jueves, 24 de septiembre de 2015

SIN A.V.I.S.A.R



"La primera regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha"

Andrés era un estudiante cualquiera de bachillerato. Respondía al tipo de lo que siempre se había llamado un empollón. Además era un poco enclenque, leía libros sin parar, coleccionaba minerales, era un friky de Mortadelo y Filemón, jugaba con las palabras (hacía sudokus, siglas, crucigramas..)  y era un programador aficionado bastante potable para su edad.

La idea se le ocurrió el día en que en el instituto aquel abusón le había zarandeado humillándole en público. Y lo que era peor para su orgullo: Lo había hecho tirándole al suelo a los pies de Ana.

Tenía que vengarse, pero tenía miedo del abusón. No podía dejar que supiera que había sido él quien se vengara. Además sabía que no tenía ni el valor ni la fuerza para hacerlo. Solo contaba con su inteligencia. Y la usó. Ese día, de la manera más inocente, nació algo que traería en jaque a las autoridades durante años, pero en ese momento Andrés no podía imaginar siquiera la maquinaria que estaba poniendo en marcha ni las consecuencias de su gesto. Años después, ya con edad para tener responsabilidad penal y aun habiéndose alejado hacía tiempo de su propia creación a la vista de los desastrosos resultados para evitar que se le responsabilizara de nada, hubo de responder en varias ocasiones ante un juez y dar explicaciones. Las demandas agotaron su fuerza y sus ahorros. 

Sin embargo en el momento en que empezó todo aquello era imposible de prever.

Esa tarde de regreso a casa se puso ante el ordenador y creó "SIN AVISAR". Se trataba de una web y una app para móvil que ponía en contacto de manera anónima a estudiantes entre si. Hasta ahí nada extraño. Sin embargo el objetivo de la iniciativa si lo era. A.V.I.S.A. fue el juego de palabras irónico que se le ocurrió: Agencia de Venganzas Intercambiables y Sicarios Amateur.

La idea era sencilla. Existía una tabla de niveles. De más bajo a más alto. 5 eran molestias menores del tipo burlarse en público, tirar la bandeja en el comedor o dejar caer tinta en el libro. 4 correspondía a deshinchar ruedas de bici o robar algo medianamente valioso. 3 era el ostracismo de sacar de los grupos de whatsapp o no hablar, acusar ante la dirección del instituto.., 2 podía ser una patada en el juego del patio, extender un rumor de algún tipo entre la comunidad, quitarle la ropa en las duchas, facilitar que le pillaran copiando.. y así hasta insultos, dejar algo comprometedor en la casilla y avisar en dirección anónimamente, vídeos divulgados, pintadas y grafittis ofensivos, palizas de patio,.. Tú te dabas de alta en uno de los niveles. Con ello estabas diciendo hasta donde estabas dispuesto a llegar en tu "oferta" de acción, pero a la vez estabas indicando el nivel de la acción que estabas demandando. La aplicación ponía en contacto mediante mensaje anónimo a dos personas dispuestas a un mismo nivel de venganza y entonces ya se podían intercambiar los destinatarios de la misma. De ese modo cada uno se encargaba de la del otro y nadie podría relacionarle con el acto concreto pues podría tener una buena coartada.

En pocas semanas funcionaba a toda máquina. Traspasó rápidamente fronteras y alumnos de otros institutos se apuntaron. Luego fueron de toda la ciudad. Surgieron figuras como los abusones que se ofrecían a llevar a cabo venganzas de otros por dinero sin contravenganza a cambio. El bulling organizado que la aplicación promovía pronto se convirtió en un problema serio. Las autoridades educativas hubieron de tomar medidas pero no se pudo atajar.

Andrés vio cumplida su venganza contra el abusón que originara todo en la forma de un acto vandálico del que le acusaron y que le costó unos días de expulsión. Aquello fue una obra de arte. No sabía quien había sido el responsable pero le quedó agradecido por la finura del trabajo. A cambio tuvo que entrar en el ordenador del centro y hackear el expediente de otro alumno mandando a sus padres un aviso por mal comportamiento para darle un buen susto.
En cuanto esto estuvo hecho y él dio su venganza por cumplida y hecha su parte del trato se dio de baja del programa para alejarse de todo aquello que a esas alturas ya se le había escapado de las manos. No volvió a interesarse por su creación cuando dejó el instituto para entrar en la Universidad.

Cinco años más tarde se acordaría de ella cuando la policía fue a detenerle a su despacho. Ya ni se acordaba. Se le acusaba de complicidad en creación de banda criminal. Su página había sido usada finalmente por adultos para llevar a cabo sus particulares venganzas. A través suyo se "encargaban" trabajos de los que no pueden anunciarse en los periódicos. Bajo los eufemismos de las acciones infantiles que estaban en los niveles de su página durante ese tiempo se habían escondido encargos de venganzas de todo tipo: asesinatos de verdaderos sicarios, palizas, incendios, amedrentamientos y acosos. La web había tenido millones de visitas y las estadísticas demostraban que al menos en ese tiempo se habían materializado más de 3000 de aquellos "intercambios".

Y ya.


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