domingo, 25 de enero de 2015

COPY-PASTE



Alguien tenía que decirlo.

Todos nos dimos cuenta de los marcados paralelismos entre la pareja formada por Sam y Frodo y la de don Alonso Quijano y su escudero Sancho. De lo atormentado de la doble trágica personalidad Shakespeariana de Gollum/Smeagol. De las evidentes similitudes entre la misoginia de Holmes y el aparente desinterés por las hembras de raza alguna del sobrino de Bilbo (Excepción hecha -en confirmación de la regla- de aquel trasunto de Irene Adler -"La Mujer"- que resultó ser la idealizada y divinizada Galadriel).

A nadie que haya leído con atención la obra de Tolkien le resultó novedosa (sino más bien descarada) la clara inspiración bíblica del Silmarillion o los más que significativos parecidos de sus personajes con el ciclo Arturico materializado de forma indisimulada en el espejo Merlín/Gandalf, en Arturo/Trancos-Aragón o en la tensión literario mitológica Galadriel/Morgana.

Ningún lector por poco avisado que sea puede quedar ajeno a la sospechosa semejanza entre las tipologías de ángeles y querubines, con las de los Sindar, los Noldor.. o las habilidades y variedad de los héroes y dioses griegos con las figuras de los Ainur, los Valar y los Maiar.

No pudimos escapar a la similitud casi idéntica entre la mitología nórdica y los Jinetes de Rohan con sus avikingadas vestimentas y costumbres. Se hizo más que patente ya desde el título la burda imitación del "Anillo de los Nibelungos".

Todas estas faltas de originalidad pueden ser achacadas por los confiados a la intertextualidad o a la influencia histórico-literaria, pero lo que ya resulta insoportablemente imposible de soslayar es la copia mal disimulada que cualquiera puede ver entre la Blancanieves de los hermanos Grimm y el hobbit tolkieniano.

!imperdonable plagio!

¡Por un panorama literario libre de malos autores que simplemente se limitan a copiar a los grandes sin molestarse en crear sus propios ambientes, personajes y escenarios! ¡No a las copias piratas! ¡Hazte tu propio mundo J.R.R.!

(Y eso por no entrar en el pantanoso terreno de la latente pulsión homosexual continua que toda la historia destila)

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