jueves, 19 de febrero de 2015

A LA ESPAÑOLA: HOY..TRABAJO EN EQUIPO

Un jueves más acude a su cita semanal Ford Fairlane con esta sección recién estrenada hace unos meses dedicada a desmenuzar con acidez la forma en que los españoles hemos hecho nuestras particulares traducciones de conceptos avanzados en la mentalidad occidental pasándolos a nuestro idioma y forma de ver la vida. La idea que hoy analiza es la forma en la que hemos tergiversado la originaria concepción de TRABAJO EN EQUIPO hasta adecuarla a nuestra particular idiosincraisa.  

Os dejamos con él: 




"Pues no. No creo en el trabajo en equipo. No al menos en la parodia en la que lo hemos convertido los españoles. No en la ridícula traducción que hemos hecho de esta idea para que se adapte a nuestra conveniencia y forma de ser. 

Es curioso que una idea que nace para aumentar la eficacia y la efectividad en el ámbito que se aplique (educación, empresa, etc.) se haya convertido, gracias a nuestra óptica española, en algo que garantiza la inoperancia, la improductividad y la ineficacia. 

La concepción moderna de trabajo en equipo partía de la de reparto de tareas y especialización, así como de la aceptación de la jerarquía que eso comportaba. En un equipo de verdad (no uno a la española) cada uno hace su parte. Hay distintas funciones, alguien dirige (y lo hace sin miedo a hacerlo), asignación de responsabilidades y tareas, plazos, expertos en cada área, sentido del deber, de pertenencia, de objetivo común, motivación hacia un resultado claro al que dirigirse, exigencia Interna y externa), etc. 

Los españoles sin embargo hemos conseguido dar la vuelta a esta idea hasta convertirla en algo ridículo y hacerla perder su utilidad como herramienta e incumplir su finalidad última al bañarla de españolidad. Y así no. Con este nuevo invento que hemos creado no estoy de acuerdo. Así no creo en el trabajo en equipo. 

Si tu ves a españoles trabajando en equipo lo que ves es la aplicación de una extraña y errónea idea de la democracia. En este país de mediocres creemos que no puede/debe haber jefes, que nadie es más que yo, que si se le ha nombrado es por enchufe, que no me pueden exigir. Consideramos las reuniones de equipos de trabajo lugar donde practicar el deporte nacional: escucharse a sí mismo. 
Nos falta un gen democrático. Aún no nos llegamos a eso. Estamos varios pasos antes. No tenemos el hábito de escuchar al otro y valorar qué nos puede aportar su opinión, solo queremos hablar, oírnos, imponernos (Y si no, basta con repasar en qué consisten los programas de televisión que más nos gustan -las audiencias dixit- o un pleno cualquiera del Congreso de los Diputados. Lo que se prefiera.) No aguantamos la idea de que haya alguien mejor que nosotros en algo o simplemente esté por encima nuestro en el organigrama por reparto de funciones. 

Es este un país de cobardes en que tras la excusa del consenso y el asamblearismo se esconde el miedo a la toma de decisiones. Un lugar en que prima más el "que nadie me pueda a mí decir nada" antes que los resultados.  En el que la responsabilidad personal es un concepto que se conjuga con miedo pues se entiende como castigo si la cagas antes que reconocimiento si aciertas en la decisión valiente que adoptaste. 

Nos hemos pasado de demócratas. Tras años de hambre de democracia ahora nos hemos ido al otro extremo del péndulo y todo ha de ser aprobado por votación entre todos y a ser posible por consenso. Se nos dice que esa es la mejor forma de que una decisión se acepte y aplique pero sabemos que es falso. Las cosas no vienen bien a todos siempre, ni siempre se puede ir todo el mundo contento. Y las decisiones han de adoptarse. Y las medidas aplicarse.  

Ahora está de moda lo asambleario, la democracia horizontal en que nadie es más que nadie y todo el mundo cuenta para la más mínima decisión. En que todos los votos valen lo mismo y no hay diferencia entre expertos y profano. No se me ocurre sistema menos eficaz ni más inoperativo y generador de frustraciones. Forma más clara de huir de la responsabilidad en la toma de decisiones a través del bulto. La participación tiene su espacio, que no es tomar todas las decisiones. Una cosa es escuchar a todos los interesados y opiniones y otra es que cada persona haya de intervenir en el proceso de toma de cada decisión. 

"Tu argumento se vuelve cada vez más fascista" dirá un buen amigo. Otros me acusarán de culto al lider, de abogar por el despotismo ilustrado, de estar contra la voz del pueblo que quiere dirigir su destino.. 
Me limito a entender el sentido que un inglés, un alemán, un japonés o un norteamericano tienen del trabajo en equipo: "haz tu parte". 



Pongamos un ejemplo gráfico: la construcción de un texto. En cualquier lugar civilizado se encargaría del mismo un ponente (el que más supiera del tema) que pediría a los demás miembros del equipo que le enriquecieran con sus aportaciones. En nuestro país no. En España el grupo se sentaría ante una pizarra y empezaría por la primera frase. Y tras horas de debate sobre esta minucia en las que cada uno habría intervenido para dar su opinión sobre el uso del artículo indeterminado, la inserción de una coma, o dar un mitin en que proyectar sus frustraciones personales sobre la injusticia intrínseca que conlleva el machismo implícito en el uso del masculino genérico, nos bajaríamos a la cafetería a descansar un rato o nos iríamos a casa en la esperanza de que al día siguiente (en que se repetiría el proceso desde cero) estuviéramos más frescos (O lo que es peor terminaríamos aprobando un texto sin leerlo siquiera por cansancio, por peloteo, o por comodidad. La hora que es ya,..las prisas..). Lo importante no sería el contenido ni la forma del texto, sino habernos oído y que nuestra idea prevaleciera sobre las de los otros. Así funcionamos los españoles cuando estamos en grupo, así concebimos el Trabajo en Equipo. 

No creo que la Declaración de Independencia americana se redactara así. 

Y ya."

(Para abundar en el tema pincha aquí)

miércoles, 11 de febrero de 2015

AUTOINDULGENCIA


Natt Simmons es uno de esos tipos insoportables que, por alguna extraña razón que nadie se explica, vive la vida desde la desconsideración hacia los demás. Algo debió equivocarse en su educación cuando crío para tener tan perdido el sentido de la medida. Pertenece a ese subgénero que cree que las pautas que para los demás rigen no sirven para él. Y no es por desconocimiento de la norma, que no eximiría de su cumplimiento, pues la conoce, sino directamente por un extraño sentido de la autoindulgencia. Es como si considerara que a él le ha sido otorgado el derecho a saltársela por su cara bonita. Si no fuera porque me interesa por negocios hace tiempo que habría dejado de tratarme con él. No soporto a los maleducados.

Pero lo peor de Natt es que tiene un código propio, un momento, una clave, una señal, a partir de la cual ya se cree con derecho a ser maleducado. Algo que hace como auto consigna para dejarse llevar por su falta de educación hacia los que le rodeamos. Un gesto con el que se justifica ante si mismo y le permite ser el grosero que es. Una espita en su subconsciente. En cada entorno es una distinta, pero todas son reconocibles y en el fondo la misma. Algo que hace y a partir de lo cual ya puede ser el idiota que es como si se diera permiso a sí mismo. Como si avisara de antemano y con eso quedara todo ya explicado. Como si dijera ..ya se que voy a ser imbécil con lo que me dispongo a hacer, pero con esto se me perdona.

Para que me entendáis Natt es ese conductor que va delante de ti por la calle y de pronto te sorprende haciéndote frenar bruscamente y obligándote a dar un volantazo para sortearle. Tan campante simplemente enciende las luces de emergencia y estaciona en medio de la vía cerrando el paso y anulando un carril. ¡Y cree que es suficiente! ¡Lo cree sinceramente! Luego sale del coche y te mira como diciendo "He puesto las luces de aviso, así que...". Ese tipo de gentuza cree en serio que encender los cuatro intermitentes ya les justifica para hacer todo lo que quieran. Que con eso basta.

Es de esos que se cuela poniéndose en primera fila a codazos y piensa que con ir repartiéndolos mientras repite "paso, ..perdón,..un momento.., cuidado,..." ya es suficiente para que disculpes su estulticia. Un jeta, vamos.

A veces, mientras está hablando contigo, suena su celular. Natt sencillamente lo coge, contesta y te deja con la palabra en la boca. Mientras tú estabas hablando (respondiendo por ejemplo a una pregunta que él mismo me acababa de hacer como la última vez) se ha apartado a un lado para que no oigas su conversación y se ha limitado, como gesto de cortesía hacia ti debe creer, a levantarte ante las narices el índice con la cabeza girada a otro sitio. En su mente maleducada eso equivale a "perdona un momento que tengo algo más importante que hacer que seguir hablando contigo". Y cree en serio que con eso es suficiente.

Natt me saca de mis casillas cuando usa sus coletillas al hablar. Son esas frases que anuncian que a continuación viene un comentario completamente inapropiado y falto de tacto por su parte. Tiene muchas. Y con ellas delante de la frase idiota que viene luego se cree que puede decir lo que quiera; "Espero que no te moleste pero...", "No te ofendas si te digo que...", "Si quieres que te diga la verdad...", "Ya sabéis que yo soy muy directo así que diré que..", "Me vais a perdonar pero..", "Disculpa que me meta (que interrumpa, etc.)..", "Yo es que soy más de...", "A mi me gusta ser muy sincero y..", "a mi ya me conoces..", "Yo soy así de bruto..", "Como tu amigo te voy a decir que.."... 
Son sus particulares luces de warning en el lenguaje. Cree de verdad que una vez que las ha dicho ya puede decir sus estupideces sin consecuencias. Como si le dieran derecho a ser descortés y maleducado. Sin filtro. Lo que le venga a la boca. (Cuando le oigo decir una de ellas siempre pienso: "joder, pues no lo digas")

Esta mañana Natt tropezó con la horma de su zapato. Íbamos en su coche. Él manejaba. Hablaba por el teléfono a la vez. Al doblar una curva casi atropella al guardia que estaba dirigiendo el tráfico a falta de semáforo, que estaba temporalmente estropeado. La mirada del agente uniformado fue furibunda. Le instó a detenerse echándose a un lado. Natt seguía hablando con su interlocutor por el móvil mientras lo hacía. El policía no daba crédito.

- Apague el teléfono.-le conminó.

Natt, con el motor encendido y aún desde dentro del vehículo, sacó por la ventanilla su dedo huesudo y lo levantó ante el agente sin mirarlo siquiera. En esa postura se permitió seguir con la conversación un minuto más. Cuando acabó se lo guardó parsimoniosamente y ya se dirigió a él concediéndole la gracia de su atención.

- ¿Hay algún problema agente? -preguntó inocente.
- Le dije que apagara el teléfono hace un rato.
- Es que estaba en medio de un negocio, y ya sabe..lo primero es lo primero -contestó sonriendo de la manera más natural del mundo.

..Luego el poli ha dicho las palabras mágicas.. "Ah, perdone.." .. y a continuación, tras ello ha hecho algo como justificado por haberlas dicho..

...

...En este momento conduzco el coche de Natt. Él va a mi lado. Callado. Taciturno y enfurruñado. Como si no entendiera lo que le acaba de pasar. Como si la culpa fuera de otro. No entiende como un mero actor secundario de esa película que protagoniza a la que llama su vida le pueda haber hecho eso.
No puede conducir. Ha perdido de golpe todos los puntos que le quedaban en su carnet (que ya eran pocos). Y yo para mis adentros me voy riendo. 450 carcajadas. Exactamente las mismas que pavos de multa le han puesto al muy idiota.

¡Te jodes, por gilipollas!

Y ya.

martes, 3 de febrero de 2015

VIEJOS TEXTOS OLVIDADOS BAJO EL POLVO

Citando a todos los clásicos que se me ocurren...
Ya nunca serás el sueño que de ti tuviste. Aquel tú con el que soñaste no existe, no ha existido, no existirá. No te harán los años el favor de volver para un mejor provecho. No regresará la juventud de nuevo. Y de pronto se te hace este hecho consciente. No te engañas ya pensando que aún hay tiempo. Empieza la cuenta atrás y se van, lentamente pero fluyen, las fuerzas. Has pasado, definitivamente, la línea de la sombra y se te instala lentamente en los ojos la mirada de los hombres cuyo ecuador es superado y que saben que desde ahora ya se marchitan, y esperan con ansiedad ese algo que mientras es aguardado ya se ha ido –ha pasado sin ser visto- junto con la juventud, el vigor, la fantasía de las ilusiones.
Mas, ¿No eres en verdad quien quisiste ser?...¿deseaste realmente lo que decías desear o solo era una idea, una quimera, un sueño?. Eres el fruto de lo que inconscientemente querías. No habrías tenido valor para vivir la vida que decías querer.
No fuiste nunca al bosque de Thoreau (mas desengáñate él tampoco lo hizo realmente). Ya no vivirás temporadas en el infierno ni acompañarás a los trágicos poetas marinos a África a quemar tu juventud y tus pulmones, a curtirte en climas perdidos. Ya no nadarás salvaje ni triturarás la hierba, cazarás, fumarás ni beberás licores fuertes como el metal hirviente alrededor de las hogueras. Ya nunca compartirás mil lechos ni volverás con miembros de hierro -como no lo hizo quien lo escribiera-, ni la piel sombría ni el ojo furioso. No habrás sabido nunca ser de una raza fuerte, ni vago, ni brutal.. pues no estuvo nunca en tu sangre haberlo sido. Aquello hubiera requerido ese interés que envidias porque no tienes. Ese desapego de lo que tus actos y decisiones puedan afectar a alguien que no seas tú mismo. Esa desconsideración absoluta que solo posee quien tiene el don del egoísmo: los aventureros, los viajeros, los hombres de frontera, los montañeros.. los héroes a los que tu juventud envidió.
No te atormentes. No eres un cobarde. Tampoco un valiente. Eres lo que desde el principio fuiste: Un hombre. Sueñas, deseas, pero eres humano. Hay incoherencia entre las mil vidas que predicas haber perdido y la felicidad de la que tienes. En gran manera no tuviste elección. No has fracasado aunque no hayas cumplido aquellos sueños. Fueron buenos sueños. Y, si eres sincero contigo mismo, siempre supiste que solo eran eso. Tenías grabada desde nacer esa línea del destino en tu mano. Un dibujó preciso del futuro que se ha cumplido con absoluta exactitud. Tu juventud te hubiera metido en un buen lío si la hubieras hecho caso. La pasión es desdicha en muchos casos mientras que felicidad extrema en otros tantos. Tú preferiste la continua cotidianeidad de la felicidad tranquila y pausada. No elegiste nada. Eres lo que eres. Nunca hubo en ti la férrea voluntad de los héroes admirados que gritaban a sus nervios adelante cuando todo estaba perdido. Por suerte nunca tuviste que probar fortuna con ello. Nunca fuiste Aquiles ni estuviste dispuesto a morir en batalla a cambio de la gloria o del hambre por el Parnaso. Sin embargo y a pesar de esto, aunque ahora te puedas sentir frustrado en parte, eres un hombre de éxito. Has llegado a ser lo que ibas a ser, aquello que podías llegar a ser. Que no es poco. Ahora lo sabes, valoras esto en su justa medida y te das cuenta de su alcance. Quizás eso sea hacerse maduro. Nada fue nunca blanco o negro. Casi siempre elegiste el camino transitado, pero a veces cogiste el otro. Aunque dices que te hubiera gustado serlo nunca confiaste en quienes decían ser capaces de juntar todo en una apuesta y empezar de nuevo solo con lo puesto si perdían.
Se sincero contigo. Eso te recordará lo feliz que eres. Podrías mirar atrás, si ahora mismo te diera alcance la muerte, sabiendo que has vivido la vida plenamente. Viviste, en su medida, a fondo cada día. La risa verdadera de tus hijos te premia. Sabes que eres, en el buen sentido de la palabra, un hombre bueno. Puedes afirmar sin mentir que nunca hiciste daño a nadie injustamente. Has aprendido en este tiempo grandes lecciones. Ponlas ahora en práctica. Tienes por meta máxima la felicidad de los tuyos y la tuya. Has sabido guardar el equilibrio, la cabeza en su sitio mientras otros la perdían y te culpaban. Eres un hombre sabio. Sabes confiar en ti aunque los otros duden y ser indulgente con su duda. Has sabido siempre perdonar y no pagar con mentiras a los que te mienten, con heridas a los que te dañan, ni con odio a los que te odian. Soportar que la verdad en la que crees y expones la retuerzan y tergiversen los bribones. Has conseguido hacer saber a todos los hombres que pueden contar contigo sin que ninguno crea que puede contar demasiado con esa ayuda. Te has mantenido en paz con tu alma. A pesar de que eres consciente del dolor y de que gran parte de lo que te rodea es sucio, ponzoñoso, penoso, patético y se construye sobre sueños arruinados, falta de escrúpulos y sacrificio del que los poderosos se favorecen, sabes disfrutar la belleza de la vida y reconocer la virtud, la lucha gratuita de muchos por ideales que aun son hermosos y el heroísmo.
Viste cosas que otros no creerían siquiera, y que, como es ley de vida, se hicieron propias e intransferibles y se perderán contigo cuando te vayas como lágrimas en la lluvia, y se queden los pájaros cantando y el huerto con su verde árbol, y con su pozo blanco... y tú te hayas ido.
Ahora ya sabes lo que significan las Ítacas, pues aunque no hiciste nunca el gran viaje que cuando imberbe soñaste que podría ser tu vida, el viaje fue largo y pleno. No llevaste monstruos en él y por tanto no los encontraste obstaculizando tu camino. Muchas mañanas llegaste a puertos que desconocías pues fue inmensa tu curiosidad y aprendiste de quienes sabían. Lograste sobreponerte y entender que había mucha sabiduría en lo humilde. Descubriste que lo importante era el viaje, por encima del destino. Desdeñaste siempre las prisas.
Sigue ahora la nueva senda que se abre. Tu ruta madura. Renuncia, con elegancia, a los dones de la juventud. Mantente curioso. No abandones los nuevos sueños que ahora puedes bañar de sensatez porque hoy sabes que no te dominan. Cree todavía en la posibilidad de encontrar el placer que existe en un bosque sin caminos pues en su seno ha habido siempre una sociedad sin intrusos. Regálate tiempo para ti solo de cuando en cuando. Mejora en lo que aún te sabes imperfecto. Todavía hay mucho que hacer: decir tú verdad claramente, ser tú mismo y a la vez benigno contigo, esperar, ser paciente y no resultar aplastado por el cansancio de la espera, ser genuinamente tú más que parecerte a ti, no hablar con demasiada sabiduría ni actuar simulando demasiada bondad, no pretender disimular tus inclinaciones, no cambiar tu manera de ser ya sea caminando entre reyes o hablando con la multitud, no dejarte dañar por ningún enemigo, pero tampoco por ningún amigo, escuchar a los otros, esforzarse por ser amigo de todos sin renunciar a ti mismo, no compararse con nadie pues siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú, aprender a aislarse del tráfago, del ruido y de la prisa, no olvidar que la paz puede estar en el silencio, y aunque ojalá no tengas que hacerlo encarar igual al desastre que al éxito como los dos impostores que son ambos, o saber agacharte a reconstruir aquello a lo que diste tu vida sin compadecerte nunca por ello. Asumir por fin el verdadero valor de cada uno de los segundos que componen un minuto tuyo en la tierra.
Parte. La vida es la mayor aventura. Muda la piel. Acuérdate siempre de que Bagheera te quería. Sigue nuevos rastros. Las estrellas se apagan. Olfatea el alba. Ahora todos aquellos símbolos y metáforas cobran su verdadero sentido. ¿Dónde dormirás hoy?
Aún hay un sueño de juventud que cumplir, el único que seguirá ahí siempre perenne, pues a pesar de los necios que llenan las ciudades, de las preguntas que vuelven, y del interminable desfile de los desleales, tú estás aquí, existes individualmente, con tu propia identidad. Prosigue el poderoso drama, pero tú puedes contribuir con un verso: ¿Cuál será tu verso?
Y ya.

lunes, 2 de febrero de 2015

LA OTRA CARA (Hoy no se va a reír nadie)


Hace unos días este canto a la vida me llenó por completo. Somos unos desagradecidos con el tiempo y las coordenadas que nos han tocado vivir. Deberíamos besar por cada sitio que han pisado nuestros días, dar gracias por cada segundo de existencia. 
Cuando en la antigüedad se describía el paraíso, el walhalla, el destino soñado, sus sumos sacerdotes hubieran aceptado nuestras condiciones de vida como parte de esa descripción. Nuestros mundos y nuestras vidas, esas de las que nos quejamos, son exactamente lo que muchos anhelan desde tierras lejanas. Lo que para otros sería el cielo es mi vida ordinaria y no tengo derecho a la queja. Antes al contrario, debo un continuo agradecimiento a quien queramos; a nuestros dioses, a nuestros antepasados, a nuestra historia.. Elige tú y yo daré las gracias.

Y sin embargo pasados los días tengo una sensación encontrada. Aunque firmo cada palabra de aquel texto también siento que estamos retrocediendo en muchos aspectos. Hacía mucho que no se veía tal grado de crueldad a nuestro alrededor. Si aquellas letras eran una oda optimista y un gigantesco gracias a la vida, también me sugieren la otra cara. La de la desesperanza y la oscuridad. La reflexión gris de este personal blues del horror.


Porque el jardín de las delicias también está pintado por detrás.

Vivo en un mundo lleno de maldad y odio. Con mayúsculas. En el que se ha retrocedido varios siglos. Derechos que eran absolutos se han convertido en renunciables monedas de cambio, contraprestaciones ante los mercados a los que estamos dispuestos a ceder a pesar de lo que costó conquistarlos. Mis hijos vivirán peor de lo que yo he vivido y no recuperarán, no llegarán a conocer, un estado del bienestar y una época de calidad de vida que yo tuve la suerte de disfrutar. 

Me desayuno con un rostro que sin pestañear desde su rictus informativo me comunica que el día anterior, mientras yo estaba jugando con mis hijos o haciendo el amor, a unos miles de kilómetros una población entera era pasada a cuchillo. Literalmente. Como en las cruzadas hace mil años. Sin piedad. Hombres, mujeres y niños. Más de dos mil. Uno tras otro. Viendo venir la muerte. Viendo como se asesinaba a su lado a su madre o a su hermano. Y sabiendo que tras ellos iba él. En Méjico desmembran a un hombre, cuyo único pecado es ayudar a los jornaleros, y reparten sus restos por el camino a su pueblo para que todos sepan quien manda y cómo se las gasta. Unos malnacidos encierran en una jaula a un soldado que cumplía órdenes y lo queman vivo mientras lo graban, lo ruedan, lo escenifican, lo editan, lo producen y lo proyectan. Y estas cosas horribles suceden en un mundo en que no se hace todo lo posible por evitarlas por cochinos intereses económicos.
Es este un sitio asqueroso que ha vuelto atrás decenas de años en el respeto a la vida. En el que lo que lo que se había ganado parece no importar a nadie. Mis hijos se han acostumbrado a tener por normal que se entre en un colegio y se mate de un tiro en la cabeza a decenas de niños de su edad solo por ser de otra religión, o por haber visto un partido de fútbol en la televisión, a que unos señores cada diez o quince días vistan de naranja a otro, le pongan en el desierto de rodillas y le corten el cuello en directo ante una cámara. A que haya gobiernos cuyos funcionarios estén torturando a alguien ahora mismo, mientras lees estas lineas, y todos miremos para otro lado en la esperanza de que no nos llegue aquí la mierda. Hemos olvidado el significado de las palabras horribles al desgastarlas. Hablo de matanzas, de torturas, de violaciones..Vemos a un hombre recorrer las calles polvorientas con un todo-terreno y un altavoz. Grita la norma sagrada inviolable. Se detiene de pronto. Baja del vehículo llama a un hombre y le reprende diciendo que corrija a su esposa por su desvergüenza al ir por la calle sola. Él le mira aterrado a la espera de su decisión. Una decisión que se ejecuta en el momento si es la que teme. Es el mismo hombre que vio ayer arrojando desde una torre a otro ser humano atado de pies y manos sólo por ser homosexual. Miles de personas cada día tiene que abandonar lo que hasta el día anterior era su hogar, donde crecieron, donde enterraron a sus padres, donde criaron a sus hijos y esperaban morir. Los malvados lo son hasta de aspecto. No esconden su maldad. Nadie les hace frente. No se ocultan.Y nos distraemos con la frivolidad para no mirar a la cara a la realidad, a la violencia y a la maldad. Para no sentirnos mal. Por comodidad. Lo llamamos lejanía o distancia y se llama cobardía.

No es allí sólo, tras extrañas y ajenas fronteras. EL Bosco no era español pero Goya sí. Y nadie retrató mejor que él nuestros propios horrores. A pocos metros del borde de nuestras carreteras hay mujeres atadas a camas infectas de clubes de carretera pagando con su cuerpo una deuda contraída con engaños. Y seguimos nuestro camino haciendo chanza de los luminosos. El hombre del saco ha vuelto a las calles para llevarse a nuestros niños de los parques y acabar con su inocencia y con su vida entre estertores y gritos horribles. O venderlos, o llevarlos a otro país para que les mutilen su sexualidad, o extirpen sus órganos. La esperanza de una vida mejor muere en el mar de las pateras o en el alambre de las vallas. Hombres que no merecen ese nombre golpean a sus parejas hasta dejarlas sin sentido o sin vida para superar sus propios complejos de hijos de puta. Eso pasa en tu ciudad. Seas quien seas. Y lo peor es que lo sabes.


Las pinturas negras y los aguafuertes de los desastres de la guerra no son extranjeros ni lejanos. Tienen nuestros apellidos, nuestro ADN. Están en nuestra propia tierra.

Mañana probablemente lloverá de nuevo. Y el agua correrá limpiando la suciedad de las aceras como la vida sigue. Pero yo hoy necesitaba detenerme un momento. Para dar las gracias, pero también para maldecir. 
La hipnótica y fascinante horripilancia de la realidad, esa que hace precisamente bella  la esencia de ser humano, volverá a ser regla a pesar de ser extraordinaria. Y por si alguna vez lo olvidamos el coronel Kurtz se nos aparecerá en sueños para recordarnos quien somos y el horror que llevamos dentro. Ese Jano bifronte que es la única verdadera divinidad pues somos nosotros mismos, esa personalidad múltiple que escondemos muy dentro en nuestro interior, entre dos aguas. Entre el bien y el mal.
Los tristes con contrato temporal y los ciclotímicos tenemos derecho a nuestro pesimismo. Este es un mundo maravilloso y un tiempo del que estar agradecido. Pero también es una puta mierda. Que nadie se sienta obligado a compartir mi estado de ánimo pero hoy no me apetece ser feliz. Disculpen si no me levanto.

Y ya.