Los que hemos sido picados por el bicho de la escritura, por la maldición de las tres mil palabras diarias, a veces vemos en la mirada de quienes nos rodean la sospecha cauta. Saben que quienes no podemos evitarlo tenemos siempre activado el escaner y puesta la grabadora mental que colecciona las frases cazadas al vuelo, los rasgos y las actitudes, las anécdotas que robamos sin pudor y que luego nos pueden ayudar a configurar un personaje y darle verosimilitud. En una ocasión me preguntó alarmado un amigo si había usado con él en alguna ocasión las técnicas psicológicas que enseñaba a mis alumnos en mis cursos de formadores o de técnicas de ventas. Y hasta que me hizo aquella pregunta nunca había caído en ello, pero por supuesto que era así aunque fuera de manera inconsciente. Lo mismo me sucede como escritor. A veces la línea entre meras relaciones sociales y el interés egoísta por hacer acopio de vivencias que luego volcar en una hoja es demasiado delgada. Yo lo sé. Y me voy dando cuenta de que también lo sabe quien tengo a mi derredor.
Nadie crea de la nada. O al menos nadie que no sea un genio. Y yo, como todos los escritores mediocres, que somos todos menos ese uno por ciento de privilegiados que tiene ganado un lugar en el parnaso aunque nunca vendieran una palabra, nos nutrimos de experiencias propias y ajenas. Recomendaba a los autores noveles uno consagrado que lo que un escritor debe hacer es leer mucho, vivir mucho y escribir mucho. En ese orden. Y soy de la opinión de que cuando se habla de coleccionar experiencias vitales no solo se trata de acumular pensamientos, ideas y vivencias propias, que también, sino antes y sobre todo robar como urracas las de quienes nos rodean vampirizando sus vidas. Y eso tiene el precio de la precaución ajena y de pasar por seres callados a veces. Ningún soñador ha viajado tanto como quisiera, estado en todos los rincones ni visto todas las puestas de sol posibles. Ningún actor ha sido todos sus personajes. Necesita de los otros para vivir todas esas vidas y aprender de ellos fijándose como un buho, copiando ademanes y gestos, formas de mirar y de andar o estar de pie. Lo mismo sucede con quienes inventamos personajes y recreamos escenarios y situaciones. En realidad retratamos lo que nos rodea. Como el asesino del silencio de los corderos que empezaba a matar por lo que tenía cerca y veía cada día. "Primeros principios Clarisse".
Así que sí.. cada palabra vuestra, cada gesto, como sospechabais, se queda grabado en algún archivo secreto de mi interior, esperando a salir en el momento más adecuado en forma de dialogo entre seres inventados. Cada vez que teneis la sensación de que los espacios entre respuestas en nuestras conversaciones son ligeramente más largos de lo normal es, como creeis, mi cerebro almacenando. Cuando me notais en silencio, pensativo, no es por mi introversión legendaria. No estoy distante ni absorto. Estoy trabajando en mi siguiente relato. Y estais en él de alguna manera. Por tanto no os sintáis mal por saberos observados, analizados, diseccionados, e incluso copiados. Es por una buena causa. No hay nada malo en reconoceros en nuestros personajes. Sois las vidas que no hemos podido vivir porque no nos ha dado tiempo o porque ya las habéis vivido vosotros y es más rentable robaroslas que tener que vivirlas por nosotros mismos. Prestaos al juego dándonos vuestras vivencias en esas interminables charlas hasta la madrugada al calor de un buen whisky o simplemente con vuestra compañía. Hablad con libertad ante nosotros para que nos empapemos de vuestras anécdotas y sensaciones y podamos así un día hacerlas nuestras a través de un personaje. Nada temáis. Solo al diablo se vende el alma. Y solo puede hacerse una vez. Regaladnos vuestras palabras para que se las pongamos a otro en la boca. Sed inspiración.
¿A que ahora ya os quedáis más tranquilos?
De nada.
Y ya.
Si se midiera la vida por la cantidad de gente interesante que has tenido la oportunidad de conocer la mía está siendo muy plena.
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Nota: Gracias a esta actitud tengo oportunidad de absorber a través de sus relatos las vidas de gentes normales con vidas normales como la mía, pero también de personas extraordinarias con cosas extraordinarias que contar (o callar) que me invitan a sus bodas, me permiten acompañarles en sus vidas, me presentan a sus familias, se emborrachan conmigo, comparten sus recuerdos, lloran y ríen.. y me honran con su amistad..: Activistas que se la juegan, policías infiltrados, misioneros secuestrados por la guerrilla, imanes musulmanes, varios escaladores del Everest, corresponsales en el extranjero, soldados de operaciones especiales que tienen en su retina imágenes traídas del frente, rescatadores de montaña, payasos, reporteros de guerra, escritores famosos, espías, aventureros en el polo, altos grados y masones discretos, geos, buceadores de la guardia civil, voluntarios de todo tipo, jefes de retenes anti incendios en el monte, expertos internacionales en terrorismo, paracaidistas legionarios, mandos de boinas verdes, viajeros solitarios incansables por el mundo, pilotos de helicóptero de combate y de aviones del servicio guardacostas, capitanes médicos en medevac en Afghanistan, políticos honrados, miembros de la UME, el piloto del avión del rey, un diputado en cortes, otro en el parlamento catalán, marinos, técnicos de radar, espeleólogos, montañeros que se quedaron en el Himalaya, jugadores de la selección nacional de baloncesto, instructores de supervivencia, formadores de cuerpos policiales de otros países, guías de montaña, escoltas, policías en la embajada de Islamabad, músicos, actores, poetas, pintores, directores de cortos, premiados y reconocidos, directores de medios de comunicación, analistas y agentes de campo de inteligencia, médicos de emergencias, peregrinos, entrenadores de élite, cazadores de osos, fotógrafos de África, españoles que estaban en Kabul mientras mataban a Bin Laden, palestinos ejercientes, desconocidos en Edimburgo que me salvaron la vida, directores de empresas internacionales, altos ejecutivos, abogadas feministas implicadas, judíos que cuentan chistes del holocausto, gays que me tiraron los trastos, homófobos que se sentían incómodos en un bar de ambiente, periodistas, investigadores de la Cábala, buscadores, corredores de ultratrail, moteros, guardaespaldas, sombrereros de la casa real, pacifistas, primeros de su promoción, grandes profesionales del trabajo con los menos favorecidos, diplomáticos en naciones unidas, mujeres valientes, contadoras de cuentos, soñadoras, directores de aeropuertos, amenazadas por ETA, buenos hombres condenados por delitos, personas consecuentes hasta el final con sus ideas..Si se midiera la vida por la cantidad de gente interesante que has tenido la oportunidad de conocer la mía está siendo muy plena.
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