jueves, 19 de noviembre de 2015

S.P.Q.R.


Fíjate si andaremos pillados que en mi partido hemos acordado que me presente al Senado por mi circunscripción electoral. Tras una somera reflexión he entendido la jugada; Un partido que aboga por la supresión de esta institución me propone para que forme parte de ella. Está claro: quieren que me la cargue desde dentro. Nadie más indicado.

Pero las cosas o se hacen bien o es mejor no hacerlas. Y yo me tomo estás cosas muy en serio. Así que, como era de prever, me ha entrado el ataque de angustia y los siete males. Con sudores fríos provocados por el vértigo de la responsabilidad y el sentido de estado y del deber cívico he desempolvado los apuntes de la carrera rápidamente para repasar para qué valía esa insigne cámara legislativa, qué se hacía en ella, quiénes la formaban, cómo se llega (para dar las indicaciones correctas al taxista) y, sobre todo, cómo hay que ir vestido, porque lo que no quiere uno es hacer el ridículo si acaso en un conato de confianza sus conciudadanos y convecinos consuman el gesto de confiar en él. Con un par. ¡Connio!

Dado que quemé mis apuntes de constitucional en un fuego de campamento aquel insigne verano en que por fin aprobé la asignatura, la única fuente a la que he podido acceder han sido los de derecho romano que por alguna razón extraña aún estaban por mi trastero (lo cual me ha hecho dudar no fuera a ser que aún no hubiera aprobado esta otra disciplina y veinticinco años después descubriera que me tenía que volver a examinar para acabar la carrera -pesadilla recurrente-. Y los orales de Romano eran lo peor).

Varias han sido las dudas que me han surgido una vez consultadas mis notas (que no fueron precisamente para presumir). 

Me honra que hayan pensado en mí para esta tarea en la que desde el "Senatus" y junto al "Populus" formaremos la "Res pública", pero no tengo claro cómo voy a defender los intereses de Roma sin estar al tanto de sus problemas. La última vez que estuve allí fue hace más de quince años cuando aprovechando una oferta de viaje en autobus para asistir a la canonización de no se quién pude confundirme entre los feligreses asistentes. Y así, peregrino, por el camino (que siempre lleva donde lleva) cogido de la mano agarrado a tu cintura te canté a la sombra de los pinos.. ah, no. Perdón.

Bueno, pues eso. Que tras dieciséis horas de rosarios y avemarías llegué por fin y pude escaquearme para irme al Foro y al Coliseo. Y esa es toda mi experiencia con la Civita orbis terrarum, con la metrópoli del imperio y tumba del apóstol. Y que no se si es suficiente para presentarme a todo un señor Senado. Pero bueno, doctores tiene la iglesia.¿O eran curas?

Lo que me ha quedado claro (gracias a los gráficos encontrados en Internet) ha sido cómo he de vestir la toga, prenda que, en mi humilde opinión, aunque te da un cierto aire chic, ya está pasada.












Y ya que sale el tema he de manifestar mi queja con Google pues me ha confundido más que ayudado en mi búsqueda. Primero porque no me queda claro cuándo se celebran las famosas "Fiestas Toga" y segundo porque no entiendo cómo funcionan los elevadores esos con los que tomas la palabra y hablas ante ese foro en ese sitio tan curioso rodeado de gente tan rara (¿Habrá que hacerse esos peinados para hablar ante los demás senadores?)


Yo  por si acaso he ido sacando mi toga del armario, pero me he llevado la sorpresa de que la mía no se parece nada a la de los gráficos que he visto por ahí.¡Me timaron again!


Y es que ya me gustaría a mi salir.
Así podría decir mi frase:

"- No se de que me está hablando Vader. Soy un miembro del Senado viajando en misión diplomática"

Mola

Y ya




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