Más que leer aquellas historias las devoraban. Esos libros eran lo que pedían de regalo en cada comunión y cada cumpleaños. Los que no tenían se los intercambiaban entre ellos. Y además en la biblioteca del colegio estaba la colección completa y subían a leerlos en los ratos muertos hasta que sus padres pasaban a recogerlos . A sus nueve años a Juan Antonio, como a sus amigos Alberto y Miguel Ángel, le fascinaban las aventuras de Jupe, Pete y Bob.
El grupo protagonista había elegido un nombre gris y ordinario que a ellos sin embargo les parecía el colmo de lo que se podía molar a esa edad. Tenían su propio logo, un lugar maravilloso y escondido, el `Patio Salvaje´ del tío de Júpiter, que usaban como base secreta de su club, vivían en un mundo propio en el que los adultos eran meros invitados de paso,.. y sobre todo tenían misterios por descubrir.
Era 1979 en una ciudad de provincias. En los telediarios ETA mataba cada día en algún planeta lejano ajeno a ellos. John Wayne cabalgaba en `Sesión de tarde´ los sábados y sonaba Mecano en la radio del coche de sus padres. Salían de Mazinger-Z para llegar a Orzowei, atrás quedaban Epi y Blas, Torrebruno, Pippi calzaslargas, Heidi.. Recién hecha su primera Comunión el mundo de los mayores se abría ante ellos. Era el momento de hacer cosas importantes.
Juan Antonio, Alberto y Miguel Ángel querían sentirse como sus héroes. Y por ello un buen día, conocedores de su mutua afición, durante el recreo se sentaron en los escalones que bajaban al teatro del colegio a escondidas de la marabunta que gritaba y jugaba al balón por encima de sus cabezas. Aquella trinchera en el extremo del patio les hacía sentirse alejados de todo lo demás y por media hora al día aislados en sus cosas. Eso solo lo consigue la imaginación que se tiene a los nueve años. Allí solemnemente decidieron fundar su propio trío de detectives a imitación del de sus idolatrados personajes. Ya tenían escondite. Se repartieron los roles y Alberto empezó a tomar nota en un cuaderno de sus principales decisiones fundacionales. Eligieron un símbolo y se llevaron como deberes a casa pensar un nombre chulo para su agencia de detectives infantiles. Cerraron la reunión y se despidieron ceremoniosamente y de manera discreta hasta el día siguiente como si no fueron a subir juntos a clase a pasar allí las próximas horas. No volvieron a comentar nada de lo tratado en su reunión secreta durante todo el día actuando como si aquello no hubiera sucedido, como si esa media hora hubiera sido una burbuja o un paréntesis en sus vidas. Así se daban aires de misterio y secretismo.
En la jornada posterior, en su segunda reunión en el recreo, adoptaron un nombre que no recuerdo y pasaron al punto del orden del día importante: Qué iban a investigar, cuál sería su primer caso. En sus mentes de niños soñaban con desentrañar algún asunto que trajera de cabeza a la policía en su ciudad y además su fantasía mezclaba con lógica infantil retazos de comentarios oídos a medias a sus padres en casa con leyendas urbanas e historias inventadas.
- Los "fachas" -propuso Juan Antonio rompiendo el hielo-. En algún sitio he leído algo sobre los "fachas"... que hay muchos ahora en Valladolid o no se qué.
- ¿Qué es eso? -interrogó Alberto interesado mientras escribía la sugerencia.
- Ni idea -contestó Juan Antonio-. Debe ser una banda o algo así. Tal vez atracadores de bancos. Podemos averiguarlo y si lo resolvemos y les detienen por lo que hayamos investigado seremos famosos.
- A lo mejor tiene que ver con lo de las llaves del Campo Grande -intervino Miguel Ángel.
- ¿Las llaves del Campo Grande?
- Ayer mi hermano mayor hablaba en su habitación con sus amigos de ir al campo grande por la noche a por maricas, o no se qué. -explicó- Alguien dijo que se hacia sonar las llaves como señal o algo así porque el Campo Grande se cierra de noche. No me enteré muy bien.
- ¡Eso es genial! -se alegró Alberto-. Suena super misterioso.
- Si. Tiene de todo -señaló Juan Antonio-. Habría que ir por la noche a verlo. Unas llaves, unos "fachas", un parque cerrado de noche. ¡Es como en los libros!
- A lo mejor son unas flores exóticas que crecen en algún rincón secreto del parque, alguien se ha fijado en ellas y lo ha descubierto pero no se lo ha dicho a nadie, y van por la noche a cortarlas para hacer droga.. -dejó volar la imaginación Alberto.
- Se acabó el recreo. Mañana seguimos la reunión. Que cada uno traiga lo que haya averiguado -organizó Juan Antonio.
..
Dos reuniones fueron su efímera vida. El club recién creado nunca más se volvió a reunir. Otros asuntos requerían las energías e imaginación de sus tres miembros. En eso consiste tener nueve años; en emocionarse hasta el extremo con algo de lo que al día siguiente te vas a olvidar. En ilusionarte tanto durante dos recreos con una aventura puntual y momentánea como para recordarla con una sonrisa en la boca cuarenta y cuatro años después. Como si estuvieras aún en aquellas escaleras con tus amigos en el mejor de los tiempos, mientras sobre tu cabeza suenan los chillidos de cien chicos jugando a mil juegos pero tú estás en tu propio mundo.
Hoy han vuelto a mi los tres investigadores.
Y ya.
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