miércoles, 6 de agosto de 2014

LA IMPORTANCIA DE LA ENTONACIÓN


!No me jodas!

Aquellas tres palabras seguían desasosegando a Josua. Habían pasado tres años y todavía no había conseguido descifrar lo que había querido decir el desconocido. 


Murió en sus brazos. El motorista seguía visitándole en sueños para repetir aquellas cuatro inquietantes sílabas. Le había visto tendido sobre el asfalto. Revirado. Golpeado en la curva contra la valla de contención. Le había girado con cuidado. Movía los labios. Acercó su oído a la boca del accidentado. Solo le había dado tiempo a susurrar su !No me jodas! antes de morir.


Desde el marco de su casco aquellos ojos tras las gafas de sol se habían apagado mientras las palabras salían suavemente de sus labios.


¿Acaso había visto la luz de la que algunos hablan al final del túnel y esa había sido su manera de expresar sorpresa y alegría por que efectivamente había descubierto que había un más allá?


¿Por el contrario era una manera nihilista y castiza de decir "¿Se acabó?¿Eso era todo?"?


¿Pudiera ser que en un postrer ruego le hubiera pedido a su Dios de esa manera que tuviera piedad de su alma?


¿Era su forma de alegrarse porque llegara tan pronto la ayuda?


¿Estaba pidiendo a aquel desconocido que iba a ser su último contacto con la tierra que tratara bien su cuerpo en su recuerdo?¿Era una última voluntad dicha de forma un tanto agreste?


 ¿Era más prosaica la explicación y simplemente era un gesto de reconocimiento al ver a Josua, al que quizás antes había visto en algún sitio?


Josua seguía dando vueltas al sentido que el motorista había querido dar a su frase final. Aquella persona había sido alguien. Alguien le había querido. Se merecía que él descifrara sus últimas palabras.


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Los ojos se abrieron. Fueron ellos los que lo hicieron y no su voluntad, pues se sentía quieto, inmóvil. Imposible hacer un gesto que no fuera abrir los párpados. Ni brazos, ni piernas.. y menos girarse. Acababa de tener un accidente. La moto había resbalado en la curva mal tomada y se había ido al suelo. Seguía vivo. El casco le había salvado. Alguien se acercaba. Estaba de suerte. Llamarían a una ambulancia. 


De pronto notó que el desconocido lo movía. Rodaba sobre si mismo ¡¡Lo estaba girando sobre el asfalto!!.

"Este idiota es capaz de quitarme el casco"- se dijo. Y acertó a articular entre susurros sus tres últimas palabras.

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