sábado, 20 de mayo de 2017

LA INCREÍBLE HISTORIA DE TEETHLESS MAHONEY



Esta historia comienza con un tesoro encontrado. Un auténtico tesoro de monedas de oro. Antiguas y brillantes monedas escondidas en una vasija de barro hallada bajo un suelo de tablas en una casa en ruinas. Una casa antigua y abandonada hacía más de un siglo. Los más viejos del lugar la llamaban la casa del prestamista.
Esta es la historia de dos albañiles a los que contrataron para limpiar un solar en un pueblo castellano. Yo la conocí de labios de un familiar cercano de uno de ellos, nuestro protagonista, a quien su primo, en un giro literario de gran calidad, dibujó gráficamente con la expresión ".. Como había tenido una vida llena de vicios no tenía dientes.".. Y es el relato de un golpe de fortuna. El que tuvieron los dos paletas arrasando con las ruinas de aquellas viejas paredes de adobe que les habían encargado despejar para construir en aquel solar de aquel pueblo castellano.
Nuestros dos ñapas encontraron algo durante el derribo, y con los ojos como platos se lo repartieron sin avisar a nadie conjurándose en guardarse mutuamente el secreto. 24 monedas para cada uno fue el acuerdo.
Pasaron los días. Uno de ellos estaba intranquilo. La conciencia le carcomía por su robo. El otro, nuestro protagonista, el primo de nuestro confidente, no tuvo tantos remilgos. Se dirigió a un tasador sin escrúpulos que le compró parte de su tesoro por mil euros la pieza. El perista quiso comprarle el total de su parte del botín pero nuestro desdentado prefirió guardarse algo para el futuro.
.. Y al salir, con el fruto de su hurto en la cartera, 14000 euros, se dirigió a una clínica dentista para ponerse toda la dentadura que le faltaba desde hacía años. Pagó en B y en metálico. 7000€ del vellón. Y luego se fue de putas.
Se encerró en una habitación durante tres días con un par de chicas, ocho cajas de Vega Sicilia Valvuena de 2009 y toda la coca que le permitió comprarse el dinero que le había sobrado tras el implante. Pero al tercer día el dinero se agotó y las chicas no quisieron seguir trabajando gratis y a este listo solo se le ocurrió enseñar una de las monedas de su bolsa en prueba de su poderío y de que podía hacer frente a sus acreedores llegado el caso. Las chicas, poco acostumbradas a la falta de metálico y al color del oro antiguo, llamaron enfadadas al encargado, quien ni corto ni perezoso, temiéndose la estafa, llamó a su vez a la Guardia Civil.
Y estalló el tema. Que si de dónde has sacado esto Eusebio, que si más vale que nos lo cuentes, que si es peor callárselo.. Y su colega de andanzas cantó de plano entregando de inmediato, asustado por las consecuencias, todo su tesoro.
Cuenta la leyenda que allí en el cuartelillo se presentó Carlos interesándose por su vecino y ofreciéndose a ayudar. A Carlos lo llamaban todos en el pueblo "El Secreta", pues en una paradójica muestra de vecindad todo el mundo sabía que era inspector de policía.
Carlos se identificó ante los picoletos y sugirió que su presencia podía ayudar durante el interrogatorio. Lo bajaron a calabozos y al llegar donde estaba nuestro protagonista le espetó amable desde el otro lado de los barrotes "¿Pero qué has hecho esta vez Eusebio?" .. y luego, ante su silencio y su cabeza gacha le dijo tranquilamente "Diles donde está el resto no seas cabezota"..
.. Y Eusebio, feo, con la piel correosa de cuero moreno y el pellejo gastado del trabajo a la intemperie durante años, levantó la mirada y con ojillos sabios y malvados de rata sonrió ampliamente y llevándose la uña mugrienta del índice a los blancos y nuevos dientes que tanto resaltaban sobre su rostro se tocó el esmalte inmaculado guiñando un ojo mientras decía "Aquí, .. justo aquí, está el resto. Y eso ya no me lo vais a quitar".
Y ya.
Nota: Excepto los nombres de los protagonistas y algún detalle menor les juro a ustedes por mis muertos más frescos que el resto me lo narraron antes de anoche a mí como verídico. Y no tengo razón alguna para dudar de la palabra de quien me lo detallaba por lo menudo. A ver si solo Berlanga o Delibes o Alex de la Iglesia iban a tener derecho.

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