sábado, 12 de febrero de 2022

EL PROCESO (RASHOMON STYLE)

Uno 

- ¡Alto, policía! - Oyó Jorge mientras rebuscaba en la parte de atrás de su furgoneta de reparto tratando de localizar el paquete de la siguiente entrega.

Vio inmediatamente como se abría un pasillo humano formado al apartarse por la gente que ocupaba la ancha acera y que venía a desembocar en él. Y luego sintió acercarse corriendo hacia donde se encontraba, al individuo que provocaba aquel movimiento en los paseantes. Tardó unas décimas de segundo en hacerse cargo de lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Lo que tardó en ver a la policía que había gritado, torciendo la esquina a la carrera aun con el casco de la moto puesto. Sin pensarlo se interpuso en el camino del sujeto al contrario que sus convecinos. El choque fue fuerte pero logró impedir que se zafara de su abrazo justo el tiempo necesario. En menos de un minuto otras manos le libraban del peso alzando esposado al tipo malcarado que le miraba con rencor.

- !Y tú ..¿a qué te metes, gilipollas?- le espetó sosteniéndole la mirada retador mientras le ponían de pie dos policías.

Por su pómulo corría el fino reguero de sangre que brotaba de la brecha producida al golpearse contra la puerta de la furgoneta en el forcejeo.

- Gracias por su colaboración- dijo una voz de mujer sobre su rostro mientras su dueña le ofrecía una mano enguantada para ayudarle a levantarse. El rostro estaba enmarcado por el casco que denotaba su profesión.

Luego de preguntarle si se había hecho daño y asegurarse de que estaba bien, la policía municipal se giró hacia los curiosos y transeúntes, tomó los datos de varias personas presentes incluido él mismo, se dirigió donde había dejado la moto, se subió en ella y se fue.

Dos:

Los peatones ocupaban las aceras aquel día de horario comercial en la calle. Era día de paseo. Ana formaba parte del mar de piernas que desde su altura de niña de cinco años veía sentada en el carrito que empujaba su padre. De pronto algo sobresaltó la tranquilidad de sábado por la mañana en ciudad de provincias de tamaño medio. El animal que era aquella masa informe de desconocidos se volvió en sus decenas de cabezas. Un grito generó la alarma. Una voz de mando. Una orden seca dada por una voz femenina. 

- ¡Alto, policía! - Se oyó.

El grupo, miedoso, se abrió instintivamente para dejar paso. Ana quedó en primera fila para ver lo que sucedía en el interior de aquel pasillo humano. Ante sus ojos como una exhalación pasó corriendo un hombre y luego tras él a los pocos metros dos policías también a la carrera. No entendía lo que estaba sucediendo a su alrededor. Aún no tenía edad para hacerse una composición de lugar correcta. Lo que siempre recordará fue lo que la extrañó que los dos motoristas con uniforme azul, uno con coleta, ambos con pistola al cinto, casco y guantes, fueran corriendo en lugar de sobre sus motos.

Tres:

- Diremos que no lo oíste. Que tu estabas corriendo tus seis kilómetros diarios -. Dijo el abogado.

- Eso no se lo va  a creer nadie -. sostuvo el chorizo -. Todo el mundo en la calle oyó bien claro como la tipa aquella gritaba "¡Alto, policía!"

- Pues a algo nos tenemos que agarrar -.Respondió el letrado -. ¿Te han mirado esa herida?

- Si. Ha sido lo primero que han hecho. Llevarme a la sala de curas y limpiar la brecha. Un médico me ha puesto una venda. Ninguna queja con eso.

- Mmmmm.. bueno.. eso lo veremos.. Déjame a mi.

Cuatro:

El domingo descansaba. Jorge estaba viendo un partido esa mañana. El timbre del telefonillo del portal sonó. Se levantó extrañado para ver quien era un día tan raro a esas horas.

- ¿Quién es?-.Preguntó

- Policía municipal-. Fue la respuesta.

Presionando el botón, Jorge abrió la entrada de la calle que daba acceso al edificio pensando que la visita tendría que ver con los sucesos del día anterior. Quedó junto a la puerta abierta de su casa esperando que el ascensor llegara al piso. Sus sospechas se confirmaron cuando de este salió la agente que le había tomado los datos el día anterior vestida con el mismo uniforme.

- Buenos días- Saludó, dando la bienvenida a la policía..

- Buenos días -. Recibió como respuesta -. Le traigo una notificación -. Dijo ella fríamente como si no le conociera de nada.

- ¿Una notificación? - preguntó en alto extrañado mientras su mente intentaba encajar las piezas -. Será una citación como testigo o algo así - Se dijo.

- Una denuncia. Por lesiones . Dijo ella -. El detenido le ha denunciado. A veces lo hacen. Buenos días -. Se despidió tras entregársela y operar en una maquinita para dejar registro de la transacción dejando a Jorge estupefacto en el dintel de su domicilio. Luego se giró, se metió de nuevo en el ascensor y las puertas se cerraron. No se había llegado a quitar el casco ni los guantes. No había pasado ni un minuto desde que el timbre había sonado.

Jorge recuerda que le pareció todo rocambolesco y que pensó que merecía una explicación más detallada que el acto meramente administrativo al que acababa de asistir. Y que pensó en gritar algo para que ella volviera y poderle así preguntar algo .. solo acertó, confuso, a gritar:

"¡Alto, policía!"

Quinto:

- Que sí, que sí, letrado. Si entiendo perfectamente lo que me está queriendo decir - Dijo el juez -. Pero haga entender a su cliente que se trata de dos casos distintos.

- Si yo lo intento señoría -respondió el aludido -, pero me entenderá usted también a mi si le digo que para el profano no es sencillo de entender nuestro sistema procesal.

- Pero cómo no le voy a entender. Si a veces me cuesta entenderlo a mi -sentenció socarrón su señoría.

Tras la vista preliminar Jorge y su abogado se dirigían a la salida del edificio de los juzgados.

- ¿Y que tal cree usted que ha ido? - preguntó el repartidor tímidamente.

- Bien, bien.. yo creo que no hay de qué preocuparse - contestó.

- Estoo.. y otra cosa.. que aún no hemos hablado.. ¿esto cuanto va a costarme?.. quiero decir.. ¿usted cuánto me va a cobrar?

- No se preocupe de eso ahora.

- ¿Eso qué quiere decir?

- ¡Hombre, entenderá que yo no vivo del aire!

- Ya, pero... yo me he visto envuelto sin quererlo ni beberlo.

- Y necesita ahora representación procesal. Así funciona.

Mientras la pareja salía, fuera en la calle, al pie de los escalones de la justicia la gente paseaba llenando la acera en aquel día soleado. Por un momento se detuvieron juntos en el mismo dintel de la puerta de entrada ocupando todo el espacio mientras se ponían las gafas de sol y el abrigo para disponerse a salir a la acera. El abogado saludó al guardia civil que se encargaba del detector de metales. De pronto una voz sonó desde dentro del edificio.

"¡Alto, policía!"

Jorge se dio la vuelta sobresaltado y pudo ver venir hacia él a un sujeto esposado que corría como alma que llevara el diablo. Para salir necesariamente tenía que pasar por donde él se encontraba.

...

Y ya.

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