"- Lo que a ti te pasa, Samuel, -dijo Carlos-. es que te gustaría que el mundo fuera de una manera y todavía no te has dado cuenta de que no funciona así.
- Que es un inmaduro es lo que le pasa. -Terció Manuel irritado mientras continuaba ensimismado intentando poner la pila al reloj.
- Que confías demasiado en el ser humano -continuó el primero acodado al mostrador bajo la atenta mirada de su interlocutor-. y crees que todo el mundo es bueno. Que piensas que lo que mueve el mundo es la verdad y la justicia y en realidad lo que lo mueve es el egoísmo y el interés.
- Que es un idealista -apostilló Manuel.
- Sigues creyendo que la gente va de buena fe y que sabe lo que es lo correcto, y dónde está la línea entre el bien y el mal. Y que las relaciones humanas se basan en una especie de esperanza de que todo el mundo confluya en una verdad a la que se llega porque la conciencia nos lo debería decir.. -explicó Carlos-. Y no es así. El mundo se rige por el principio de contradicción, las relaciones humanas son dialécticas, la gente parte de maximalismos en las negociaciones comerciales, políticas, etc. en la esperanza de que al llegar a un acuerdo, a un supuesto punto medio, hayan logrado engañar al otro y el punto logrado les sea beneficioso o al menos no esté por debajo de su línea mínima de exigencia. Que lo que la gente quiere cuando debate es ganar, no alcanzar acuerdos de win-win...
- No le líes con filosofías -carraspeó el relojero-. Que eres tú muy dado a metafísicas. Lo que le pasa a este es que es demasiado bueno. Siempre que su padre le preguntaba de crío cuanto quería de propina decía la cantidad que consideraba justa y su padre le terminaba dando menos. Han pasado los años y sigue sin saber regatear. -explicó didáctico levantando la vista de la mesa Manuel-. Todavía no se ha dado cuenta de que hay que pedir más de lo que necesitas en todo para terminar consiguiendo al menos eso.
- Pues eso es exactamente lo que quería decir -comentó el cliente.
- Ya,.. pero te adornas mucho para decir lo más sencillo. -sentenció apagando la lamparilla Manuel -. Que esto no va de dialécticas hegelianas.
- En realidad si. Va precisamente de eso. -retomó Carlos-. De eso y de imperativos categóricos kantianos, y del buen salvaje de Rousseau contra el hombre-lobo para el hombre de Hobbes, y del platonismo de nuestro amigo en el fondo.
.. Lo que le quiero hacer entender es que las relaciones humanas no son lineales sino que se basan en intereses personales. En concreto los de cada cual. Y que estos suelen estar enfrentados y en tensión, opuestos. No coincidentes por más que le gustara que el mundo funcionara así.
- Vale -intervino finalmente el aludido-. pero que conste que yo solo te he dicho que 15 € por cambiar la pila me parecía un poco abuso macho, que vaya tosta que me estáis dando entre los dos."
Y ya.