sábado, 7 de enero de 2017

EL PLACER DE ITACA


- Me alegran estos encuentros periódicos Arioc -dijo el ángel.
- Si, aunque nos hayamos acostumbrado a ellos desde hace tantos miles de años, lo cierto es que son necesarios para el equilibrio interno y yo los echo de menos cuando por alguna razón se retrasan -respondió el aludido.
- ¿De qué te apetece que hablemos hoy? -inquirió Ismael mirando con gesto displicente desde su atalaya privilegiada sobre la humanidad.
- Propón tú el tema -dijo el demonio-, ya que me has hecho subir es lo mínimo.
- Reflexionaba hace unos días sobre los cazadores. Los hay de dos tipos: aquellos que disfrutan con el hecho mismo de la muerte y los que lo hacen con el acecho. Para los primeros la persecución de la pieza es un precio a pagar, a veces incluso incómodo. Les basta con ese disparo último. Les basta con la muerte. Para los segundos lo de menos es el resultado final. Lo importante es el seguimiento en si mismo, las huellas, los rastros, la jornada, el compañerismo, sentirse vivos formando parte de la naturaleza.
- Interesante -apostilló Arioc arrellanándose para buscar la postura más cómoda de cara a una conversación inteligente-. La categorización entre procesalistas y finalistas. El eterno dilema que tan bien supo reflejar Kavafis en su poema.
- No hay juicio en mi elección del tema de hoy.
- Por supuesto. Esa es la regla de nuestras tertulias -confirmó el demonio.- Nada de bien ni mal, nada de opinión.. únicamente mirar a los humanos y tratar de entenderlos.
- Pero también me he dado cuenta de que esa no es una clasificación que valga siempre -reflexionó-. Nadie concibe una corrida de toros que sólo consista en la espada matando al toro. La esencia es el camino hasta ese momento.
- Pero es inconcebible sin el resultado final ¿O no?
- Ni nadie entiende a un opositor que solo estudie sin buscar el aprobado- rió Ismael.
- Muy cierto.
- Me he fijado en los dos tipos de amantes que tienen estos humanos. Responden a las mismas categorías: Los seductores que gozan del placer del reto hasta la consumación y los que se ven obligados a ello para conseguir lo que realmente quieren. Esos que solo quieren el placer postrero.
- Curiosa comparación Ismael. Efectivamente unos son cazadores dedicados al proceso, hedonistas que disfrutan más del camino que del premio. Otros hacen lo que sea, aunque no disfruten con ello, con tal de obtener aquel, que es verdaderamente la esencia de su deseo...-se detuvo un instante-. Pero es que estarás conmigo -prosiguió al cabo de un momento- en que es una meta poderosa en sí misma sin necesidad de más acompañamientos ni previas trivialidades.
- Eso encierra juicio por tu parte, creo. Y justifica a los violadores y los malos amantes que no quieren preliminares -rió el ángel abiertamente.
- Jajajajaja. Es verdad. Es difícil no caer en esa tentación. Al fin y al cabo soy lo que soy. Pero a mi no me engañas, son muchos años juntos;.. porque tú simpatizas con los primeros.
- Puede ser -reconoció- ¿Crees que son los mismos que encuentran mayor placer en documentarse para escribir un libro que en llenar de palabras las páginas en blanco una vez encontrados todos los datos? 
- O los que tocan el éxtasis mientras preparan un viaje durante meses soñando con los lugares que visitaran y cuando están allí sólo sienten la victoria de haber vencido sus miedos o de haber alcanzado sus metas.
- Piensa en los coleccionistas. Son ejemplo de los primeros en su mayor parte. Cuando completan sus colecciones las almacenan en sus cajones, sótanos y armarios y sólo de vez en cuando las sacan para su disfrute, o, expuestas, no las hacen apenas caso. Con lo que costó conseguir cada pieza...
- .. Te entiendo- afirmó Arioc-. Encuentran el placer en el itinerario, en el reto de conseguir sus codiciados elementos. No tanto en tenerlos en sí mismos.
- Y los que esperan meses y años una nueva obra de su autor favorito, de su torero, de su cineasta..
- O los que sueñan con premios y prebendas y una vez las obtienen no las gozan como las gozaron en su imaginación previamente cada noche al acostarse.
- Efectivamente. 
- Ese es otro buen tema. Otro día deberíamos hablar de la frustración de las expectativas.
- Ciertamente.

- ¿Y al cabo..no es esa la diferencia con mayúsculas entre unos hombres y otros? ¿No ha sido la que los ha distinguido durante eones de tiempo? ¿Esa que separa entre los que sólo tienen por meta la muerte (para bien o para mal, para la esperanza o la desesperanza) y los que son conscientes de estar viviendo la vida en cada momento sea cual sea el destino que les espera luego?

Y ya.

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