lunes, 17 de marzo de 2025

UNA FORMA DE MIRAR EL MUNDO

Antes que ninguna otra cosa era curioso. A pesar de que hacía algunos años que peinaba ya canas miraba a su alrededor como si fuera la primera vez que viera cada elemento que lo componía. Nunca se cansaba de aprender. Quería saberlo todo de todo y todo campo le interesaba. Había sido así desde que empezara a dar sus primeros pasos y no dejó nunca de serlo. Cada nueva cuestión que se le presentaba era una puerta que se abría a su hambre de conocimiento casi obsesiva. De crío leía entradas de enciclopedias por orden alfabético como otros leían cómics. Preguntaba inquieto cada duda que le pasaba por la cabeza. Y eran miles cada día. Constantemente. Toda su vida miró los anaqueles de las bibliotecas con una mezcla de tristeza por no tener vidas para leer todos aquellos libros y felicidad por tener tanta información junta y a su alcance. Luego la llegada de Internet fue un regalo para él. De todo quiso saber siempre algo más. Jamás se conformó con un conocimiento superficial y ahondaba investigando en mil y un temas diversos hasta niveles que alguno pudiera considerar de experto en muchos de ellos, porque aunque no se especializó en nada fue especialista en muchas cosas. 

Valoraba las buenas conversaciones por encima de todas las cosas. De ellas sacaba siempre lecciones y nuevos aprendizajes que le llenaban de plenitud y colmaban temporalmente sus ansias hasta la siguiente. Le gustaban porque le abrían nuevos horizontes y le generaban nuevas preguntas. Mundos nuevos que explorar, que fue siempre lo que más le gustó. 

Le recuerdo siempre consultando algo en su ordenador o leyendo un libro. Todo le resultaba asombroso y estaba eternamente agradecido por no saber casi nada de casi nada. Eso le daba la oportunidad de descubrirlo con ojos nuevos. Porque siempre miró el mundo con ojos de niño. Hasta el final. A lo único que no miró con curiosidad ninguna cuando por fin llegó fue a la muerte.

Y ya.

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