estaba. Se llamaba Raúl. Luego lo supe.

Recuerdo como si fuera ayer el horrible sonido de fuelle del aire saliendo por la cuchillada en sus pulmones. Y lo recuerdo porque yo estuve allí, de rodillas, a su lado, intentando inútilmente tapar la gran herida por la que se le iba la vida. Junto a otros desconocidos tratábamos de mantenerlo vivo hasta que llegara la ambulancia. Pero se nos fue mientras lo intentábamos.

Por desgracia no era la primera vez que alguien moría en mis brazos.

También recuerdo, como un detalle fuera de lugar, que pensé en su dignidad. Pensé en que aquel chaval desconocido seguro que no pensaba que fuera a morir aquella noche. Ni así -Ni de ningún modo. Con veinte años todos somos inmortales-, rodeado de un corro de curiosos. Y recuerdo que le tapé una de sus heridas más graves con una prenda que llevaba. No sabía quien era, pero no se merecía que lo viéramos de aquella manera en aquel instante.

Al día siguiente lo escribí todo para recordarlo siempre. No quería dejar que aquellas sensaciones tan intensas se fueran. Leí la noticia en los periódicos como si se tratara de algo ajeno que no hubiera vivido en directo. Había muerto intentando evitar un robo. Una semana después, en el programa de radio en el que tenía un espacio lo relaté. Como un exorcismo. Obligándome en espera de algún efecto catártico. Buscando algún tipo de desbloqueo o una espita que al abrirse me aliviara el pecho lleno de tristeza. Aquel año escribí mi primer libro. Uno de los capítulos rememora aquella noche.

Por ahora tendría mi edad o algo menos, y podría haber sido feliz, tenido una familia, hijos, alegrías, una vida. Pero se apagó ante mi en aquella acera mientras yo lo miraba impotente. Una noche como esta hoy hace 30 años. Se llamaba Raúl. Luego lo supe.

Y ya.

domingo, 28 de enero de 2024

ASOCIACION DE NO ASOCIABLES

"Comfortable chairs, the latest periodicals,
 & the most unsociable and unclubbable men in town."

El intérprete griego
Arthur Conan Doyle.

En el "Reform club" estaba prohibido dirigir la palabra a los demás socios así que, como veis, la idea original no es mía. Cuando el protagonista de la vuelta al mundo más famosa de la literatura iba a leer el periódico a su lugar favorito de Londres esperaba estar rodeado de iguales; Caballeros que no le molestaran con sus cuitas y sus conversaciones. Lo mismo buscaba Mycroft Holmes, el hermano de Sherlock, que eligió como rincón favorito de la metrópolis el "Club Diógenes" precisamente porque contaba con una sala a la que llamaban "del silencio", en la que estaba seguro de no ser importunado. Las reglas eran muy estrictas al respecto. La escena final de "Memorias de Africa" subraya, para acentuar el reconocimiento de los hombres del lugar a Karen Blixen, cómo estos rompen su silencio en el bar del Club, e interrumpen por unos segundos sus asociales interrelaciones silenciosas y lecturas aisladas, para levantar su copa por ella antes de volver a sus ensimismamientos de nuevo. Estos británicos tendrán lo que quieras pero al menos se visten para cenar y en este sentido nos dan cien vueltas. Nada consideran mayor pecado que interrumpir los pensamientos de otra persona.

Porque vengo a proponer ante sus señorías la creación de una "Asociación de sociópatas de libro" o "Sociedad de asociales". Sugiero llamarlo "Club de los lectores muertos" en homenaje a la película. O "Cartujos laicos". ¿Puede haber acaso algo más bonito que una fila de motoristas que llegan a un sitio, desmontan, entran en el bar de carretera sin hablarse, se piden cada uno su cerveza y siguen ruta sin haber cruzado una palabra en todo el proceso? ¿Algo más hermoso que el silencio cómplice del grupo de pescadores que no tiene nada que decirse salvo lo que se dicen con el hecho mismo de sentarse uno junto al otro sin palabras? ¿Visión más perfecta que la de tres amigos sentados mirando a la plaza con su vino de la mano viendo pasar la vida y la belleza y compartiendo el momento? ¿Imagen más cívica que la de dos lectores que se ignoran entre ellos como si estuvieran solos cada uno en su isla? Si señores, en mi opinión a veces la compañía callada es la mejor compañía.

Seguramente desde fuera se pueda ver como algo contrario a lo que llamaríamos un grupo de amigos y sin embargo lo son. Ya se que es algo que mucha gente no entiende, y que cree que la comunicación es indispensable elemento de las relaciones sociales, yo también lo pienso. La cuestión es la cantidad de comunicación. Muchas veces es más completo un simple asentimiento con la cabeza como gesto de aceptación de una invitación a otra ronda, que mil líneas de diálogo vacío y meramente formal que sólo tienen como finalidad cubrir el trámite de la cortesía aceptada por regla de convivencia sin desearla realmente. Hay quien le tiene ese horror al vacío. La comunicación está sobrevalorada y algunos echamos de menos los espacios de camaradería callada que esta idea viene a cubrir.

Lo primero que haremos será insonorizar nuestra sede para que ningún ruido del exterior entre en nuestros dominios alterando la quietud y paz de las almas de los socios. Contrataremos a camareros que firmen una clausula de silencio absoluto, mimos o intérpretes de lenguaje de signos, mudos o amputados de lengua. Luego pondremos a la entrada un gran cartel con las normas del club enmarcadas en roble tallado, estará junto al poste al que se atará a los infractores para las flagelaciones (Habrá pena de 20 azotes -que se doblarán si grita al recibirlos- para quien deje que le suene el móvil por olvidar haberlo puesto en silencio. Y muerte horrenda para quien mantenga conversaciones telefónicas audibles por terceros). El tono del aviso será claramente admonitorio y amenazante para que las cosas queden bien claritas desde el principio. No queremos confusiones. Estarán prohibidas las palabras habladas, incluso todo saludo por gutural que sea que supere los 5 decibelios y no consista en simplemente levantar las cejas. El diálogo estará proscrito y se perseguirá con saña por la policía del mutismo. Se considerará prohibida cualquier clase de interacción que exija sonido. En la sala de fumar solo se oirá el crepitar de la chimenea y el frufrú de nuestros smokings. Adquiriremos por mucho que cueste el único billar del mundo cuyas bolas choquen sin ruido. Este no será lugar para negocios ni tertulias, para conspiraciones ni debates. Que para eso hay otros. Este será nuestro refugio y nos cruzaremos por sus pasillos sin dirigirnos jamás la palabra.

No es esta una oda al silencio en general, ni un elegía a los callados como seres superiores situados por encima a los habladores (que lo son, pero ese es otro tema). No se trata de una lucha entre extrovertidos e introvertidos, sino un gueto buscado conscientemente, una reivindicación para un espacio para los momentos en que apetece estar solo sin estarlo. La comunicación es necesaria pero igual que tiene sus foros y templos hace falta uno que nos reservemos los que lo amamos para adorar al dios callado.

Y ya.