domingo, 28 de mayo de 2017

YO TAMBIÉN ME TIRÉ A AVA GARDNER



Era simplemente otro mendigo más, como los demás con que te encuentras junto a la valla sentados en el suelo en Madrid. Su única particularidad era el recorte de periódico que amarilleaba junto a su rostro agachado a sus cosas. El artículo no era tan viejo como parecía por su estado. Tal vez un par de meses. La intemperie lo había maltratado. Se trataba de uno de esos de una columna del tipo "perfil humano". Estaba anclado precariamente a su respaldo de hierro con cuatro pinzas de ropa y un cartón al que estaba pegado. Me llamó la atención. Lo encabezaba una foto suya sonriente y desdentado. Como era el sujeto sentado en la acera junto al que se exponía a los viandantes que no le hacían caso. En la imagen se le veía tan orgulloso de la camiseta que vestía y enseñaba a cámara como lo estaría un general soviético de sus medallas. El texto era tan surrealista que le pedí permiso para fotografiarlo y poderme llevar mejor el recuerdo. Decía así:

"Abrimos hoy nuestra sección de entrevistas bizarras con las respuestas que nos dejó Braulio (no desea que divulguemos sus apellidos), un anciano simpático con el que el otro día cruzamos nuestros pasos y nuestros floretes periodísticos en la Gran Vía. Aquel día recién salidos del Rodilla de comernos un bocata (hablamos en plural para dar a esta sección más caché como ya saben nuestros seguidores) nos sorprendió sobremanera el texto que campaba sobre la ajada camiseta de aquel anciano sentado en un banco saboreando un helado a la vera del proyecto de Carril Bici de Carmena: 

"YO TAMBIÉN ME TIRÉ A AVA GARDNER", decía. 

Imbuidos como solemos estar de espíritu periodístico y afán de verdad cotidiana nos dirigimos al personaje en demanda de información sobre tal aseveración. Y así empezó todo.

_ Perdone. Para el periódico ABC- Me identifiqué solícito y profesional- ¿Nos respondería a unas preguntas? 


_ ¿A quienes? - contestó el interpelado socarrón.


_ Bueno, vale. A mi.


_ Usted dirá.


_ ¿Y esa camiseta?


_ Nos la hicimos unos amigos. Nos hacían precio por grupo. Como ella.


_ ¿De veras se tiró usted a Ava Gardner?


_ ¿Tú no?, perdón "vosotros" -repuso guasón- Acaso conoces (perdón "conocéis") a alguien que no lo hiciera en el Madrid de los 60? Es como correr ante los grises. Todo el mundo lo hizo. 


_ Pero ¿era ella de verdad?.. ¿El animal más bello del mundo?¿La condesa descalza?


_Bah, tirarse a Ava Gardner está sobrevalorado. No era para tanto. Un par de capotazos ante una becerra y era tuya. O tú suyo, vamos. Que era ella la que elegía. Aquí venía a lo que venía. La pieza de caza no era ella, eras tú. Sé de taxistas, un mozo de hotel, un guardia urbano, dos toreros, el escritor aquel que la rondaba todo el día, un cantante famoso..


_ ¿Hemingway?¿Sinatra?


_ Si esos.. y otros más. Menuda.. Sabía disfrutar la vida. Hacía lo que quería. De hecho creo que el que mereció más admiración fue Anselmo, el barquero, que fue el único de toda la pandilla que no se la benefició. Porque lo jodidamente difícil con aquel pedazo de señora era no habérselo hecho con ella en tu puta vida, no haberse dejado llevar por modas, resistirse, ser uno mismo, no renunciar a tus principios. No se si me entiende.


_ Pues la verdad es que no tengo ni idea de lo que me está queriendo decir, ¿Como va a ser mejor no haberse tirado a Ava Gardner que habérsela tirado? En cualquier caso esto que me cuenta es asombroso ¿Y nunca se le ha ocurrido a usted escribir sus memorias de aquella época?


_ Quiá, deje, deje.. que luego vienen las reclamaciones de paternidad y se le quitan a uno las ganas de ná.


_ ¿Alguna anécdota curiosa?


_ Bueno, recuerdo que tras el coito me dijo que se iba corriendo a contárselo a sus amigotes de Hollywood porque decía que lo mejor de hacérselo con alguien como yo era contarlo luego. O algo así. Me tiene usted que perdonar pero ya estoy mayor y algunas cosas están confusas."

Dejé una moneda sobre el gorro de lana que tenía habilitado para tal menester y me fui de allí mirando aún incrédulo la foto que acababa de hacer con el móvil al trozo de periódico. No encajaba todavía el episodio surreal que había vivido solo un instante atrás. Tras volver a leer las extrañas líneas de aquel curioso reportaje me volví por última vez mientras me alejaba para mirar al sujeto que seguía allí sentado. Como para convencerme, como para creérmelo. No me hizo caso. Como había hecho durante nuestro fugaz encuentro. Y aún sigo si tener muy claro si acababa de dar un par de euros a un bravucón o a alguien que se había tirado de verdad a Ava Gardner.

Y ya.

(Para mayor abundamiento: "El Fary también pasó una noche con Ava Gardner")

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