viernes, 8 de abril de 2022

LA CONDENA DE LA CURIOSIDAD



VERDUGO: -Sócrates, ¿Para qué aprendes una nueva melodía
a la flauta si vas a morir en unas horas?
SÓCRATES: -Para aprovechar el tiempo que me queda y aprender
esta nueva melodía antes de morir.

"Mi padre pasó el día anterior a que lo desconectaran de la máquina que mantenía su hilo de vida, tal como él había pedido para cuando llegara el momento, leyendo su vieja enciclopedia. Leer y aprender cosas nuevas, satisfacer su curiosidad, había sido siempre su mayor fuente de placer, así que, con esa última cena intelectual del condenado, en cierto modo estaba pensando sólo en sí mismo al disfrutar de tal forma esos momentos en lugar de pasarlos despidiéndose de sus seres queridos. Hubo quien consideró que aquello, amén de raro y egoísta, era inútil, pues no iba a llevarse sus nuevos conocimientos a ningún sitio ni le iban a valer de nada unas horas después. A mi, que lo veía pasar las páginas saboreando la lectura, me pareció lo normal conociendo a mi padre. Era su disfrute desde que le conocía. Mi recuerdo de él es leyendo. Su hambre incansable de sabiduría, su necesidad obsesiva de aclarar dudas, sus ganas de aprender, su curiosidad innata,.. eran mi herencia y sabía lo que se sentía. Hay para quien la frustrante sensación de saber que queda tanto por conocer es una gozosa condena. De hecho lo que me asombraba no era eso, sino la tranquila serenidad con la que pasaba las páginas. Hubiese entendido una prisa febril por acaparar más nuevas ideas y conceptos en aquellos instantes finales. De alguna manera se estaba despidiendo de sus mejores amigos."

-La maldición del curioso-



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