martes, 24 de septiembre de 2024

ELOGIO DEL SILENCIO

 

De mi padre heredé el silencio. Un cierto sentido de no necesidad de palabras sobrantes. Una castellana pose ahorrativa de lenguaje hablado. Un horror al vacío pero al revés. 

Ni Él ni yo entendimos nunca la barroca recarga del hablar que no era absolutamente imprescindible. “El teléfono está para dar recados”. También mi abuela materna lo decía. Somos reservados. Secos. Callados. Preferimos tragarnos nuestras miserias, problemas y debilidades a mostrarlas en palabras. Introvertidos en una manera masculina. Castellanos y varones. Con todo lo que ello tiene de malo para la fluidez de la comunicación. Eso ha sido siempre motivo de conflicto entre mujeres y hombres. Nos refugiamos en nuestros cómodos silencios. Fue nuestra excusa el pensamiento y la introversión. No queríamos compartir nuestras viriles estancias. Y sin embargo envidiábamos la felicidad indudable de quienes sí se comunicaban con facilidad. Puede que no sea esa la mejor heredad pero es mi patrimonio y soy yo porque soy Él.

De mi padre heredé cierto sentido socrático de la nobleza. De la honradez y de la honestidad. Del deber. De la verdad. De la dignidad cotidiana. Una majestad de bañador de Meyba. Una aristocracia altiva de trono en su sofá. Y no lo aprendí de sus palabras. Nunca hablamos cuando yo crecía. Nunca conversamos a altas horas de la noche, ni tuvimos momentos de intimidad de un padre con su primogénito. Me lo enseñó su cotidiano ejemplo ordinario y diario. De su hacer que a mí, en la crueldad de la juventud, me parecía vulgar y nada extraordinario hasta que descubrí un día, mirándome al espejo y viéndole a Él en mis rasgos y mis arrugas nuevas, toda la hondura que reunía su forma de ser. Y eso lo hizo admirable a mis ojos.

Mi recuerdo de mi padre en mi infancia es levantándose del sillón en el comedor para hacer una consulta en la biblioteca del mueble de la habitación cada vez que tenía una duda. Su regalo fue poner a mi alcance libros. Después supe que en otras casas y con otros niños no era así. Yo creía que todos hacíamos lo mismo: Leer los libros que nuestros padres tenían en sus cuartos de estar.

Y ya.

LA MESA DE TECA AZUL CLARO



Estoy viendo un documental. Es una larga entrevista a un director de cine conocido. El documental empieza con una simple pregunta; ¿cuál es tu primer recuerdo? y me ha hecho pararme a pensar en cuál es el mío. Mi primer recuerdo creo que es de mamá vistiéndome subido a la mesa de la cocina en la calle Labradores para ir al colegio. Era una mesa rectangular y alargada de teca azul de esas que cuando se despliegan forman un cuadrado pero que en casa nunca se desplegaba. Desayunábamos sobre ella todas las mañanas y sobre ella planchaba mi madre nuestra ropa. A mi espalda estaba la puerta que daba a la pequeña galería en la que ella tendía la ropa en el patio interior y que tenía una ventana que comunicaba con una habitación a la que llamábamos un poco pretenciosamente el salón. En la cocina había muebles setenteros como era propio del momento, metálicos, de puertas, un frigorífico no muy alto y una cocina de gas. Al salir de la cocina te dabas de bruces con una viga que estaba hueca, en cuyo interior guardaba mi madre las escobas y recogedores. El plano de la casa tenía forma de llave de la que la cocina, el cuarto de estar y el salón eran los dientes mientras qué el cuarto de estar y las dos habitaciones que formaban la T eran la cabeza. El pasillo desde la puerta de la cocina iba a la izquierda hacia el recibidor de entrada al que llamábamos el hall. Hacia la derecha desembocaba en el cuarto de estar donde hacíamos la vida y en el que estaba la televisión y las enciclopedias. Daba al exterior por una puerta de dos hojas acristaladas a una terraza larga y luminosa que recorría todo el frente del piso. Era nuestro patio de juegos, el terreno de la fantasía. El cuarto de estar tenía ademas una puerta a cada lado que comunicaba con las habitaciones en las que dormíamos los tres hermanos. Yo compartí la mía con mi hermano José Ramón mientras que por alguna razón que nunca llegamos a entender mi hermano Quico tenía su propia habitación. Una amueblada con los que habían sido los muebles de la habitación de mi madre cuando niña. La de José Ramón y mía tenía una cama en el centro, amplia, de matrimonio. Mi lado era el derecho, el de mi hermano era el de la ventana. Nunca tuve la más mínima sensación de molestarnos en aquella inmensidad. Yo estudiaba y hacía los deberes en un mueble al que llamabamos el buró y que se abría para formar un cierto pupitre. Por encima del cabecero de la cama, ocupando prácticamente el largo de toda la pared, una estantería que había hecho mi abuelo de madera y pintado en una amarillo que pegaba con la habitación. Recuerdo que el resto de la casa estaba en papel pues empapelar y dar gotelé eran las especialidades de mi abuelo. Aquella estantería amarilla y larga estaba llena con mis Donmikis, mis manuales de los jóvenes castores y todos sus amigos con Patomas y Tarconi, cuanto libro de las aventuras de los tres investigadores podía permitirme comprar o pedir de regalo en mis cumpleaños y mi colección de libros de animales..

Pasé horas en aquella habitación espiando a mi vecino de enfrente con la persiana bajada mirando a través de sus intersticios con los prismáticos que le robaba a mi padre creyéndome espía. Coronaba la casa al otro lado de la calle una construcción a modo de caseta que siempre imaginé que era la que albergaba el motor de ascensor. Sobre su tejadillo anidaba cada año una cigüeña cuyas costumbres estudiaba como aplicado alumno de Félix Rodríguez de la Fuente. Aquello era lo más cerca que iba a estar de la fauna salvaje qué llenaba mis sueños y fantasías a mis ocho años. Luego cuando ya me hice mayor y cumplí diez u once y llegó mi hermana rotamos y pasé a dormir en el salón en una cama que había que desplegar cada noche. No recuerdo un solo instante infeliz en aquella casa, antes al contrario cada remembranza que tengo es de momento alegres; jugar con mis primos que subían de vez en cuando al sexto desde el cuarto del mismo edificio en el que ellos vivían, las noches de reyes acercándonos al hall a oscuras para ver qué nos habían dejado, simular que los campamentos de los scouts a los que íbamos en verano seguían durante el resto de las vacaciones en la tienda que nos hacíamos con una colcha vieja en la terraza, mi padre levantándose de su sillón a consultar alguna cosa en la enciclopedia de la que tan orgulloso se sentía, el día que me senté ante el televisor a la vuelta del campamento notando algo extraño en la tele hasta que me di cuenta de que era en color a diferencia de la que había dejado atras quince días antes, cuando escribí mi primera carta al director sobre la tabla del buró dirigiéndome a la revista "Vida y luz" del colegio apellidándome de 'afamado' y siendo corregido en el sentido de lo que quería decir por mi madre para que la redacción fuera correcta, guardar en las puertecillas que yo creía secretas en mi estanteria mi primera cámara de fotos regalo de comunión de mi tío..

Mi primer recuerdo, no sé si cierto o confuso, es de mi madre vistiéndome los pantalones cortos y la chaquetilla de lana fina blanca, conmigo de pie sobre la mesa de teca azul pálido de la cocina para ir al colegio, o a misa o a ver a mis yayos cuando todo era feliz y yo no sabía aún el nombre de las cosas.

Y ya.

sábado, 14 de septiembre de 2024

LAGRIMAS EMBOTELLADAS

 

La maravillosa metáfora del miedo que todos tenemos a la muerte, que está en el texto de la escena, ha servido durante décadas para ilustrar la evanescencia y futilidad de la existencia. La insoportable levedad del ser. La triste conciencia de que en realidad no somos nada, que cuando nos vamos nos vamos y simplemente dejamos de existir. Sin más. Ha sido decorado para conversaciones reflexivas y pensamientos profundos acerca de la esencia de la humanidad, de en qué consiste ser humano más allá de haber sido creado de uno u otro modo. Ha dado pie a sesudos cuestionamientos acerca de la existencia de la vida eterna y de Dios. 

Esos recuerdos que el Nexus 6 había vivido y que nosotros, humanos, no creeríamos;.. Esas naves en llamas sobre el hombro de Orión, esos rayos C más allá de la puerta de Tannhauser,.. Todo lo que al irse definitivamente un ser consciente se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia..

...

.. Y mientras le escuchaba Harrison Ford pensando; "Menudo idiota, todavía no se ha dado cuenta de que hasta eso eran implantes"

Y ya.

(Para más reseñas destroyers que te hagan estallar la cabeza sigue mi Blog

jueves, 12 de septiembre de 2024

EL PUTO PERRO

 

Toda una vida venerando aquella pintura. Admirando cada pincelada como parte de la obra que anunciaba el futuro, el advenimiento del arte abstracto, del impresionismo, de todo lo que vendría luego. Años teniéndola por mi pintura favorita por su composición revolucionaria, su novedoso tratamiento del color, su fuerza, su equilibrio en la asimetría, su perfección, su misterio enigmático. Reconociendo el talento de un pionero visionario que no te señalaba dónde mirar o qué pensar sino que por primera vez en la historia solo se desnudaba ante tí para hacerte llegar a tus propios pensamientos, sin sugerencias ni evocaciones directas, solo, antecedente del psicoanálisis, significante para que cada uno le diera sus significados. Haciendome pensar en la desesperanza humana, en Sísifo, en el esfuerzo baldío e inútil, en el miedo a la muerte que nos es consustancial, en la soledad postrera, en la inocencia..

.. y resulta que era un puto perro tras un talud de arena mirando unos putos pajaros.

ivamos que no me jodas!

y ya.

(Para más reseñas destroyers sigueme en mi blog. Próxima entrada: "Ni metafora de las dos Españas ni mis cojones!.. que resulta que pintaron la tierra hasta los rodillas luego y no fué Goya, ¿No sabes?")


viernes, 6 de septiembre de 2024

WE SALUTE THE RANK, NOT THE MAN!

 

El capitán Sobel, antiguo superior del ahora Mayor Winters y al que desprecia por su ascenso por acciones de guerra pasándole así por encima en empleo militar mientras él se ha tenido que quedar en retaguardia sin posibilidades para hacerlo, deambula haciéndose el distraído cerca de aquel tratando de evitar tener que cuadrarse y saludar en señal de respeto reconociendo la que para él es una inferioridad inmerecida y humillante.

Al darse cuenta de ello Winters, sin ápice de soberbia, le pone en su sitio con la ya mítica frase:

"-Capitán Sobel, .. Se saluda al rango, no al hombre."

..con lo que Sobel se ve obligado a detenerse y saludar a su pesar.
...

La famosa escena de la serie "Band of brothers" (HBO 2001) sirve hoy para ilustrar y denunciar simultáneamente una extendida costumbre que parece haberse venido a instalar de un tiempo a esta parte entre la clase política española; Me refiero al abandono del respeto institucional, que unido a la pérdida del sentido de la cortesía parlamentaria hacen del día a día de las relaciones entre cargos y poderes un cenagal de barro y pendencia barriobajera crecientemente insufrible.

¿Qué es eso de que se te cite desde la Moncloa como presidente de una Comunidad Autónoma y te permitas el lujo de no acudir a la reunión y citar a los medios para explicar que no asistes por tus divergencias políticas con el cargo anfitrión a cuyo respeto te debes? ¡Saludamos al rango, no al hombre! Si el presidente de mi país, sea quien sea, del color político que sea y te caiga como te caiga, te cita,.. tú acudes. Punto. Por respeto a mi, a mis compatriotas, a tus representados que no son solo tus votantes, tus simpatizantes o tus seguidores en redes sociales. Por respeto a la institución que representa que por ende me representa a mí, el ciudadano, al que sirves.

Que hacerlo no te resta un punto de razón, si la tienes, en tus argumentos, ni de energía en la defensa de tus puntos de vista, ni de fuerza ante el público, ni da la victoria en modo alguno al cargo que te cita. Ni te debería quitar o dar votos en una democracia madura. Sino antes es muestra del respeto, la elegancia y la deportividad y fair-play que tendrían que ser seña de identidad de la vida política de un país avanzado y culto.

Mismo respeto, y por la misma razón o más si cabe, que el que merece la corona, los símbolos (que no son otra cosa que representaciones de la soberanía popular, del pueblo, de la ciudadanía,.. ni son menos que eso, que ya es bastante), los cargos de mayor relevancia institucional de mi sistema constitucional, etc.

¿Cómo que se convoca a los presidentes de Comunidades Autónomas y tú no acudes a la reunión porque la tuya es más que un club (o un txoko)?¿Cómo que se celebra un evento internacional en Barcelona y no asistes al saludo que da el rey a los invitados?¿Cómo que se acostumbra a levantarse en señal de respeto al paso de la bandera y tú no lo haces por ser la llamativa extravagancia de la excepción gráfica y contestataria? 

¿Por qué te crees en el derecho de insultarme? .. pues es eso lo que estás haciendo al no respetar los cargos de representación institucional por tus cuitas de nivel tuitero y tus gestos de cara a tu galería. 

"SALUDAMOS AL RANGO, NO AL HOMBRE."

Y ya.