miércoles, 30 de septiembre de 2015

LOS QUE MIRAN A TRAVÉS DE LOS CRISTALES


Me ha dicho mi psicólogo que estáis ahí aunque no os vea, aunque no os haya visto nunca. Y me ha recomendado que os mire a la cara y reconozca por una vez vuestra existencia. Que va a a ser bueno para mi a pesar de que no veo cómo ni en qué me puede beneficiar hacerlo. Ha insistido en que lo haga aunque solo sea un momento así que ahí voy. Lo haré con estas letras. Merecéis al menos que me dirija una vez a vosotros. O no. No me importa.

Siento no veros. No haberos visto nunca. No estaros viendo ahora. ..

¿Pero a quien trato de engañar? No. No lo siento en absoluto. Esa es precisamente la base de mi existencia.

Os cruzáis conmigo por la calle. Voy ocupado. Siempre voy ocupado. Hago cosas importantes que no entenderíais (¡Que me importa en realidad si las entenderíais o no las entenderíais!) No me he parado nunca a pensar si hay o no más gente aparte de mi, de nosotros, así que no voy a empezar ahora. 

Tengo esa mirada que os molesta. Esa que os pasa por encima. No. En realidad os atraviesa. Los demás no existís. Tal es mi grado de abstracción. Miro a lo lejos a través de vosotros. Me estorbáis un poco en mi mundo. Sería un mundo mejor sin vuestra existencia. Bueno, en realidad da igual si estáis o no en él. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Supongo. Lo que no quiero es tener que cruzarme con vosotros, ni tener que veros ni tener que recordar vuestra presencia. Me incomodáis. No sois transparentes del todo. No puedo ver del todo a través vuestro y eso me molesta. Sois un poco más opacos de lo que me viene bien. Pero poco. No os necesito en mi realidad. No os necesito en absoluto. 

Es mi mirada la del que pisa fuerte queriendo impresionar a otros (vuestra opinión ni siquiera es relevante). Es la del que habla por el móvil de algo super importante y mira a través vuestro, con mirada de distancia, como si no estuvieseis. Porque para mi no estáis. No sois nadie. De ser algo seríais objetos así que sois nada. Sois aire, cristal, espacio sin cosa alguna que me aporte. Es la mía la mirada de quien no le importa estar tan solo que sus miradas atraviesen a la gente normal y solo vea a aquellos a los que su cerebro selecciona por ser de su interés por algún motivo. Es la mirada de quien usa a la gente como si fueran cosas. De quien no empatiza. La mirada del vendedor volcado en una venta. La del cazador. La del asesino centrado en su presa. La mirada del rico. La mirada del poderoso. La del egoísta. La del maleducado. La del desconsiderado. La del niño mimado. La del psicópata.

Mi mirada es más hiriente aún que la mirada de la superioridad. Esa al menos os concede el derecho a la existencia. Aunque sea para recordaros que vuestro sitio está allí abajo. La mía no es siquiera la mirada del que os valora en menos, es más poderosa aún. Es la de quien no os ve siquiera. De quien mira a través vuestro como si fuerais un cristal. 
Es la mía la pulida y perfeccionada mirada de la indiferencia.

Ahí estamos. Muy arriba. Ajenos a vosotros de tan elevados. Por encima de las escalas celestes. Buscadnos mucho mas arriba que los querubines y las potencias, justo por encima de los arcángeles. Unos niveles más allá de los orgullosos y de los arrogantes. Sobre los altivos.

No os menospreciamos. Es que no os tenemos en cuenta. No tenéis importancia para nosotros. No existís en nuestra realidad ni en nuestras prioridades. No contáis. No sois.  
No os despreciamos. Es peor. Os ignoramos. Ni siquiera existís para nosotros. No se siquiera por qué os estoy dirigiendo estas palabras en segunda persona. Tengo que reservar la segunda persona para la gente que sí que cuenta, aunque esa generalmente se conjuga de usted.

Si tenéis suerte por un momento os veremos como un recurso. Tal vez como algo de lo que sacar ventaja de algún tipo; un elemento que usar, un cliente tal vez, un trabajador.. Pero lo más seguro es que nunca ocupéis en nuestras mentes ni un solo segundo, porque si no estáis en nuestro nivel no existís, no interesáis, sois meros "elementos" del paisaje.

Se que lo habéis sentido. Habéis visto mi mirada alguna vez, pero yo no vi la vuestra. No os vi siquiera. Os sentisteis ninguneado por unas décimas de segundo. Os pasé a través. Sin tocaros. Sin veros. Sin que importarais. Se lo que sentisteis hacia mi en ese momento. Envidia. Rencor. 

Somos los que no bajamos al detalle de los gastos, los que no escatimamos (porque a menudo el dinero no es nuestro), los que tenemos partida de representación, los que no hablamos nunca de dinero salvo en los grandes negocios, los que invitamos con la tarjeta de la empresa, los que no damos ni una vuelta y bajamos directamente al parking, los que no concebimos ni una estrella menos de cuatro ni comer si no es en restaurante conocido, los que vamos en linea recta sin apartarnos (ya se apartan los otros). Los que van con prisas, los que solo salimos por el centro, los que no respetamos nada salvo a nosotros y a los nuestros, que son los que nos interesan. Los que creemos que los principios son algo obsoleto, los que servimos al dinero y al poder aunque creemos que ellos nos sirven a nosotros. Somos los que enseñamos a nuestros hijos desde pequeños que sólo nos relacionamos entre nosotros. Los que preguntamos en qué trabajan los padres de sus amigos. Los que competimos en pertenencias. Somos aquello que vosotros queréis ser y os conformáis con que al menos algún día lo sean vuestros hijos aun sabiendo que probablemente no sea así. Y os duele que hayamos nacido ya con ello. Somos los que bajamos del coche y no nos moja la lluvia, los que pisamos moqueta, los que hablamos entre nosotros solamente. Los que no pasamos nada a limpio y sin embargo luego está pasado. Los que cerramos negocios en comidas, viajamos en avión en bussines 15 horas a la semana. Los que necesitamos manifestar nuestro poder periódicamente de algún modo y a la soberbia llamamos influencia. Definitivamente somos la gente guapa. Los protagonistas.

Los que tenemos una vida que merece ser vivida, no como la vuestra: la de la gente que no nos importa. Los cristales que no vemos.






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