Con una hoja
de hierba de Whitman, una frase de Debussy, un aria de Plácido Domingo, un
trago de Talisker, una verónica de Curro Romero, una estrofa de Sabina, un
tango de Piazzolla, una imagen de Helmut Newton y unos pasos de Fred Astaire o
una pincelada de Klimt.
Con la forma de llenar aquellos leggins negros de Olivia Newton John, la pasión divulgativa de un speech de Carl Sagan, el aire frío en el rostro mientras contemplas el mundo desde la cima de una montaña, un pase de Magic Johnson, un taconeo de Sara Baras, un plano de Leone acompañado por notas compuestas por Morricone, la brisa del mar, el arco que forma tu espalda cuando lees en la playa, las olas sonando suave al llegar a tierra, una gaita resonando en Glencoe, una viñeta de Hugo Pratt, la amistad de Sam, la locura de Alonso Quijano, un rasgueo de Paco de Lucia, una sonrisa de un niño el día de reyes, el asombro que provoca el David de Miguel Ángel, el silencio en la mañana solo roto por el agua que corre en un arroyo claro, la sensación de vacío en el estómago al despegar un avión, una escena de Orson Welles, el tacto de un libro viejo, un personaje femenino de Perez-Reverte, una mirada leal de un perro a su amo, las piernas eternas de Cyd Charisse, un cigarro y un café con amigos, el olor de la fogata, el calor de la camaradería, un glissade de Nijinski, el descanso incomodo de dormir en el saco, una mirada desde abajo de Asia Carrera, una bienaventuranza de Jesucristo, where the streets have no name, un gorgorito rasgado de Edith Piaf, un fado sonando en la Alfama, un paisaje negro pasando rápido en la noche desde la ventanilla de un pasillo del tren, las estrellas en un cielo despejado, un beso robado, la amistad, los buenos recuerdos, los consejos del profesor Keating a los poetas muertos, la infancia, una sonrisa roja y traviesa de Marilyn, un paseo por la Plaka, sentirse mareado en el Panteón, una deducción de Holmes o la visión divina de unas medias negras de cristal a medio muslo sobre unas piernas hermosas acabadas en tobillos delgados y tacones vertiginosos.
Con un atardecer en el Bósforo, cualquier rincón del Trastévere, un puerto en moto, acariciar un pulpo a 20 metros de profundidad, tocar el cielo presentando tu propia novela en un teatro lleno, construirte un refugio para pasar la noche, ver nacer a tus hijos, el halcón milenario, el saxo de local hero, una buena conversación con un antagonista inteligente, un polvo furioso, Jon Hassell a la trompeta acariciando el aire con sus labios tocando Nature boy, un chuletón de carne de Ávila, el aroma de la tierra húmeda, el placer de la hierba en los pies descalzos, desnudando con la imaginación a Mónica Bellucci...
Con la forma de llenar aquellos leggins negros de Olivia Newton John, la pasión divulgativa de un speech de Carl Sagan, el aire frío en el rostro mientras contemplas el mundo desde la cima de una montaña, un pase de Magic Johnson, un taconeo de Sara Baras, un plano de Leone acompañado por notas compuestas por Morricone, la brisa del mar, el arco que forma tu espalda cuando lees en la playa, las olas sonando suave al llegar a tierra, una gaita resonando en Glencoe, una viñeta de Hugo Pratt, la amistad de Sam, la locura de Alonso Quijano, un rasgueo de Paco de Lucia, una sonrisa de un niño el día de reyes, el asombro que provoca el David de Miguel Ángel, el silencio en la mañana solo roto por el agua que corre en un arroyo claro, la sensación de vacío en el estómago al despegar un avión, una escena de Orson Welles, el tacto de un libro viejo, un personaje femenino de Perez-Reverte, una mirada leal de un perro a su amo, las piernas eternas de Cyd Charisse, un cigarro y un café con amigos, el olor de la fogata, el calor de la camaradería, un glissade de Nijinski, el descanso incomodo de dormir en el saco, una mirada desde abajo de Asia Carrera, una bienaventuranza de Jesucristo, where the streets have no name, un gorgorito rasgado de Edith Piaf, un fado sonando en la Alfama, un paisaje negro pasando rápido en la noche desde la ventanilla de un pasillo del tren, las estrellas en un cielo despejado, un beso robado, la amistad, los buenos recuerdos, los consejos del profesor Keating a los poetas muertos, la infancia, una sonrisa roja y traviesa de Marilyn, un paseo por la Plaka, sentirse mareado en el Panteón, una deducción de Holmes o la visión divina de unas medias negras de cristal a medio muslo sobre unas piernas hermosas acabadas en tobillos delgados y tacones vertiginosos.
Con un atardecer en el Bósforo, cualquier rincón del Trastévere, un puerto en moto, acariciar un pulpo a 20 metros de profundidad, tocar el cielo presentando tu propia novela en un teatro lleno, construirte un refugio para pasar la noche, ver nacer a tus hijos, el halcón milenario, el saxo de local hero, una buena conversación con un antagonista inteligente, un polvo furioso, Jon Hassell a la trompeta acariciando el aire con sus labios tocando Nature boy, un chuletón de carne de Ávila, el aroma de la tierra húmeda, el placer de la hierba en los pies descalzos, desnudando con la imaginación a Mónica Bellucci...