domingo, 7 de marzo de 2021

SERES SUPERIORES


¿Qué duda cabe de que hay personas que son superiores a otras? Parece obvio y sin embargo el pensamiento políticamente correcto nos hace temer reconocerlo en alto como si ello conllevara automáticamente la pertenencia al partido Nazi. Me atrevería a decir, si ello tranquiliza a los correctores políticos (y correctoras), pero sobre todo porque lo creo, que toda persona es superior a las demás en algo. Y no solo no hay en ello nada de malo sino que es lo normal y además da igual reflexionar mucho sobre ello ya que es inevitable. Pero no quiero refugiarme en el argumento fácil. Porque hoy hablo de esas personas que son claramente superiores a las demás por alguna habilidad excepcional, talento, genialidad, etc. que los sitúa en ese espacio reservado al que llamamos élite.

Soy incapaz de imaginar mirando un tablero de ajedrez más allá de lo que puede hacer mi oponente en la siguiente jugada si yo hago determinado movimiento. Y ello no me impide admirarme con asombro y reconocer la evidencia de que hay quien puede tener en su cabeza todas y cada una de las posibilidades de una partida, cada respuesta y las variantes que abre, cada reacción a lo que el otro pueda hacer, las probabilidades, etc.

Hay gente que juega en otra liga. Que digo otra liga, que juega a otro puto deporte. Son los socios del club de ver la sexta jugada de ajedrez. Es evidente que es así.

Leo en el periódico de hoy un artículo sobre la memoria fotográfica, la capacidad eidética de retener imágenes (textos, páginas enteras, libros completos, planos detallados..) que algunas personas poseen y que me provocan inmensa envidia. Oigo de esas personas que "ven" las notas musicales en su cabeza como colores, las que pueden leer tres libros en una noche y retener su contenido con capacidad sintética y comprensiva. He hablado mil veces con amigos de la posibilidad de que a las personas a las que llamamos valientes les falte el gen en que habita la precaución o el miedo haciéndolas más audaces y menos temerosas del riesgo (montañeros, deportistas de riesgo, algunos militares, pilotos, astronautas, etc..), escucho leyendas urbanas de contadores mentales de cartas que usan su habilidad para estafar a los casinos, reconozco en la historia dotes de mando y liderazgo en personas concretas, visión estratégica de grandes generales que son capaces de tener en su cabeza todas las incidencias posibles de una campaña (y que tienen el dudoso talento de ver a las personas como recursos prescindibles, que todo hay que decirlo. No todos los talentos son positivos)..

Es un hecho demostrable que hay personas con un talento que les sitúa muy por encima de los demás.

Hay catedráticos de filosofía que dedican toda una vida de estudio a reflexionar, escribir ensayos y enseñar en torno a conceptos epistemológicos, a la fenomenología, a qué es o no la verdad, a si la esencia precede a la existencia o es al contrario.. Hay matemáticos, físicos teóricos que viven en una realidad distinta a la del común de los mortales entre cuantos y cuerdas, en realidades abstractas en el más amplio sentido de la palabra. 

Una reacción muy frecuente ante nuestra incomprensión de estos niveles es la ridiculización de todo lo que no tenga una inmediata aplicabilidad pragmática. Es normal ver reacciones de rechazo irónico (¿Y eso para qué vale?) a este tipo de personas en lugar del reconocimiento de su superioridad intelectual. Ello conllevaría lógicamente el de nuestra inferioridad ante ellas y no estamos dispuestos a hacerlo salvo que nos obliguen o nos podamos refugiar en la aceptación generalizada de la misma. 

Ese mismo esquema se puede aplicar a la franja más "ordinaria". A la nuestra, a la común, a la que todos los demás pertenecemos. Miro a mi alrededor y no me cuesta nada encontrar seres superiores a mí en habilidades concretas y talentos específicos. A todos nos pasa. Nos generan admiración quienes manejan con soltura habilidades sociales que a nosotros nos cuestan, a quienes se juegan la vida con valentía cada día en su trabajo, a quienes dedican tiempo de manera altruista a causas, a quienes hacen operaciones matemáticas con gran rapidez, a quienes tiene el don de la elocuencia, a quien se expresa con emoción, a quien ve oportunidad de negocio donde los demás sólo vemos una cosa sin valor, al alma sensible que transforma una gota en el cristal en poema, a quien tiene la magia de reconfortar al otro y saber escucharle que a nosotros nos falta, o al paciente, al tranquilo, al dueño de si mismo y de su destino, a quien tiene la fuerza de voluntad que nos es ajena.. 

Igual cultivar la humildad de reconocer la superioridad del otro y trabajar con asertividad la capacidad de encontrar la faceta en que somos superiores y exigir su reconocimiento serían un buen primer paso.

Y ya.

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