- Dejad a los animalicos en paz, ya ¡¡Coño!!
Con estas palabras daba comienzo la ya famosa intervención que marcó un antes y un después en la historia de la ecología. Con aquella sesuda ponencia defendida por el economista burgalés Jonas Miltesson en la Universidad de Lovaina el 10 de juliembre de 2016 bajo el epígrafe: "Neoliberalismo darwiniano" y el subtítulo "Malthus o la negación del intervencionismo humano en la naturaleza" quedaban sentadas las bases sobre las que luego se iba a construir la nueva postura de las Naciones Unidas ante fenómenos como el calentamiento global, el niño, la deforestación, el toro de la vega, etc.
La tesis principal del autor sostenía la aplicabilidad de los postulados ortodoxos liberales en economía de finales del XIX a la propia naturaleza y a sus procesos evolutivos. Empezaba así indicando como en su opinión había que reducir a la mínima expresión o incluso eliminar completamente la intervención humana (a la que llama injerencia ilegítima) en los principales problemas de la naturaleza de principio de siglo XXI.
"Dejad que se reajuste solo, y si no lo hace en la dirección que os gustaría será porque no tenía que ir en esa dirección", fue uno de sus lemas.
Mediante el uso del ejemplo gráfico de las especies invasoras exponía su teoría. En aplicación del principio de libre mercado considera que las medidas para eliminar la influencia negativa en nuestras especies autóctonas de las especies foráneas como el visón y el cangrejo americanos, el mejillón cebra o la avispa asiática, son ”injerencias ilegítimas”. Que siendo rigurosos estrictamente en la concreción del “Laisser faire, laisser passer” los humanos deberíamos dejar que los ecosistemas se autoregularan por sí mismos sin interferir. Que la desaparición de los endemismos en favor de las especies exóticas invasoras no es otra cosa en realidad que la demostración del principio darwinista de la evolución basada en la adaptación y la supervivencia de las especies e individuos más fuertes sobre los más débiles. Desde esa óptica el intervencionismo del estado en lo económico se podría asemejar, en su teoría, a esas supuestas “injerencias ilegítimas” en parámetros ecologistas, y el libre mercado sería la competencia libre entre especies en su lucha adaptativa por ocupar un sistema y un nicho. Darwinismo en estado puro según él.
Y así en eterno bucle.
Mediante el uso del ejemplo gráfico de las especies invasoras exponía su teoría. En aplicación del principio de libre mercado considera que las medidas para eliminar la influencia negativa en nuestras especies autóctonas de las especies foráneas como el visón y el cangrejo americanos, el mejillón cebra o la avispa asiática, son ”injerencias ilegítimas”. Que siendo rigurosos estrictamente en la concreción del “Laisser faire, laisser passer” los humanos deberíamos dejar que los ecosistemas se autoregularan por sí mismos sin interferir. Que la desaparición de los endemismos en favor de las especies exóticas invasoras no es otra cosa en realidad que la demostración del principio darwinista de la evolución basada en la adaptación y la supervivencia de las especies e individuos más fuertes sobre los más débiles. Desde esa óptica el intervencionismo del estado en lo económico se podría asemejar, en su teoría, a esas supuestas “injerencias ilegítimas” en parámetros ecologistas, y el libre mercado sería la competencia libre entre especies en su lucha adaptativa por ocupar un sistema y un nicho. Darwinismo en estado puro según él.
Preguntado tras su exposición por
uno de los alumnos asistentes que participaba en las jornadas acerca de la
paradoja consistente en excluir de la ecuación ecológica a una de las especies
(Concretamente la humana) y su influencia a través de sus actos, incluidas las
supuestas medidas correctoras por ejemplo de los daños provocados por especies
exóticas invasoras, como si no existiera en el ecosistema, el ponente hubo de
reconocer que se le acababa de plantear una seria duda, porque “una cosa es
negar la competencia del ser humano para impedir el libre desarrollo de la
naturaleza por si misma mediante sus injerencias y otra muy distinta negar su
existencia misma y que por tanto pueda intervenir incluso para corregir” Desde
ese punto de vista las correcciones humanas hechas en el sistema desde parámetros
y premisas conservacionistas serían tan “naturales” como, por ejemplo, la transmisión
de una enfermedad exótica introducida por una especie animal invasora.
Y así en eterno bucle.
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