Me hacen tantas bromas mis mejores amigos sobre mi ubicación política que me he empezado a plantear la cuestión casi dudando de mí mismo y de mis principios. No por miedo al qué dirán ni esas chorradas. Tampoco por temor a ser tenido por tibio o equidistante -que está muy de moda eso últimamente-. Tarde. Ese tren partió hace tiempo y a mí me pilla muy mayor para andar teniendo esos extremos en cuenta..
He decidido ponerme delante de un folio en blanco para anotar, como en una lista o una DAFO, mis posturas con intención de ayudarme a saber un poco mejor quien soy desde el punto de vista político. Nosce te ipsum. O recuerdalo de vez en cuando al menos.
Antes que nada he de decir que concibo la realidad como un ecosistema en el que todas las posturas son necesarias y ninguna tiene la verdad estando las demás equivocadas. Creo en la alternancia como manifestación natural de esa diversidad enriquecedora. No entiendo a quienes creen que los demás sobran y están totalmente equivocados. Que la sociedad sería la ideal si solo hubiera gente que piensa como ellos y los otros estuvieran excluidos. Es un ecosistema porque se autoregula y la clave está en no dejar que ciertas ideas o colectivos en los extremos crezcan demasiado en representación quedándonos en el justo medio y la alternancia de las posturas moderadas. Creo que eso es ser demócrata.
Y una vez dicho esto..
No creo en dejar al mercado funcionar sólo por sí mismo sin intromisiones. Pienso que esa ha demostrado ser la mejor forma para que rija la ley de la selva y los fuertes se terminen comiendo a los débiles. Soy un gran creyente en la necesidad de la existencia de una organización reconocida y legítima, situada por encima del individuo en algunos temas, que lleve a cabo la intervención necesaria para corregir los desajustes intrínsecos a los que se aboca el ser humano en cuanto se reúne con otros de su especie y forma un colectivo. El hombre no es malo por naturaleza, pero sí egoísta e interesado y por ello es obligación de la humanidad organizarse para defender a los que menos pueden hacerlo frente a quienes pueden más. Ello no me lleva a creer en el estado por encima del individuo ni a visiones totalitarias, sino antes en la socialdemocracia en su idea original y en el estado social (del bienestar) y de derecho como culmen del logro político para el ser humano.
Creo que el interés y el egoísmo (que los eufemistas llaman individualismo) lo manchan todo (igual que pueden ser el motor de algo en ocasiones por la búsqueda individual, humana y comprensible de la mejor situación posible y la comodidad) y que cuándo entra en política el deseo no de mejorar la vida de los semejantes sino de medrar y ser reelegido muere el interés general. Que cuando la libre competencia, que nos vendieron como la panacea, toco por ejemplo el periodismo y algunos se dieron cuenta de que era más interesante vender que ser fiel a su original razón de ser, murió la verdad. Igual pasó con el arte que se hizo producto en lugar de sublime expresión del alma humana. Pienso que nos engañaron diciendo los que la libertad de prensa consistía en que cualquier idea política podía abrir su propio periódico si quería, y no era eso. Considero que cuando la libre competencia entró en la televisión y todo se redujo a la lucha por las audiencias para tener anunciantes murió la calidad.. y así un sin fin de ejemplos que me hacen tener ante la idea de libre mercado cierta prevención.
Y que por todo eso es necesaria una prensa libre e independiente. Del dinero pero también del poder. Y una televisión pública bien entendida que no es lo que tenemos. Y una política de fijación por el estado de ciertos límites al precio de algunas cosas, a ciertos salarios excesivos y obscenos, etc. Y políticos de verdad (que no es lo que tenemos). Y sanidad pública, y educación pública, y universidades públicas. Como últimos refugios en los que no deben entrar los criterios de interés ni de libre competencia, sino solo los de servicio público. Porque público no significa al servicio del gobierno de turno sino del interés del pueblo (y este que no siempre coincide con lo que al pueblo gustaría ni lo que vota).
Creo (no es una cuestión de fe, basta con mirar la realidad) que hay personas que están (viven, parten, compiten, coexisten, se relacionan, nacen..) en posición de inferioridad respecto a otras y que corregir esas desigualdades mediante un sistema político justo es lo que nos diferencia de los instintos egoístas que hacen que la naturaleza se mueva por el motor del interés y la comodidad. Creo que la razón de ser de la civilización es el autocontrol que caracteriza al ser humano diferenciándolo de los animales y sobre todo el altruismo de la protección de los más débiles. Ello no me impide ser consciente de la maldad que hay en el alma humana ni lleva a creer en presunciones generalistas injustas (la carga de la prueba siempre a favor de la mujer.., no hay malvados entre los inmigrantes,..el trabajador siempre está desprotegido,.. el cliente siempre tiene la razón..) sino antes estar al caso concreto. No obstante tiendo a ponerme a priori de parte del menos fuerte en la relación pues creo que es papel del estado proteger, que no es lo mismo que sustituir ni tutelar, a quien en la relación está con más frecuencia en posición de debilidad respecto al otro. Y sí, suele ser el trabajador respecto al empresario por ejemplo (en una cierta regla general a la que se pueden oponer excepciones que por serlo refuerzan la vigencia de la regla), el consumidor frente al proveedor de bienes y servicios (en directa proporción el número de casos al tamaño de la entidad y su distancia al cliente hasta el anonimato), el inmigrante necesitado de manera extrema sobre el nacional con problemas del primer mundo, la mujer que dice sentirse acosada o atacada, etc. Al menos como prejuicio desde el que informarme para abatirlo o reforzarlo. Y todo ello complementado por los principios básicos del estado de derecho: la presunción de inocencia, la exigencia de la prueba para la condena, la libertad de expresión...
Creo que hay facetas de la humanidad como concepto (el arte, la cultura..) que no dan dividendos per sé a menos que se vendan y se desnaturalicen, y que por ello es nuestra obligación promocionarlas para que no mueran. Como se protege a una especie por considerar valiosa la diversidad de la naturaleza sin egoísmos independientemente de su utilidad o su belleza. Como se mantiene una cadena como la 2 que por si sola no sobreviviría. Creo que no todo debe medirse por audiencias, beneficios o retuits. Y sin que ello signifique que haya que subvencionar cualquier mierda al que el primero que la haga llame arte. Para eso han estado siempre las academias de pintura, de danza. de literatura.. que nos decían a qué artistas merecía la pena apoyar por lo prometedor de su trayectoria o por su talento.
Estos son postulados generales que a menudo se manipulan para hacer ataques demagógicos contra quien así piensa pero que en mi opinión son verdades incontrovertibles que se modulan y matizan a veces al pasar de la categoría al caso concreto.
Creo que creer que existe gente que necesita ser más protegida que otra no es tenerlos por menos ni tutelarlos como si fueran menores de edad como me dirán demagógicamente los más liberales. Creo que es deber de quien es tratado mejor por la vida aportar para que a quien esta trata peor sin culpa alguna por su parte se le amortigüen los golpes. Hay algo en mí de demócrata cristiano si eso alguna vez significó tratar de llevar los valores que me enseñaron de pequeño a mi visión política: ayuda al pobre, protección del manso,.. Creo en el papel de reparto de la riqueza de la economía, de la progresividad impositiva, del equilibrio.. Creo en el estado del bienestar, en la Seguridad Social, en la sanidad gratuita, en la educación pública.. y en el derecho de quien quiera de complementarlos si quiere y tiene posibilidades. Creo en la necesidad de cubrir esos gastos con impuestos y en que deben pagar más quien más tiene. Creo en la responsabilidad fiscal progresiva y en contribuir en tu medida a la prosperidad del país donde vives. Creo en el control del gasto riguroso y en la persecución de la corrupción como una de las más graves infracciones penales. Creo en la buena gestión y en la persecución del derroche y la evasión fiscal. Creo en la racionalización de la administración para llegar donde esta ha de llegar y para controlar el gasto que supone. Creo que una vez fuimos los pobres de Europa cuando ingresamos en la UE y que entonces recibimos mucho dinero y subvenciones que salían de fondos que rellenaban países más ricos, y que en parte gracias a estar ahí y a aquellas ayudas ahora somos uno de los países ricos de la unión y nos toca apechugar a nosotros con los recién llegados.
Creo indecente lo que hacemos los ciudadanos de los países ricos con los hombres y mujeres que sin culpa alguna suya ni mérito nuestro, y solo por la azarosa cuestión de haber nacido más al norte o menos, nos miran con envidia soñando una vida mejor para ellos y sus hijos como siempre han hecho los hombres y las mujeres que vivían y sufrían las penurias y la guerra. Y que no merecemos el nombre de humanos si ante ese sufrimiento miramos para otra parte y nos escudamos en cuestiones locales que comparadas con su sufrimiento son necedades. Abramos la puerta de nuestra riqueza de países ricos al que sufre. Exijamos respeto a nuestros valores (El más hermoso de ellos es la solidaridad. El más valioso el estado de derecho) y coordinémonos para dar respuestas grandes a grandes cuestiones que están cambiando el mundo. .
Creo en el estado del bienestar (el estado social que dice nuestra Constitución) y en la idea de estado de derecho como los mayores logros en materia de teoría política del ser humano, que junto con la idea de división de poderes y libertad conforma mi concepción de democracia. Y en el derecho inalienable a la legítima lucha por la felicidad de todos los seres humanos. Creo en la obligación que tenemos de evitar el sufrimiento a quienes nos rodean y de castigar a los malvados que lo procuran..
Creo que son pilares tan fundamentales que me ofende su uso para cuestiones menores o frívolas pues creo que han de reservarse para lo importante dada su importancia en sí mismos.
Creo que no somos enemigos unos de otros. No creo en la lucha de clases, ya no solo como concepto obsoleto sino como idea en sí misma. Creo que la humanidad es, ella y cada sociedad en que se organiza, un ecosistema en el que todas las piezas tienen su papel y son necesarias. Y que hay que velar por el equilibrio entre carnívoros y herbívoros pues sin los unos no existirían los otros y viceversa. Es evidente que ha de haber quien se juegue su dinero y cree empresas, para que haya trabajadores que produzcan y bienes y servicios que se consuman. Y es evidente que ha de ganar más dinero que aquellos por el riesgo que asume. Igual que es igual de cierto en mi visión política que por la mera posibilidad de ese beneficio ha de exigírsele un plus de honradez en los negocios, y de responsabilidad laboral para con sus trabajadores y para con la comunidad en la que desarrolla su actividad (e incluso las demás sociedades con las que globalmente se relaciona e incluso con el planeta que comparte con los demás).
Creo en la planificación sobre el libre desarrollo del mercado. Y que a veces hay que poner límites al valor de algunos bienes independientemente de lo que marque la ley de la oferta y la demanda. Y en los precios públicos cuando hace falta esa intervención del estado. Y en las cuotas temporales por ley hasta que una cuestión tenida por la correcta se normalice.
No creo que el legítimo derecho a la búsqueda de la felicidad de las personas dé cobertura a la imposición de mis ideas sobre las de otro por muy seguro que esté de ellas, y menos si son por mera estética y no persiguen la protección del más débil. Creo que los verdaderos enemigos son los dogmatismos de todo signo. Y más que ningún otro los que animan a saltarse la ley si esta no está de acuerdo con sus postulados. Creo en el respeto entre discrepantes y en el dialogo siempre que sea posible para abordar y solucionar los problemas. Pero también creo en las líneas rojas, y en dar la mano abierta , franca y confiada, pero negarla y enfadarse con quien abusó de tu confianza si te quieren coger hasta el hombro aprovechando tu buena fe.
Creo en no tocar lo que funciona -En el fondo hay algo racional en el "rechazo al cambio" que todos llevamos dentro-. Creo en cambiar la ley desde la ley. Y que por suerte y gracias a la lucha de nuestros antepasados ya no vivimos (al menos en occidente) en tiempos donde sean necesarias las revoluciones. Y que las únicas válidas son las pacíficas que a veces sí hacen falta como llamada de atención de los poderosos. Y eso me hace "conservador" en su sentido más etimológico. Y "monárquico" a ojos de algunos, y "constitucionalista" a ultranza y en exceso a los de otros, cuando en realidad solo soy práctico y sería otras cosas si hubiera vivido en otros tiempos bajo otros sistemas y con otras normas mientras estas funcionaran para los fines para las que existen, que es lo que creo que le pasan a estas que tenemos, que funcionan para los que yo las quiero y dudo de que los cambios garanticen que lo que viniera fuera al menos igual de bueno. Pues soy muy de mejor lo malo conocido, solo que ni siquiera pienso que sea malo, y poco de creerme mis autoengaños idealizados como veo mucho a mi alrededor con republicanismos utopizados. Como si fuera a instaurarse la república y solucionarse al día siguiente todo lo que nos genera hoy problema, o a notarse en el aire una mayor "no se qué" (¿libertad? venga señores por favor, seamos serios.) Que me suenan a ridículos los argumentos de que son mejores los elegidos que los coronados o están más legitimados. Porque conozco el papel simbólico de un jefe de estado en un sistema parlamentario (sea nombrado por el sistema que sea) y tengo la información suficiente para salir del bucle infantil del discurso que equipara a la corona española con los reyes absolutos del antiguo régimen por mucho que los agitadores me lo quieran presentar como realidades iguales y los simples entren por ese aro. Me suena tan absurdo como me sonaría debatir agriamente hasta la agresividad sobre las notas del himno. Igual de heredado, igual de útil o inútil, igual de simbólico. Y me enfada que no se vea más que el trapo de la tela de la bandera en lugar del significado sobre el significante. Los símbolos, conviene recordarlo, son la concreción material de algo.. en este caso de los españoles. Se me insulta a mi, y a mis antepasados, y a mi cultura y a quienes fuimos para llegar aquí.. no se insulta una tela, una pieza musical o una persona particular cuando se ofende una bandera, un himno o un rey.
Creo que la transición reciente fue uno de esos extraños milagros de convivencia que a veces se producen en la historia cuando se suman muchas casualidades (hombres y mujeres de alta talla moral con visión de estado, capacidad de trabajo y renuncia, miras por los ciudadanos de los que son gobernantes, etc.) que deberíamos tener siempre como ejemplo. Y yo, aunque niño, tuve la suerte de vivirla. Y por ello me molesta tanto que se la insulte frívolamente.
Creo en el valor de pensar por uno mismo y en el individuo en ese plano. En el sentido crítico. En formarse opiniones en base a información veraz y no a la víscera. Por encima de las supuestas lealtades y de los intereses. Por encima de la pasión, el grito y el enfado manipulable de los sentimientos exaltables por los líderes que saben hacerlo. Creo en la honradez y en la verdad. En el sentido de lo que está bien y lo que no, en las escalas de valores personales construidas sin la mancha del egoismo. En hacer lo correcto. En hacer tu parte del contrato social. En la justicia (la real, la natural, la que llevamos en el corazón y nos hace saber cuando algo es correcto o no), y en la bondad del ser humano como norma en su concepto más estadístico.
Tengo lo que defino como un patriotismo por derivación. No me llaman demasiado los elementos simbólicos per sé sino por lo que significan. Y desde ese punto de vista los valoro y tengo en su estima adecuada que no es poca. No soy muy de banderas ni patrias en su aspecto más folclórico ni entiendo el sentido de orgullo por algo que yo no haya hecho. Sobre todo y antes que nada soy en este sentido un convencido creyente en que lo mejor de lo que nos hemos dotado es de la misma idea de un ordenamiento jurídico. Sí. Lo confieso. Creo en el sistema y en líneas generales no solo confío en él sino que considero que es nuestra mejor protección frente a la barbarie y la incivilización. Y creo que una de las mejores previsiones que tiene es la contemplación que conlleva ya de serie de la posibilidad de su propia reforma. De la ley a la ley. Creo en su mejora, su progresión y su evolución adaptativa, pero desde él y al ritmo adecuado, no al que a algunos les gustaría para imponer su visión.
Sé que soy un afortunado por haber nacido en este país, uno de los mejores del mundo, y agradezco tal circunstancia fortuita cada segundo.
Creo en la importancia de las fronteras. Las de España marcan el territorio donde rige la ley que conozco, se desarrolla mi cultura y mis costumbres. El espacio en que se da aquello que soy por decantación de los siglos. Donde viven mis compatriotas (que esos sí son mi patria sin necesidad de matices), son obligatorias las leyes que concretan en normas obligatorias para la convivencia del día a día nuestros valores y principios, y se habla la lengua en que me expreso. No es mejor que lo que hay dentro de las fronteras del país de al lado, ni peor, ni superior o inferior, son las mías, las que me han tocado en suerte. Y se dan dentro de esas líneas imaginarias que hemos conveniado. Por ello creo importante que los potenciales cambios que las afecten (sean pactados o violentos, invasiones, entradas ilegales, previstas, hechas correctamente, turísticas, comerciales,..) sean tratadas dándoles la seriedad que requieren Desde ese punto de vista mi patriotismo y sentido de patria.
Creo que la Democracia como sistema necesita un reajuste y una buena repensada pues está demostrando verse aviejada por las grandes distorsiones que conlleva el paso del tiempo. la costumbre acrítica, etc. Creo que en el resto de facetas el mundo occidental va a gran velocidad (sobre todo en tecnología) y que sin embargo nos seguimos gobernando por principios del siglo XIX que quedan muy bien como letras en un frontsipicio pero han perdido sentido en muchas ocasiones. Tal vez sea cuestión de reformularlos y seguir con ellos. O de buscar otros que den base a nuestro sistema. Yo soy más de la primera opcion. Lo que es un hecho es que ya no significan lo mismo que entonces.
Se hace necesario adaptar la idea de igualdad, y la de que el pueblo está preparado para tomar todas las decisiones, y la de que las mayorías dan la legitmidad,.. la práctica democrática ha demostrado con creces que no siempre son verdades universales y a veces conllevan injusticias que hacen al sistema débil.
He sido un convencido activista contra la pena de muerte desde que recuerdo. Sigo creyendo, desde mi educación cristiana, que ningún valor hay por encima de la vida y que nadie (Ni el estado) puede saltarse esa norma sagrada. Sigo creyendo en el valor de reinserción social de la pena, que estoy seguro se cumple en la mayor parte de los casos. Y sin embargo mi convicción ha ido decreciendo respecto a esto con la edad. Ya no es tan firme como cuando tenía 18 años. He descubierto en mí con el paso del tiempo una faceta comprensiva respecto a la venganza ordenada (La de la ley por supuesto, no la del particular) que me lleva a admitir cosas que con 20 años me parecían monstruosas como la cadena perpetua (o ese eufemismo que nos hemos inventado recientemente al que llamamos revisable) para ciertos casos de maldad monstruosa y peligrosa para la sociedad si están libres.
Sigo creyendo que en el delito interviene de manera definitiva el bagaje personal en muchos casos (realidades marginadas, etc..), y que en esos casos concretos me llevan a la mayor comprensión del por qué de la actuación del delincuente. No me siento legitimado moralmente para tener el mismo nivel de exigencia ética y de sujeción a la ley con algunas realidades cuya tragedia personal considero deben actuar como atenuante. Pero tengo claro que esas situaciones son minoritarias y no una regla general como hay quien se empeña en presentarnos.
Creo en el control férreo, diligente y cercano del pueblo a las instituciones a las que da poder del que se puede abusar. Pues no solo creo que es ingenuo pensar que no se vaya a abusar de ese poder sino que la experiencia y la historia nos dice que la tendencia a hacerlo es automática pues el poder corrompe. Es una fórmula matemática, no una posibilitad. Por ello y ante este hecho contrastado e indiscutible creo que es tan importante generar mecanismos de legitimidad para dar ese poder como mecanismos para controlar las desviaciones que van a aparecer seguro. Si das poderes especiales al cónsul nombrándole dictador con el tiempo querrá ser emperador. Eso ha sido así siempre y siempre será así. En todo colectivo hay además manzanas podridas. Las distorsiones se van a dar sí o si. Vigilemos. A los políticos, a los poderosos.. y a los propios vigilantes. Pocos colectivos me merecen tanto respeto como los que se juegan la vida por mi (policías, ejército..) pero a quien damos poder para ejercer la violencia hemos de controlar especialmente pues en su caso si se dan abusos (torturas, uso indebido de la violencia..) las consecuencias son las más graves.
Creo que hay malvados y que hay que protegerse de ellos. Creo que el uso de la fuerza es la peor de las soluciones posibles siempre y que la violencia es un mal, pero también creo que por desgracia en ocasiones contadas es necesario. Y que precisamente por ello renunciamos individualmente a su uso para cederlo a expertos y creamos el concepto de uso legítimo y se lo reservamos a personas que deben estar entrenadas para su utilización proporcional y fría. Y que es un bien jurídico tan importante que hemos de ser especialmente vigilantes con su uso y radicales en la intolerancia respecto a su abuso. Creo que a quien damos el uso legítimo de la fuerza hemos de darle un plus positivo en cuanto a reconocimiento y prestigio social por la peligrosidad de su misión (en forma de remuneración tampoco estaría mal) pero que debe ir acompañado de un plus negativo de exigencia mayor de honradez y cumplimiento de la ley de manera escrupulosa que lleve aparejadas penas agravadas en caso de infracción por serlo.
Algo similar (en cuanto al plus de exigencia ética y ejemplaridad) me pasa con ciertas profesiones como la judicatura, la política, la medicina, la docencia, la función pública..
Creo que el mayor enemigo de un correcto funcionamiento de la administración es el miedo a la acusación de prevaricación y a ser acusados de favorecer a alguien que impide a los funcionarios ser valientes y tomar decisiones. Y que ello junto a la peor forma de liderazgo y dirección concebible hacen de nuestra administración un muerto inútil e ineficaz que paraliza en lugar de agilizar escondiéndose tras la excusa de la seguridad jurídica.
Creo que un gran poder conlleva una gran responsabilidad y que ocupar cargos públicos que implican poder (capacidad de influir en la vida y la felicidad de las personas) debe conllevar un plus de exigencia ética y de honradez, y sí creo que defraudar esa confianza depositada en ellos por el pueblo debe conllevar penas agravadas por el hecho de serlo. Ha llegado un punto en que al contrario de lo que dice la presunción de inocencia creo que un político me debe demostrar su honradez y tener la carga de la prueba pues presumo su egoísmo e interés. Haberlo cuidado antes. Ahora mi desconfianza hacia vosotros ya se ha instalado.
Creo que es obligación del gobernante a veces liderar aun contra lo que a sus votantes les gustaría. Velar por su interés por encima de su voluntad momentánea como masa, sin confundir ese interés general con su voluntad propia. Creo que es su obligación estar mejor informado que el vulgo y tener visión de conjunto, y no dejarse llevar por el tuit o la popularidad como indicadores de medida de la calidad de su ejercicio del poder, sino la felicidad de su pueblo.
Y, bueno, en cuanto a otros miles de temas.. creo que vamos hacia la destrucción el planeta a largo plazo pues no sabemos dejar de ser egoístas y las generaciones futuras nos pillan demasiado lejos, creo que es obligación de los gobiernos reajustar mediante leyes obligatorias que nos hagan hacer cosas que a veces no queremos hacer pues hay causas más importantes que nosotros mismos...
..Creo que hemos olvidado (por suerte en cierto modo) la idea de actuación de emergencia que en casos de guerra por ejemplo une a los pueblos por una causa común haciendo comprensibles los sacrificios necesarios y renuncias personales por algo superior a cada individuo. Y que a veces habría que recuperar esa idea ante ciertos retos.
Creo en la vida como bien supremo y creo que dentro de muchos años si se recupera cierta cordura ética se mirará a esta época con asombro asqueado respecto a lo que hicimos con la comprensión del aborto por comodidad egoísta en muchos casos (Respeto mucho algunas situaciones, pero no tanto otras). Aunque en realidad me da más miedo que la naturaleza humana egoísta se haya impuesto para entonces en su vertiente más triste y la visión que se tenga de nosotros en este sentido dentro de 300 años sea comprensiva porque ese egoísmo se haya convertido en ley que rija en toda las cosas y actos. Creo que el asunto es de una gran complejidad y no se pueda abordar con soluciones simplistas y maniqueas, pero desde luego lo que no concibo es su configuración como un derecho de la mujer. Me gustaba la óptica que estudié en la carrera que entendía que el aborto era un delito para el que , como con el homicidio con la legítima defensa, había excepciones sumamente comprensible que lo despenalizaban. Pero el mensaje de cual era la regla general quedaba claro.
Me importa poco cual sea la forma de organización del estado mientras la que se decida tenga por fin la felicidad de los ciudadanos y no atente contra la igualdad que debe haber entre nosotros. Hay aspectos en los que entiendo que el centralismo de su regulación debe ser regla en la competencia del estado, hay realidades más cercanas en que me parece que la proximidad de lo local ayuda,.. Me parece manipulador el debate federalista vs centralista, autonomista vs nacionalista, nación contra nacionalidades, (¿Se creen que somos idiotas?. bueno,.. No pregunto, afirmo..), me hacen reír expresiones que nos hemos inventado para contentar a algunos (Y que encima nunca lo lograron) en sus ambiciones diferenciadoras y elitistas, como Comunidades históricas, nacionalidades, etc.
La parte de mi que aun vive en la utopía sigue pensando en términos supranacionales y a pesar del desengaño que han supuesto realidades como la Unión Europea o las Naciones Unidas sigo creyendo en el europeísmo y en una cierta forma de autocontrol mutuo mundial.
Nada me parece más malvado y ridículo que el nacionalismo localista y tribal (Y mi concepción de tal cosa es bastante amplia) que basa todo un constructo político en el orgullo por algo que no has hecho tú y en el azar de haber nacido en un punto geográfico u otro.
Temo más que ninguna otra cosa en política a los populismos que apelan a lo visceral por encima de la reflexión moderada y la razón. Sé de la facilidad con la que los simples pasan de las palabras a los hechos cuando se les sabe agitar, y en el efecto contagio que tienen las posturas acríticas, y en lo poco que hemos aprendido de la historia. Temo a los polemistas y agitadores que obtienen sus orgasmos de atemorizar al vulgo acrítico necesitado de un enemigo enfrente.. Temo la necesidad tan históricamente española de dejarnos llevar por la víscera sin pensar.. Me da miedo el dogmatismo que tienda a pensar que el otro está equivocado y que el mundo sería mejor si todos pensamos como yo (así que a los otros hay que arrinconarlos hasta que seamos tantos como para que huyan o los eliminemos)
Y seguro que hay muchos más temas sobre los que tengo opinión política y que ahora no se me ocurren.
...
Y ya.