Durante un tiempo hice selección de recursos humanos. En aquella época se estaba produciendo la transición en este campo del mercado laboral entre habilidades/conocimientos y competencias. Eso significaba que a los consultores-seleccionadores (Los que diseñábamos los puestos requeridos según las necesidades de cada empresa y sus correspondientes procesos de selección -los organigramas y dependencias, los perfiles buscados, las funciones, los salarios, los contratos.., las convocatorias de las plazas, los elementos a comprobar en el CV, las pruebas a los candidatos, las cuestiones en las entrevistas de selección,..-) nos entrenaban a su vez para pasar de saber detectar destrezas y aprendizajes a detectar capacidades y competencias en los candidatos. En resumen que en vez de averiguar si una persona que se presentaba para un puesto administrativo sabía la diferencia entre neto y bruto, o sabía cual era la tecla de copiar y la de pegar texto en el procesador, atender al teléfono o mecanografía.. lo que había que averiguar era si esa persona tenía capacidad para trabajar bajo presión o detectar rechazos a trabajar en entornos virtuales o al cambio, o si se le daba bien trabajar en equipo en los puestos que así lo requerían, ser flexible, adaptarse a modificaciones, abordar tareas reactivas a medida que se presentaban sin desatender lo planificado, visión estratégica, lealtad a la empresa, planificar con antelación, tener sentido del deber y ética del trabajo, orientación a objetivos, responsabilidad ante los plazos, etc.
De entonces guardo una cierta deformación profesional que aplico a mis relaciones personales, y he llegado a la conclusión de que en el futuro una de las competencias que más deberían buscarse (en los profesionales y en las relaciones personales) es la de "Comprender correctamente la realidad" (O "dimensionar", como se dice ahora), porque hoy soy mucho más consciente de la gran cantidad de personas que carecen de ella, que viven en realidades paralelas, que creen que el mundo funciona con unas reglas que no son las reales (o peor que creen que las correctas son otras y actúan conforme a ellas -hasta ahí bien- ignorando las reales por no encajar con su ideal modélico sin tener en cuenta las consecuencias dañinas para ellos y quienes les rodean de hacer eso).
Uno de los rasgos de la esquizofrenia es la desconexión con la realidad, y me he percatado de la gran cantidad de personas que no entienden cómo funciona el mundo. Son tantas que tengo una extraña sensación; la de lo que llamo "esquizofrenia social" o al menos muy extendida.
Y no hablo de ética o justicia. No hablo de cómo debe ser. Hablo de cómo es. No se trata (en esta entrada del blog al menos) de entrar a valorar ahora si el mundo funciona con unas normas que sean o no las correctas o éticas, o si hay que cambiarlo. Ese es otro debate. Se trata de la sorpresa que me llevo cada vez que me doy cuenta de la cantidad de gente que no sabe "manejarse" en la realidad, hace lecturas equivocadas, parte de premisas incorrectas, análisis erróneos que nadie se explica de donde han podido sacar, etc.. y se frustra cuando la realidad le devuelve una respuesta que no es la que esperaba (aunque cualquiera vería como evidente que iba ser así).
Por ejemplo creo que es deber de todo padre inculcar en sus hijos un sentido idealista de mejora de la realidad en la que vive (de justicia, de paz, valores morales y éticos..). Incluso utópico.. pero tan importante como eso es hacerle saber cómo funciona el mundo de verdad y que conozca la existencia de la maldad y la injusticia. Que sepa las reglas para saber cuales debe tratar de cambiar si quiere y las considera merecedoras de tal cambio, pero para que no le pillen de sorpresa ahí fuera. Ninguna actitud me parece más errónea (e incluso peligrosa a veces) que actuar en la vida sólo según "como deberían ser las cosas" (tapándose los ojos a cómo son realmente en un intento absurdo de esperar que así cambien) en lugar de regirse por la regla de actuar por "como son" y tratar de cambiarlas si te parecen injustas. Hacer eso lleva a la frustración, al desencanto y a la resignación finalmente cuando te das de bruces con el muro de la realidad. Eso hace que luego haya desajustes a su llegada al mundo laboral, a la política, a la empresa, a la economía, a la vida en comunidad y sociedad (en una comunidad de vecinos, respecto a la delincuencia, en las relaciones con los demás, en el matrimonio ..), en sus relaciones con las administraciones, etc.. Sus análisis son erróneos porque sus referencias son solo las idealistas de mejora sin tener en cuanta los aspectos negativos (Solo parten del deber ser sin tener el cuenta el ser). Hay que conocer las verdaderas dimensiones y reglas del mundo. Por injustas que sean. Negarlas y actuar como si no existieran, o equivocarse en su análisis es suicida. El modelo es la referencia a perseguir, no la foto de la realidad existente. Y es en esta en la que vivimos y aquella la que perseguimos.
En este sentido el mayor enemigo es el dogmatismo de creerse en posesión de la verdad y el "sentido común" que todos creemos tener. Todas las personas creen interpretar bien la realidad y conocer las reglas. Y nadie se quiere bajar del caballo de su error. Y todos quieren que los demás interpreten la realidad como ellos lo hacen. Y por tanto tiene al resto por equivocados. Y ese en el fondo es el problema. De ahí la importancia de detectar a los que sí lo hacen correctamente.
Por ello creo que quien acierte con la herramienta de detección de esta competencia será bienvenido en la sociedad futura. Quien sepa detectar quién tiene y quién no ese don habrá encontrado la herramienta que abrirá la puerta del éxito. No todos la tienen y hay que hallarla en quien esté. Hay que encontrar a quien la tenga. Esas personas que saben leer el mundo y como funciona realmente son los que se mueven por sus caminos sin problema. Esa es la clave. Y desde ese conocimiento (y la indignación que provoca saber lo injustas que son muchas veces las reglas) tratar de cambiar el mundo a mejor.
Y ya
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