viernes, 27 de abril de 2018

PREDICCIÓN DEL TALENTO


El 7 de septiembre de 2023 no pasó a los libros de historia como un registro importante. Sin embargo ese día cambió el mundo. Fue la fecha en que el 24º Congreso del Partido Comunista Chino anunció la reforma del capítulo cuarto de la constitución de aquel país. El dedicado a la forma de gobierno. Durante las semanas siguientes los analistas políticos de todas las potencias estudiaron aquella modificación para saber cómo iba a afectar a la política del resto del planeta. También les interesaba saber por qué la hacían. Con China era mejor sospechar. Y hacían bien. 
Al principio los mismos traductores se mostraron cautos y asombrados. La traslación de aquel ideograma era literalmente "Aristocracia". Se suponía que el propio gobierno chino proponía modificar la obsoleta "Democracia popular" por una nueva forma de organización política. Nadie entendía el tiro en el pie que así se daba actuando contra sus intereses una clase dirigente tan acostumbrada a la corruptela, a la designación a dedo de los puestos de mayor responsabilidad a miembros de confianza del partido y a las formas más inverosímiles de nepotismo durante décadas. El concepto platónico se traducía como "Gobierno de los mejores" aunque era de suponer que solo se trataba de un eufemismo que significaba "cambiar para seguir igual". Sin embargo lo que más extrañaba a los analistas era el plazo de 25 años que el gobierno chino se daba para poner en marcha la reforma aprobada bajo la fórmula del tiempo exigido para llevar a cabo los cambios necesarios para su implantación.

Todo se fue aclarando a lo largo del año siguiente. Y las informaciones que se fueron desvelando supusieron la mayor transformación de la humanidad desde la aparición de Internet. Solo que fue mucho más significativa que aquella. Lo que los chinos habían estado haciendo cambió todo. No sólo nacía una nueva forma de gobierno, sino también un sistema de educación, sanitario, una revolución en la concepción del sistema penal y penitenciario, un avance gigantesco en las artes y las ciencias, la necesidad de las religiones.. y la propia idea de envejecer y morir. Una nueva concepción de la existencia humana.

Pronto se hicieron famosos conceptos como "Diagnóstico Genético Previo" o "Mapa genómico verificable con antelación", pero la auténtica revolución vino de la mano de la idea de "Predisposición genética". El gobierno chino hizo públicos los estudios que desde hacía más de una década llevaba haciendo sobre una enorme parte de su población. En ellos se determinaba indubitadamente como conclusión la posibilidad de acertar al 100% con las habilidades y actitudes para las que cada individuo estaba inclinado por su genética desde el nacimiento. Sus inclinaciones, sus debilidades y sus talentos innatos, Se había estudiado al nacer el mapa del ADN de varios millones de habitantes de distintas procedencias estableciendo su predisposición para una u otra labor en la comunidad, luego se les había seleccionado y formado desde su nacimiento orientando su educación específicamente para ocupar esos puestos y responsabilidades. La idea sonaba utópica y creaba una supuesta sociedad perfecta, pero funcionaba en las proyecciones y tenía base científica. Sólo los predispuestos a la justicia serían jueces, sólo los inclinados a la verdad se ocuparían de la información, sólo quienes tuvieran habilidades de comunicación y vocación serían docentes, sólo los honrados ocuparían puestos de confianza y responsabilidad, sólo los dotados para ello dirigirían ejércitos, sólo los valientes, obedientes, disciplinados y sacrificados serían soldados, sólo los mejores gobernarían a los demás.

Con el paso de los años aquello hizo irreconocible el mundo tal como se conocía hasta entonces. La palabra clave fue ahorro. Todo se podía hacer de manera mucho más eficiente ya que se hacía de forma específicamente dirigida a quienes lo necesitaban o lo aprovecharían mejor al poderse saber con antelación cómo se iba a desarrollar la vida de las personas. A estas se les detectaban desde su nacimiento las predisposiciones a las enfermedades y se las podía controlar de manera focalizada en su aparición, hacer seguimiento, detectar precozmente, medicar con antelación mediante las vacunas que se desarrollaron y hacerlo además de una manera mucho mas barata al dirigirse solo y de manera concreta a quienes tuvieran esa predisposición genética con lo que el nivel de aciertos se  multiplicó. No había prueba y error. No existía la necesidad de vigilar a toda la población en general con campañas abiertas. La enfermedad se redujo. Con ello aumentó exponencialmente la esperanza y la calidad de vida. Y eso fue el cambio más significativo por todo lo que suponía y traía detrás.
Otros cambios, que comparados con aquel eran menores y sin embargo hubieran sido grandes revoluciones por si mismos, fueron los relacionados con la nueva forma de concebir la educación que aquella oportunidad ofrecía. La regla fue la especialización. También fue brutal el cambio que supuso en materia de control penal, que pasó a ser previo en lugar de un sistema de castigo posterior, al detectarse precozmente las inclinaciones a las distintas formas de delito, las predisposiciones psicopáticas y sociopáticas, las tendencias sexuales peligrosas, la agresividad, etc. y establecerse sistemas de vigilancia específica para cada uno de los individuos, programas de educación, limitación psicológica y autocontrol, etc. 

La otra gigantesca consecuencia fue el salto científico que se vivió como resultado de todo ello. En unos años se produjeron cambios tecnológicos equivalentes a los de los siglos anteriores en términos de progreso. La detección con antelación de los talentos artísticos y técnicos y la posibilidad de centrar desde el principio de manera especializada la educación de los individuos permitió un grado de profundización en el conocimiento individual y colectivo imposible de imaginar solo una década antes. Ello unido al incremento de la esperanza de vida de los investigadores produjo el gran cambio. 

Porque sin ninguna duda la predicción genómica cambió el mundo. Junto a la rueda, la imprenta e Internet pasó a ser considerado en los manuales de historia como uno de los hitos tecnológicos más importantes de la evolución de la humanidad. Nada fue igual desde su aparición. Conceptos que hasta ese momento habían sido inamovibles hubieron de replantearse. Las posibilidades eran infinitas. La capacidad de conocer con antelación los caracteres genéticos que una persona iba a tener en el futuro supuso la mayor revolución conceptual de todos los tiempos. Nunca más fueron necesarias las cárceles. Las sociedades eran perfectas. Estaban formadas únicamente por los sujetos a los que se dejaba nacer por reunir las condiciones mínimas exigidas en su mapa mitocondrial. No existían predisposiciones al delito ni enfermedades apenas. El gasto sanitario se redujo a la mínima expresión. Las patologías más graves que siempre habían afectado a la humanidad desaparecieron. Literalmente. Dejaron de aparecer al detectarse precózmente e impedirse el nacimiento de descendencias contaminadas con el mero potencial. Sólo cabían las llamadas "posibilidades 0" en lo hereditario. El propio sistema político se adaptó. Se abandonó la obsoleta idea de la democracia siendo sustituida por un gobierno de los más capacitados desde la cuna. El análisis fenotípico previo sobre los padres evitaba siquiera la necesidad eugenésica de abortos ya que solo se concebían los individuos previamente permitidos. 

Cierto es que los más ricos, como siempre, fueron los más beneficiados pues podían pagarse los tratamientos de antelo-modificación de ADN para que sus hijos sí reunieran esos requisitos. Así que eran quienes podían tener descendencia. No era problema. El aumento de la población había alcanzado límites insoportables y se convenció a las comunidades de la riqueza de otras posibilidades alternativas a la paternidad. La robótica se había desarrollado de manera ingente y también la idea de trabajo por cuenta ajena era un recuerdo. El ocio imperaba. Fue una etapa fructífera para la cría de animales de todo tipo, las mascotas, los veterinarios.. La humanidad tuvo el tiempo suficiente para dedicarse al conocimiento y la investigación sin tener que preocuparse de la supervivencia diaria. Un momento de lujo que permitió crecer a la filosofía y la ciencia. El sexo se desvinculó definitivamente de toda relación con lo reproductivo ya que se generalizó la fecundación externa. Con el tiempo el propio concepto de la propiedad fue desapareciendo ya que cualquiera podía tomar en todo momento lo que necesitara. La reducción demográfica pacífica trajo consigo un periodo de tranquilidad y de recursos excedentes.

Carentes del poder que sobre las personas habían tenido históricamente las religiones estas desaparecieron tal como se habían conocido hasta la fecha. El pecado, con cuyas penas amenazar a sus infractores, se extinguió. El hombre se sintió dios. Se supo dios.
La nueva religión fue el diseño genético a la carta. Hizo desaparecer las imperfecciones a las que llamábamos malformaciones. Desde el cáncer a la calvicie. La población se hizo estéticamente homogénea, con apenas posibilidad de distinguir a unos individuos de otros al estar todos creados bajo los mismos parámetros fenotípicos. Los valores morales se unificaron bajo el manto de la aceptación y el consenso. No hicieron falta prácticamente leyes y la autoridad a la que se permitía el uso legítimo de la fuerza dejó de existir por innecesaria. No cabía siquiera el concepto de conflicto o delito.

La humanidad, desencantada y ociosa, sin horizontes motivadores, miró a las estrellas en busca de nuevos retos. Y nos convertimos en un virus para el cosmos, al que exportamos nuestra homogeneidad y pureza. 
Cuando llegamos a sus mundos otros nos llamaron Ángeles y hasta Dioses cada vez que nos descuidábamos y aparecíamos ante ellos durante nuestra invasión perezosa. Mientras, nuestra indolente y aburrida misión de vigilancia se desarrollaba lentamente. Lo llamamos inmortalidad.

Y ya (O no)

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