miércoles, 16 de agosto de 2023

LO QUE LUEGO NOS ESPERABA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma

Entre las dos clases sumábamos 90. A razón de 45 por clase. Era la ratio para aquellos años 80. De Alonso y Ares a Uña. Nos llamábamos por el apellido y nos trataban de usted. Todo chicos en mi colegio. Hasta COU donde llegaban por primera vez las chicas. Pero en 1984, en aquel octavo de EGB, las chicas solo eran algo lejano que estaba al otro lado de la calle. Las jesuitinas de enfrente o las carmelitas de un poco más allá en la plaza.

Teníamos 14 años y nos creíamos inmortales y destinados a comernos el mundo, como todos los chavales a esa edad. Ignorantes e ingenuos luego el mundo nos comería. Como a todos los adultos a esa edad.

Allí estaban Rivas y Seco, y Javi y Marino que llegaron luego, y Pilar que vino en COU, y Oscar, y el otro Oscar, Ignacio, Daniel, Víctor, Medina, Isidoro, Tamayo y Matesanz que decía que era nazi. Hace de todo aquello 40 años. Todos pensábamos que la vida luego nos sonreiría, o directamente no pensábamos en nada. Ya llegaría lo que tuviera que llegar. Que seguro era bueno. Mientras, nos divertíamos, estudiábamos y jugábamos.

Tomás sacaba malas notas en Inglés. Javi era el más prometedor de nosotros. Una máquina de sacar sobresalientes. Una memoria prodigiosa. Iñaki y Seco eran malos estudiantes. Víctor y Rivas fueron las eternas víctimas de los abusones entre los que estuve a veces. Dani y Oscar a la chita callando y de manera discreta iban haciendo un expediente notable en su bachillerato. Pilar en COU nunca dijo que quisiera ser médico, se limitaba a estar divertidamente loca y ser la mejor amiga que haya tenido nunca. Daniel sí lo dijo en alguna ocasión. Marino quería ser militar profesional. Oscar tenía el sentido del humor más inteligente que haya disfrutado jamás. Lo normal con 14 años en una muestra cualquiera de casi 100 chavales de los 80.

Seco murió en un accidente laboral cayendo de un tejado con menos de 40 años, Rivas se tiró al tren, a Pilar un día como hoy en el que escribo esto la mató un hijo de la gran puta sádico del que terminó casi dependiendo, Marino con 18 fue padre, Javi entró en una depresión que le impidió acabar la carrera, Dani logró convertirse en médico pero murió antes de tiempo en un accidente de coche, Tomás se hizo profesor de Inglés, Iñaki tiene un programa de radio en la cadena SER. Muchos llevaron, llevamos, lo que podríamos llamar una vida normal. Unos cuantos tuvieron lo que se entiende como éxito profesional en sus campos. De la mayor parte no volví nunca a saber nada. Hay quien sería feliz, quien sería desgraciado, quien saldría del armario, quien encontraría el amor, quien fue padre, quien se arriesgó y ganó, y quien perdió, quien sería honesto, quien sería malvado, quien pasaría sin pena ni gloria y quien dejaría huella, quien viviría sus días de manera anodina o los viviría de manera extraordinaria. No hay ninguno que no se arrepintiera de algo.

Entre las dos clases sumábamos 90. A razón de 45 por clase. Lo normal en aquella época.

Y ya