Una tras otra las persianas del despacho del comisario fueron cerrándose impidiendo ver a los agentes y detectives que en ese momento estaban en la jefatura lo que sucedía dentro. El inquilino de aquel despacho había ido girando una por una las cadenitas que hacían que las hojas pivotaran sobre si mismas hasta cerrar el paso a la luz y a la mirada de los curiosos. Cuando acabó, la conversación continuó tras el paréntesis que el jefe de policía se había tomado para llevar a cabo aquella operación. Todos pudieron oir fuera los gritos.
- ¡Usted obedecerá mis órdenes! Punto. -sentenció.
La persona a la que iban dirigidas aquellas palabras se encontraba en ese momento sentada en el sofá que el comisario reservaba a las visitas. Esa familiaridad enfurecía aun más al superior.
- Y ahora, si no tiene nada más que añadir, salga.
- Pues ya que lo dice.. - empezó Mulligan.
- ¡Maldita sea detective, era una pregunta retórica! -gritó el jefe de policía.
- Pero es que me sigue pareciendo una solemne estupidez ¿Va a sacar usted a un hombre de la calle, de casos realmente importantes, para esta idiotez?
- Son órdenes de arriba. Vienen de la central y hay que obedecerlas. Algo que parece que usted ha olvidado.
- Esos burócratas mariquitas de Washington no sabrían reconocer el verdadero trabajo policial ni aunque les diera una patada en el culo.
- Es política detective. Y ni usted ni yo somos quién para poner en duda las órdenes.
...
- La Real Academia de la Lengua ha perdido una palabra y nosotros somos los encargados de encontrarla -continuó el comisario dirigiéndose al detective ya en un tono menos formal-. Esta es la foto del objeto cuyo término que lo describa con exactitud nadie acierta a encontrar.
Y mientras hablaba le alargó la imagen.
- ¡Pero esto es un puto plumas normal y corriente!.
- Error - ya han intentado aplicar esa explicación pero no encaja. No en todos los casos está acolchado y forrado por dentro con plumas.
- Pues yo que sé -dijo Mulligán - ¿Un abrigo? ¿Un chaquetón? ¿Una cazadora? ¿Una trenka? ¿Una parca? ¿Un lóden?
- Ya, ya.. o una zamarra, una pelliza, un trench, un tres cuartos, una chaqueta, un cortavientos, una chupa, un chubasquero, una bomber, una chamarra...No se haga el listo. A esa gente le gusta la precisión en el lenguaje. Los expertos ya han intentado usar todas esas expresiones en el contexto de una frase pero siempre se han rendido al final. Ninguna de ellas responde con exactitud al concepto. Se ha perdido la palabra. Salga, pregunte por ahí, indague, husmee. ¡Haga su trabajo maldita sea!.. Y encuentre ese maldito término. Así podremos seguir dedicándonos a nuestra función de verdad en cuanto acabe este encargo.
- ¡Hay que joderse! Resulta que todo el mundo ahora lleva ese tipo de ropa ¿y nadie sabe como se llama?
- A mí qué me cuenta. Pregúnteles a ellos como la llaman. Pero le advierto que eso ya lo han hecho otros antes. Y mejores que usted. Y nadie ha acertado con el término correcto.
- ¿Se puede? -dijo una voz femenina desde el exterior del despacho.
El comisario abrió y enmarcada bajo el dintel estaba la señora de la limpieza.
- ¿Qué quiere? No ve que está interrumpiendo trabajo policial.
- Son las ocho -dijo ella- Todos se han ido y yo tengo que hacer mi trabajo también.
El comisario y el detective miraron sus relojes respectivamente. No se habían percatado del paso del tiempo. Cogiendo sus gabardinas de la percha salieron. La mujer pasaba el trapo por encima de la mesa lánguidamente y empezaba a preparar sus útiles para limpiar el polvo del mobiliario, barrer y fregar.
- ¡Eh, amigo! -gritó la limpiadora mientras se alejaban-. No se si es importante pero ¡Se deja usted aquí esta foto de un ANORAK!
Los dos investigadores se miraron durante un momento en silencio y luego simultáneamente estallaron en carcajadas.
Y ya.
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