jueves, 24 de noviembre de 2016

OBSERVADOS: TESIS DE LA ACEPTACIÓN DEL VOYEURISMO INSTITUCIONALIZADO



Siguiendo instrucciones de las propias entidades y del comunnity manager de la policía nos agachamos y miramos con desconfianza en el cajero antes de marcar nuestra clave no sea que haya una cámara grabando los números que presionamos para conseguir acceso. Leemos en prensa cada día casos de mujeres que denuncian en vestuarios, baños públicos, probadores, etc. sentirse observadas o directamente haber encontrado tras una rejilla una cámara para grabar sus desnudeces. En Japón se convierte en epidemia el voyeurismo en diferido de los enfermos que graban desde un ángulo bajo a mujeres por la calle bajo las faldas, bajo las mesas de los restaurantes, en el transporte público.. Las autoridades empiezan a recomendar tapar la cámara web de nuestros equipos ante el alarmante crecimiento de denuncias por hackeo invasor de nuestra intimidad mientras nos creemos a salvo de miradas indiscretas en una aterradora versión de película de miedo. Por las calles proliferan las cámaras de control de tráfico, vigilancia de edificios, etc. hasta el punto de que las series policíacas de televisión ya acuden a sus grabaciones sin rubor como recurso de manera aburrida y constante demostrando la falta de imaginación de los guionistas haciéndonos creer (tal vez con razón) que nadie escapa en ningún momento de su mirada inquisitiva y probatoria. Y puede que sea cierto porque los informativos se llenan de imágenes de grabaciones desde joyerías, bancos, edificios públicos, gasolineras.. en que quedan recogidos los actos de los criminales y que son a las primeras pruebas a las que acude la policia en la investigación de los delitos junto a la localización por el teléfono móvil. Se ha convertido en una de las más comunes formas delictivas entre la gente la de pedir bajo chantaje imágenes comprometidas o usar estas una vez obtenidas para chantajear. Los radares nos fotografían impunemente en las carreteras...

Este verano una chica que repostaba delante de mi en una estación de servicio sufrió un golpe de viento que durante un glorioso segundo dejó al aire su culo al levantarle la falda. No habían pasado ni dos minutos desde que se fuera tras pagar cuando los trabajadores de la gasolinera estaban buscando la grabación. No estoy seguro de que no esté ya por internet.
El otro día un tipo denunció a las tabaqueras por usar sin permiso su foto enfermo en las cajetillas. Es este un mundo audiovisual en el que todo el personal lleva una cámara presta a grabar lo que le rodea, el imperio del selfie, y en el que los telediarios y los programas en general de la parrilla televisiva toda se nutren de imágenes y vídeos enviados por los espectadores.

Hace unos días unos amigos que me acompañaban a un acto entraron antes que yo al salón donde se iba a celebrar el mismo minutos después y, siguiendo sus instintos inmaduros, dios los guarde, estuvieron haciendo bromas simulando que robaban el premio protagonista de la jornada del estrado en el que estaba.  
Ellos no lo sabían pero se estaba retransmitiendo en streaming para toda España y todo el mundo pudo ver sus chanzas sin sonido.

Sospechosamente la aplicación que nos permite dictar textos a nuestro teléfono no funciona si no hay conexión a internet. Sabemos a ciencia cierta, así lo han reconocido los gobiernos mundiales después de que nos lo desvelaran confirmando nuestras sospechas Snowden y Wikileaks, que TODAS nuestras conversaciones por whatsapp, messenger, teléfono, navegaciones por internet, etc. son grabadas (y guardadas durante años) para efectuar barridos ¿aleatorios? en busca de elementos que atenten contra supuestas seguridades nacionales. Los twits de nuestra salvaje y alocada juventud son recuperados para ser arma arrojadiza en la lucha política..

Lo hemos aceptado todo por comodidad pues nos dan a cambio conectividad y supuesta tranquilidad. Nos sentimos colaborando en la lucha antiterrorista, aportando nuestro granito de arena en forma de cesión de nuestra intimidad.

Cuando Orwell se imaginaba como podía ser esto se quedaba corto.

..Y todavía va al tío de al lado mío en el semáforo y me pregunta to chulo ¡¿Y tú que miras?!

Y ya.



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