En tiempos de Bigdata, IA y blockchain hablar en sociología de minorías y mayorías, de frecuencia, de norma, de moda en los comportamientos colectivos y de aceptación de reglas, respeto mutuo entre corrientes y tendencias, grupos, formas de ser, ideas, etc... es más relevante que nunca.
Es un hecho fehaciente en el que creo con fe ciega y una idea que comparto el de que la diversidad es enriquecedora y hace mejores a las sociedades, a los grupos sociales y a sus componentes. No hay sobre ello duda alguna. Yo al menos no la tengo. La homogeneidad excesiva en pensamientos, opiniones, creencias, actitudes, formas de ver la vida, de ser, etc. empobrece y la existencia de una línea única de visión de la realidad aboca al dogmatismo y al fanatismo. El pensamiento único es al final censor e inquisitorial y cierra el paso a la libertad de pensamiento y expresión, fundamentos de nuestro sistema. El respeto a la diversidad y su promoción (que no la tolerancia, que es un término esencialmente paternalista en mi opinión) es base de la convivencia. A día de hoy nadie duda de que cada persona es diferente y ha dejado de ser un horizonte deseable el de que esas diferencias se borren a favor de etiquetas y clichés uniformadores. Con los debidos límites del respeto al otro y a la ley, los derechos humanos, etc. toda particularidad que caracteriza a cada individuo es maravillosa y digna de ser, merece su existencia y protección, y el respeto debido.
Sin embargo creo igualmente que sacralizar la diferencia elevándola a términos absolutos que eliminan la idea de norma en favor de la admiración por la excepción y otorgarla un mayor derecho a protección es un error. Esto se eleva por encima de la idea del respeto a la diferencia, y la convierte a su vez en una cuestión dogmática e indiscutible, con lo que se produce la paradoja de no respetar la misma diversidad en que consiste conceptualmente. Y hablo de la idea de norma en su sentido estadístico, no en su acepción legislativa o convencional. Me refiero a la norma como el comportamiento más frecuente, repetido, asumido socialmente y común. El "esperable".
La norma (lo esperable en términos generales) ha constituido un mecanismo social defensivo (y una herramienta de ahorro y eficacia) desde el origen de los tiempos para la humanidad. Pensar que hay que eliminar toda norma para que la norma sea la excepción de la diversidad y que las mayorías dejen de existir diluida en un océano de minorías es un error.
El respeto lógico debido a las minorías estadísticas es una regla básica de la democracia, pero convertir este respeto en la regla que de manera absoluta condicione la vida de las mayorías atenta contra el sentido común. Es la excepcionalidad, la incidencia, la rareza en expresión estadística, la minoría la que debe adaptarse a la norma, no al revés. Ello no implica falta de respeto y menos anulación, solo se trata de evitar el sinsentido de hacer creer que la excepción es más importante y merecedora de respeto que la regla general y que es la mayoría la que debe adaptar su existencia a las exigencias de la minoría.
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