- Watson ¿Sería tan amable de leer la reseña que he rodeado con un círculo en el Strand de la tarde y darme su opinión? Creo que podemos estar ante una de esas rarezas que me saquen de mi aburrimiento y le alegren a usted por evitarme mi dosis diaria en solución al 7%. Mi pequeña monografía sobre el tipo de corte de las uñas de las manos según los oficios está casi terminada.
- No nos vendría mal algo de acción ¿verdad? .. veamos. - dijo el doctor mientras pasaba sus ojos por las lineas que el detective consultor le había indicado.
Al cabo de unos instantes depositando las grandes hojas del rotativo sobre la mesa en que Holmes estaba haciendo su experimento, Watson dejó caer las lentes sobre el pecho colgando del fino cordón y se dirigió a Holmes con cierta sorna.
- ¿No lo está diciendo en serio verdad? No veo como esto puede suponer para usted acicate alguno. Se resuelve por si solo.
- Al contrario -dijo el investigador sin levantar la cabeza de entre las probetas- ya conoce mi opinión sobre algunos de los casos con que ha tenido a bien sacar a la luz mi vida privada ante el gran público. En muchas más ocasiones de las que nos gustaría en lo ordinario se esconde lo outré. El delito más difícil de desentrañar no está habitualmente en lo extraordinario sino en lo cotidiano. Solo me permito acudir a lo fuera de lo normal cuando se trata de la única solución posible que queda tras desestimar desde la razón todas las demás.
- Pero ¿No me negará que esto no solo no tiene absolutamente nada de extraordinario sino que se baña de lleno en el terreno de lo zafio, de lo banal, de lo superfluo..? Me extraña que usted precisamente se haya venido a fijar en algo así.
- Si no me equivoco pronto tendremos noticias que harán que usted se arrepienta de sus palabras mi buen doctor - afirmó el detective arrellanandose en su asiento disponiéndose a rascar una vez más su violín de aquella forma que tanto irritaba a Watson. - ¿Me acercaría la babucha junto a la chimenea para que me pueda preparar una pipa con esa estupenda picadura que ayer llegó de Trichinopoly? Ah, ¿que le decía? ..
En ese momento el sonido de una tropilla de haraganes sonó en las escaleras a la vez que la voz de la señora Hudson que trataba de impedirles el acceso. Luego una pequeña patrulla de harapientos mendigos infantiles se desparramó por la sala aprovechando que la puerta estaba entornada simplemente. En un momento y con marcial disciplina se situaron en posición de firmes y fue Wiggins quien habló en nombre de todos.
- Su encargo ya está cumplido señor Holmes.
- No me dirá usted que hay en todo Londres un regimiento más valiente que mis irregulares de Baker Street, ¿no es cierto Watson? Sus compañeros en Afganistán habrían agradecido aquel día en la batalla de Maiwand contar con estos pillastres para robar al enemigo sus Jezhail antes de entrar en combate ¿No cree? Quizás así su cojera hoy no le resentiría. Bien..bien.. Gracias Wiggins. Aquí hay un soberano por las molestias. - dijo mientras en un solo gesto se levantaba enérgicamente quitándose el batín a la vez que lanzaba al aire la moneda que el pilluelo cogía ágil. - Haga el favor de acercarme mi sombrero Watson y coja usted el suyo .. ah,.. y esa pistola suya de reglamento. Puede que nos venga bien algo de ayuda. El juego comienza...
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