miércoles, 3 de agosto de 2016

LA NOCHE EN QUE SE PARTIERON EL CULO DE LA HUMANIDAD

Ya hemos hablado en este mismo blog en ocasiones anteriores de aquella maravillosa noche en que animados por unas copas de más tres de los mayores bromistas del siglo pasado apostaron a ver quien generaba el mayor rumor falso. Una vez más funcionó, aquel 12 de Diciembre de 1909, el famoso "A que no hay huevos para...", cuando Lord Percival Lovat (que ya se hiciera conocido por inventarse años antes la inocua aspirina que tiempo más tarde se descubriera no había estado sirviendo para nada) propuso a sus invitados tras una copiosa cena bañada en orujo de las tierras altas el reto de ver quien era capaz de inventarse la ocurrencia que trajera las consecuencias más duraderas y absurdas. Lady Highsmith y Sir Robert Duvall recogieron el guante y surgieron de esa tormenta de ideas algunas de las más aberrantes bombas de hoax. Los conjurados, bajo la cobertura del secreto que se juramentaron mutuamente, parieron las que ahora conocemos como falsas costumbres y creencias aunque durante muchos años han estado plenamente vigentes. Hoy es sabido que la clave del éxito de aquellas bromas fue el compromiso de no desvelar nunca su origen etílico para que su inicio quedara en la bruma de la duda, lo que acrecentó su verosimilitud. También contribuyó el baño de veracidad que los tres dieron a sus respectivas iniciativas basándolas en argumentaciones científicas que, por peregrinas que parezcan hoy, fueron aceptadas sin rechistar por la pacata sociedad victoriana, heredadas sin el menor espíritu critico por las generaciones venideras y exportadas a los cuatro puntos del globo.

Sabemos ahora por las carcajadas que reflejó en su testamento el mismo Lord Percival Lovat cuando confesó su superchería que ni puta falta ha hecho durante más de un siglo el gorro de baño. Así mismo ya está superada la idea de que las mujeres cortan la mayonesa durante los días que tienen su menstruación, creencia asentada que debemos a la enferma mente de Lady Higsmith. Sin embargo más reciente ha sido el descubrimiento de que el impulso del rumor falso acerca de la necesidad de dos horas previas al baño para hacer correctamente la digestión sin peligro de cortes de la misma se debía a la maligna mente del conocido médico de la reina Sir Robert Duvall.

Pues si amigos, varias generaciones hemos estado guardando religiosamente tal descanso durante aquellas dos tediosas horas muchos años gracias a que Sir Robert tenía ganas de reírse esa noche. La comunidad científica avaló sin base alguna tal conclusión y no fueron pocos los médicos de familia como don Agapito que recomendaban esta práctica con fruición sin tener en cuenta la cantidad de diversión que han estado robando a los púberes todo este tiempo. 

Se han hecho cálculos (Hay gente pa to) y se ha derivado que el total de horas de baño y diversión impedida entre las 15:00 y las 17:00 a millones de niños y niñas durante las tardes de verano piscinero-playero en este periodo de confusión rondan la cifra de 17 millones. Un conocido bufete madrileño ya ha empezado acciones para aglutinar a los afectados con la intención de interponer conjuntamente una demanda multimillonaria contra los descendientes del graciosillo. Sin embargo, aduciendo no se qué pollas de derechos adquiridos, las asociaciones de veteranos socorristas y de antiguos guardas de piscina se han opuesto al verse salpicados por la que podría entenderse una actitud cómplice con el delito dada su anuencia durante todos estos años aun a sabiendas de que "no era pa tanto", como ha declarado su secretaria emérita doña Laura Postigo.

Nosotros por nuestra parte no podemos por menos que sumarnos a la corriente de consternación e indignación que tan bien encabezara y representara con sus palabras don Jaime del Vall y Usero, Conde de Velaqua, cuando, al enterarse de la noticia, no dudó en afirmar su postura con la interjección "¡Quegrandísimohijolagran..!" que ya se ha hecho viral en redes sociales en formato de hastag tuitero. Lo cual no quita para que nos quitemos el sombrero ante la perversidad divertida de aquellos tres grandes genios y envidiemos las risas que se han tenido que estar pegando a nuestra cuenta durante décadas.

Y ya.