viernes, 7 de junio de 2019

Los peligros del EMILIO


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Aproximarse al "Emilio" tiene su peligro.

Igual no toda la gente es tan buena como creemos. Quien se acerca a "El Emilio" sin prever las consecuencias que ello va a tener puede llevarse una sorpresa. 

Ese acercamiento parte de que las personas son buenas. Quien se acerca al "Emilio", los demás que vivimos en el entorno de quien lo hace, las personas que creemos conocer bien.. no tenemos porqué ser esa persona que creíamos que era (o éramos) y no ser tan buenos como creíamos. 
La maldad no solo consiste en hacer el mal intencionadamente. O dicho de otro modo hacer daño no tiene por qué ser un acto intencionado. Nuestros actos tienen consecuencias aunque no los hiciéramos para que estas se dieran. Y si nuestros actos hacen daño, aunque los hiciéramos con otro objetivo, y sabiéndolo aún así los llevamos a cabo es que hay algo de malo en nosotros.
Todos podemos dejar de ser esa persona buena y apacible que Rousseau presume que llevamos dentro de manera natural.
Es la falta de autolímites la que nos hace seres amorales. Y eso implica que tenemos que vencernos a nosotros mismos continuamente. Son nuestras querencias, nuestros deseos y pasiones.. nuestras tentaciones en el lenguaje más "moral", las que nos hacen más humanos en la medida en que nos sacrificamos por el bien mayor y las deshechamos venciendolas y limitándonos a nosotros mismos al hacerlo. Todo lo cual supone en aplicación del silogismo filosófico que si hemos de estar vigilantes ante nuestras propias tendencias estas son connaturales a nosotros y por tanto no somos tan buenos como Rousseau presume. 

Por otro lado el tratado se subtitula "De la Educación", Y trata esta no solo como un proceso de maduración y crecimiento personal, sino también desde el punto de vista de la construcción de la correcta escala de valores, el compromiso con los mismos y la actuación coherente con ellos una vez seleccionados y elegidos libremente. 

Nadie nos obliga a elegir unos u otros principios, pero hay una exigencia de respeto a ellos una vez hecho esto, También subraya la importancia de la dimensión social y pública de este respeto a los principios. E incluso de la existencia de un corpus de valores "naturales" existentes en la vida en sociedad y la convivencia con las personas que nos rodean que han de ser respetados por "contrato social".

Acercarse al "Emilio" supone recordar todo ello y hacer la reflexión conveniente de las consecuencias de nuestros actos antes de llevarlos a cabo.

Puede que seamos tan buenos como otro cree de nosotros. Pero podemos dejar de serlo.
Puede que quienes creíamos que lo eran no lo fueran tanto.
La confianza en el ser humano que pregona Rousseau tiene que tener límites. Es un mero mecanismo defensivo casi biológico. Máxime cuando sabemos a ciencia cierta que no era tal si la experiencia nos ha enseñado a través de la historia que hay que estar vigilantes ante las pérdidas de autocontrol que ha demostrado a lo largo del tiempo el ser humano. 
Quizás la enseñanza más práctica del "Emilio" sea que debemos confiar en la bondad humana hasta que tenemos que dejar de hacerlo. O volver a hacerlo una y otra vez, pero ya sin el tamiz de la inocencia primera.

Ya lo dijo mejor que nadie el maestro de esgrima cuando ofreció su mejor florete por saber quien había puesto en los labios de Adela de Otero aquellas palabras.

Y ya. 



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