MANIFIESTO CONTRA LA NEGRURA
(Y la ingratitud)
"Hay dos maneras de vivir la vida:
Una como si nada es un milagro,
la otra es como si todo es un milagro".
Veo a mi alrededor tres tipos de descontentos. Nada tengo que decir de quienes tienen queja de sus situaciones personales y particulares. Cada cual somos un mundo y nuestras circunstancias. No soy quien para opinar pues no visto los zapatos de nadie más que los míos. Por esa parte nada que añadir. Sin embargo me declaro desde hoy abiertamente en guerra contra las otras dos clases; Aquellos que miran a su alrededor más allá de sí mismos y solo ven oscuridad y tragedia en lo inmediato y cercano, y quienes asumen el pesimismo existencial y filosófico como inherente al propio ser humano. A esos dos niveles, que no al primero, se dirige mi ataque.
Así que no hablo de quien tiene una enfermedad terminal y se amarga, o de quien envejece y se vuelve cascarrabias, o de quien se queja de su falta de oportunidades sea justa o no. No opino. En ningún sentido. No tengo derecho a formarme un pensamiento (y menos a expresarlo en alto) acerca de si alguien lleva o no razón en su queja íntima pues no estoy en su lugar y carezco de la información completa y la visión integral. Pero si del que en el segundo de los niveles mira en mi realidad a su alrededor cercano y solo ve cosas malas.
Estoy cansado de la pose del profesional de la amargura, tan extendido recientemente, del proselitista de la tristeza, del apóstol del enfado, del que anuncia todas las plagas por venir en futuros cercanos. De quien es incapaz de valorar en su justa medida la inmensa suerte que tiene por vivir cómo vive y dónde vive, y para el que todo es amenaza constante. Sobre todo por pesado. Por cansino e insistente en asombrarse de continuo de que los demás no lo veamos todo tan claro como él. O mejor dicho tan oscuro. Hasta el punto incluso de culparnos en parte o en todo de lo malo que ve por no unirnos a él en el cabreo. Que entiende como ataque personal que no tomes algunas de sus preocupaciones en serio, que sospecha de quien no se une a su pesadumbre.
Porque es injusta su tristeza. Es la de quien no sabe mirar con relativa prioridad e importancia cada elemento de la vida, la de quien tendría que dar gracias por cada segundo de existencia y los gasta en quejas lastimeras que no solucionan nada salvo el derecho a la pataleta infantil o el saber a ciencia cierta quién es de los míos y quién de los otros.
Y no digo nada ya del cuervo existencial que no agradece (ni se da cuenta siquiera) simplemente el ser parte de la gran casualidad de la existencia, que no disfruta de la belleza, del amor, de la amistad, de la vida, ocupado en quejarse de la gran tragedia del cosmos. Y de contagiarme su pestífera amargura.
Yo os aparto de mí, pájaros de mal agüero. Os ahuyento y espanto. Porque queréis agotar mi energía y apagar mi optimismo y os escondéis en el insulto de creer que quien no ve la negrura es que es un inconsciente, y en que la luz que otros ven es un espejismo irreal. Yo os expulso alarmistas que confundís el inconformismo sano y constructivo que siempre ha sido motor de progreso, con el lamento. ¡Dejadme en paz. heraldos de la oscuridad! ¡Pues claro que hay motivos para el enfado!,.. es evidente. Pero también lo es que son más las razones para la alegría. para dar las gracias cada instante por nuestra inmensa fortuna de estar vivos y para que merezca la pena vivir, Hay muerte, y miseria, y egoísmo, y sufrimiento,. Hay incompetencia, y maldad, injusticia.. y aun con todo y con eso el cielo despejado de la mañana, la tibieza de la piel de la mujer que amas, la hierba bajo los pies, la risa pura,.. desequilibran la balanza a favor de la posibilidad de la felicidad. No mostrar empatía por el sufrimiento es una acto vil pero ¿no es igual de criminal desperdiciar la vida en llantos en lugar de usar el don de la existencia exprimiendo cada gota de eterna belleza que tiene mirar las estrellas, soñar, cuidar un jardín..?
Y ya.