El cine es una historia construida desde la última palabra en los labios de un moribundo, la sombrerera de Helly encima del ataúd del hombre que mató en realidad a Liberty Valance, la mirada de Noodles al fondo de un camión de basura que pasa en la noche a su lado, una pajarita de papel dejada en el suelo descuidadamente, el primer cadáver para unos niños que crecen durante aquel verano, Carnehan cruzando el puente de cuerdas coronado sobre un rio lejano en Kafiristán. Es una flecha lanzada por una ventana por un Robin Hood anciano que muere junto a su amada Marian, un duelo a tres en un cementerio de tumbas concéntricas mientras suena una mezcla magistral de silbidos y orquesta, un niño sentado en el rellano dudando si comerse el pastel de nata con el que iba a pagar los favores sexuales se su vecina.. y cayendo en la tentación de la nata y de la infancia, un viejo ciego enseñando a un niño a manejar el proyector de un cine de pueblo. Es Gandalf apareciendo sobre la colina con los Rohirrim al rescate al amanecer del quinto día, Dos tipos que se pegan por los campos irlandeses y las calles de Innisfree, de pronto paran para tomarse unas cervezas negras como viejos amigos y luego siguen pegándose, la amistad eterna esta sellada. Una mujer agarrando fuerte la manilla de la puerta de la furgoneta de su marido debatiéndose bajo una cortina de lluvia entre el sueño de un amor o las decisiones que ha tomado en su vida. Es una banda de ladrones de bancos desayunando en un restaurante alrededor de una mesa mientras debaten sobre el sentido de una canción de Madonna y discutiendo si deben dejar propina, una grada de un tribunal de un estado del sur poniéndose en pie en señal de respeto cuando el abogado protagonista sale de la misma cabizbajo y derrotado por la injusticia y un pastor negro le dice a la hijita del letrado que se ponga de pie también, Ringo parando la diligencia girando su Winchester..
lunes, 14 de octubre de 2024
martes, 24 de septiembre de 2024
ELOGIO DEL SILENCIO
De mi padre heredé el silencio. Un cierto sentido de no necesidad de palabras sobrantes. Una castellana pose ahorrativa de lenguaje hablado. Un horror al vacío pero al revés.
Ni Él ni yo entendimos nunca la barroca recarga del hablar que no era absolutamente imprescindible. “El teléfono está para dar recados”. También mi abuela materna lo decía. Somos reservados. Secos. Callados. Preferimos tragarnos nuestras miserias, problemas y debilidades a mostrarlas en palabras. Introvertidos en una manera masculina. Castellanos y varones. Con todo lo que ello tiene de malo para la fluidez de la comunicación. Eso ha sido siempre motivo de conflicto entre mujeres y hombres. Nos refugiamos en nuestros cómodos silencios. Fue nuestra excusa el pensamiento y la introversión. No queríamos compartir nuestras viriles estancias. Y sin embargo envidiábamos la felicidad indudable de quienes sí se comunicaban con facilidad. Puede que no sea esa la mejor heredad pero es mi patrimonio y soy yo porque soy Él.
De mi padre heredé cierto sentido socrático de la nobleza. De la honradez y de la honestidad. Del deber. De la verdad. De la dignidad cotidiana. Una majestad de bañador de Meyba. Una aristocracia altiva de trono en su sofá. Y no lo aprendí de sus palabras. Nunca hablamos cuando yo crecía. Nunca conversamos a altas horas de la noche, ni tuvimos momentos de intimidad de un padre con su primogénito. Me lo enseñó su cotidiano ejemplo ordinario y diario. De su hacer que a mí, en la crueldad de la juventud, me parecía vulgar y nada extraordinario hasta que descubrí un día, mirándome al espejo y viéndole a Él en mis rasgos y mis arrugas nuevas, toda la hondura que reunía su forma de ser. Y eso lo hizo admirable a mis ojos.
Mi recuerdo de mi padre en mi infancia es levantándose del sillón en el comedor para hacer una consulta en la biblioteca del mueble de la habitación cada vez que tenía una duda. Su regalo fue poner a mi alcance libros. Después supe que en otras casas y con otros niños no era así. Yo creía que todos hacíamos lo mismo: Leer los libros que nuestros padres tenían en sus cuartos de estar.
Y ya.
LA MESA DE TECA AZUL CLARO
Y ya.
sábado, 14 de septiembre de 2024
LAGRIMAS EMBOTELLADAS
La maravillosa metáfora del miedo que todos tenemos a la muerte, que está en el texto de la escena, ha servido durante décadas para ilustrar la evanescencia y futilidad de la existencia. La insoportable levedad del ser. La triste conciencia de que en realidad no somos nada, que cuando nos vamos nos vamos y simplemente dejamos de existir. Sin más. Ha sido decorado para conversaciones reflexivas y pensamientos profundos acerca de la esencia de la humanidad, de en qué consiste ser humano más allá de haber sido creado de uno u otro modo. Ha dado pie a sesudos cuestionamientos acerca de la existencia de la vida eterna y de Dios.
Esos recuerdos que el Nexus 6 había vivido y que nosotros, humanos, no creeríamos;.. Esas naves en llamas sobre el hombro de Orión, esos rayos C más allá de la puerta de Tannhauser,.. Todo lo que al irse definitivamente un ser consciente se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia..
...
.. Y mientras le escuchaba Harrison Ford pensando; "Menudo idiota, todavía no se ha dado cuenta de que hasta eso eran implantes"
Y ya.
(Para más reseñas destroyers que te hagan estallar la cabeza sigue mi Blog)
jueves, 12 de septiembre de 2024
EL PUTO PERRO
viernes, 6 de septiembre de 2024
WE SALUTE THE RANK, NOT THE MAN!
martes, 9 de julio de 2024
LOS 26 ESCALONES
Una vez fue la casa de alguien. Fue el lugar
de sus mañanas y los fríos de su hija. Los trabajos y sudores de un padre, los
cuidados de una madre.
Corretearon un día por sus estancias los
juegos de un niño. La vida, la muerte, los días, puede que el hambre y la
desesperanza, pero sobre todo la alegría, la cotidiana alegría minúscula que es la única que
vale.
Alguien levantó sus muros, puso sus piedras, clavó sus tablas, colocó sus
vigas.
Fue una vez la casa de alguien. Vivió allí.
Pasaron años,
celebraciones, amores, tristezas.
Aquellas fueron las paredes de la vida de
alguien.
De ellas colgó sus cuadros, guardo allí sus humildes preciados
tesoros.
A su puerta dejó alguien más de una vez sus penas antes de entrar
sonriendo.
En mejorarla empeñó sus horas. Tal vez fue regalo de boda.
Esas tablas vieron sus llantos, fueron un
día la casa de alguien.
Fueron su palacio y su jaula, su destino y su suerte.
Fue su felicidad y su desgracia. Fue su horizonte y su todo.
Alguien salía por esa puerta, y se
alegraba en su sol una mañana.
Alguien miró desde su veranda al sol del amanecer o al ocaso, alguien labró los
campos que había debajo de ella en la ladera,
alguien se sintió guapa en la fiesta del pueblo tal vez rondada.
Hasta que quedó vacía de manos, de pies, de voces y palabras.
Llena de muerte, de vacío y de espanto, de soledad y ruina,
hueca de
arrugas viejas y fuegos en su cocina.
Pero recuerda que hubo un día que esa fue la casa de alguien.
Hay un Manitú en las cosas. Nos vamos deshaciendo e impregnándolas con nuestro ser. Y ese aroma del alma, esos restos de nosotros, entran por los poros de los objetos y las paredes para quedarse ahí y que sigamos en el mundo de esa manera cuando nos hayamos ido. Y así, cuanto más tiempo pasamos en un lugar, más de nosotros se adhiere a sus elementos y quedamos en ese sitio de algún modo. Así lo llamaban los indios americanos: Manitú.
Ellos creían, y a mí me gusta hacerlo también, que en cada cosa se iba depositando algo de las experiencias y esencia de lo que sucedía a su alrededor. Según su creencia cada objeto recogía de algún modo espiritual algo de su portador, de su poseedor aunque fuera temporal, y lo almacenaba haciéndolo suyo y siendo transformado por ello de modo que fuera distinto que antes de ser "tenido" por esa persona. La posesión de una cosa (su tenencia misma.., sujetarlo por ejemplo) aportaba a aquello algo de ti. Por eso era tan curioso su sentido de la propiedad, porque eran los objetos los que poseían a las personas de ese modo. Un arco era de alguien porque tenía algo suyo en su madera y los nervios y tendones que lo formaban. Y también del árbol que había dado la rama. Y también del ciervo que había vivido para ser ahora cuerda tensa. Y del ave cuya pluma lo adornaba. Por eso era tan importante pasarse ciertos objetos considerados mágicos de padres a hijos como tradición y herencia en su sentido más hermoso y por eso valoraban tanto los objetos que perduraban. Si en una piedra quedaba algo de quien la había simplemente pisado mucho más en el tipi que varias generaciones habían compartido y en que se había vivido durante años.
Tengo la sensación de que perdemos esa relación con las cosas. Algo más trascendente que el mero uso. Siempre he sentido ese Manitú en algunos lugares y sitios. En las paredes de una casa, en un objeto antiguo que alguien usó. Un trozo de roca de recuerdo de un lugar especial no solo lo es como tal sino por todo lo que pasó en ese sitio. A veces el "peso histórico" de un lugar se siente. Esas sensaciones te hacen saber que estás vivo. Por eso me gusta tocar los sitios. Para dejar algo de mí mismo si no para siempre al menos para más que lo que yo viviré.
..........................
" El sol entraba alegremente en aquella galería. Milésimas motas de polvo danzaban en el aire como galaxias en el universo. Eran intensos los colores de los geranios en el alfeizar, y su aroma a fresco verde y rojo inundaba el aire de primavera. Del patio llegaban, como siempre por esas fechas, los zureos y el canto del canario de la vecina. Pronto volverían su nieto y su marido del paseo."
Aquellas escaleras tenían 26 peldaños. Ni uno más. Luego seguían hasta el segundo y el tercero.. creo que no había un cuarto. Sueño con aquellos escalones de madera a menudo. Los veo. En realidad siguen ahí con el pozo como en el poema, pues la casa, abandonada hace décadas, no ha encontrado comprador que pague la millonada que vale ahora el solar en pleno centro de la ciudad y está cerrada esperando la piqueta que la derribe. Mejor. Pues habrían derribado mi infancia y mis recuerdos (en breve lo harán sin preguntarme) para construir un hotel o algo similar allí donde fui feliz. A veces paso ante esa puerta aún hoy y me sucede algo extraño: La reconozco por una parte, por otra reniego de que aquellas habitaciones hoy vacías puedan ser el lugar en que fui tan dichoso. Es como mirar las oquedades de una calavera pensando en todas las cosas que una vez miraron los ojos que las ocuparon o los pensamientos que habitaron aquel cráneo. No quiero tener la posibilidad de ceder a la tentación de entrar y ver su estado actual. Quiero guardarla idealizada.
26 peldaños. Recuerdo ese detalle. Los conté mil veces al subirlos de dos en dos o tratar de bajar los diez últimos de golpe. Nunca mejor dicho. No los he vuelto a ver desde entonces y sin embargo estoy seguro de que siguen allí, tras la puerta del portal de la calle condenada que miro con curiosidad cada vez que paso ante ella más de treinta años después de la última vez que la crucé. Preguntándome como estará todo ahora y a la vez no queriéndolo saber para no romper la magia del recuerdo de la infancia. Veo sobre ellos a mi Yaya de rodillas. Está fregándolos. Las vecinas se repartían entre ellas la limpieza del portal. Nunca le vi hacerlo pero tengo la imagen en la retina de la imaginación. Es curioso que jamás pasara de aquel rellano. No subí en toda mi infancia más allá del primero. En juegos tal vez en alguna ocasión con mis hermanos. No me hacía falta. Todo mi mundo existía en ese primer piso al que se accedía desde el nivel de la calle dejando al lado los buzones verdes del portal y el pasillo que se internaba hasta el patio de luces y aquel pozo. Nunca tuve curiosidad ni me imaginé quienes vivirían más arriba de mi nivel de felicidad ni cómo serían sus vidas. Ni alimentó ese lugar mi mente con historias truculentas o fantasiosas a las que era muy dado como sí lo hicieron otros sitios. Tal era el poder de la felicidad que emanaba de aquel hogar.
Sí visité a menudo a la señora Rosario, que vivía enfrente de mis Yayos y cosía. Me cuidaba cuando no estaba mi abuela por haber salido a un recado o llegaba yo antes del colegio que ella de la compra. Su casa era melliza de la de mi abuela. Como un espejo en su disposición. Justo contrarias. Era soltera y vivía con su madre y su tortuga hasta que ambas murieron. Hace años me enteré de que había fallecido y sentí tristeza por las veces que me acarició la cabeza mientras yo sabía que estaba pensando en lo que podía haber sido si no se hubiera quedado soltera. La vida es una mierda. Cuando creces te das cuenta. Se porta mal con mujeres amables que pudieron haber sido grandes madres y se murieron deseándolo, y da hijos a otras que no saben el valor del don que les ha sido concedido.
Comía a diario con mis abuelos maternos. Ese es el sitio al que vuelvo en mis pensamientos si me preguntan por mi lugar favorito. Mi magdalena, mi trineo, mi infancia...
domingo, 30 de junio de 2024
TESOROS, MEMORIAS, PASOS, HUELLAS.. EL VIAJE (Como lágrimas en la lluvia)
Una vez navegué en la noche frente a las costas de Troya, hice cabotaje bajo la mirada de las colinas donde estuvo el templo de Apolo en Delos, pasé ante los acantilados desde los que las sirenas tentaron a Ulises, oteé a lo lejos desde la cubierta las playas de Lesbos, desembarqué en la Rodas del coloso y de los cruzados, el Capri de Tiberio, la Atenas de Pericles, Pompeya, Herculano a la sombra del viejo Vesubio, recorrí Venecia buscando el paso de Corto Maltés, mi barco atravesó los Dardanelos, toqué puerto en Constantinopla mirando a la vez a Asia y a Europa mientras el sol se escondía acabado el día por el oeste, arribé a Alejandría donde una vez iluminó el fuego de su faro la noche a las velas lejanas que se sentían perdidas, fondeé en la costa de los lugares por los que dios se hizo carne, dentro del cráter de un volcán en la blanca y añil Santorini, y a la vista de los molinos de la rada de Mikonos, buceé bajo las quillas... y el agua sobre la que flotaba mi barco era siempre la del mismo mar. El que baña las playas de mi mundo. El cercano y el de mis recuerdos. El Mediterráneo.
También en busca de las maravillas del mundo antiguo alcancé las piedras de la Gran Pirámide, desembarqué en Éfeso y vi las ruinas del templo de Artemisa. Caminé entre las piedras del Circo en Roma, de los templos de la Acrópolis de Atenas, embarqué en el Pireo y me bañé en el mar de Ostia. Sentí el peso de milenios en el muro de las lamentaciones, el peculiar tráfago de Nápoles, la majestuosidad de Santa Sofia. Visité a los poetas enterrados en Westminster, en Montparnasse, en Colliure, en el Panteón y en apartados cementerios escoceses donde no va nadie, a los antiguos atenienses en sus tumbas en el Cerámico, a los soldados en sus fosas en Culloden, bajo los mármoles blancos y ordenados del memorial de Omaha Beach, a las tresmil tumbas sin cadáver de Sad Hill en busca de la del desconocido junto a la de Arch Stanton. Vi las blancas casitas en las laderas de las Cicladas asomadas al mas azul de los mares, me asome a los acantilados de Irlanda, pisé en Belén el lugar donde nació Jesús y en Jerusalem en el que murió Cristo, visité la Bastilla, los campos de batalla contra el inglés en Escocia, en Montecassino, en Normandía las playas de los desembarcos, vi las maravillas encerradas en los Museos en el Cairo, en París, en el Museo Británico, en el Prado.. Subí montañas, volé sobre las fronteras, surqué los mares y anclé en las calas de sus islas. Vi los más hermosos atardeceres en el Bósforo, en Oporto, y los valles escoceses con sus olas de hierba y sus castillos, estuve en Eilean Donan y en la isla de Skye, y en los que adornan las riberas del Loira, Versalles, la Torre de Londres, y mi tierra castellana, regateé entre los brazos de la Esfinge, miré al mar desde el extremo del mundo donde es el fin de la tierra, vi las cimas de los Alpes, los techos de Europa, dormí en los Dolomitas, sentí en mi moto el viento, el frio, el calor, la lluvia, estuve en las ciudades antiguas pisando las calzadas que ellos pisaron en Pompeya, en Itálica, y en las que se van haciendo viejas en Lisboa, en Edimburgo.. Toqué Florencia, Siena, Milán.. Recorrí el Camino de Santiago, rodeé los lagos de Suiza bajo los imponentes picos, el de Garda en Italia, el loch Ness en Escocia,.. Fui a la ópera en Salzburgo. Visité Munich y Zúrich a las que confundía hasta que las conocí, y Berna, y Barcelona y Caen y Verona.. Estuve en el país de los Cátaros con sus misterios, fui a Carcassonne y a Montsegur, toqué todos y cada uno de los puntos en los que a un lado había mar y a otro tierra en mi peninsula, cada faro, cada cabo, dormí en hoteles lujosos con historia, en lugares que una vez fueron oficinas de la Gestapo, en cabañas de madera en los bosques, en playas.. muchas noches lo hice bajo las estrellas, junto a una fogata. Esas fueron las mejores..
De cada uno de esos lugares guardo el aroma, el instante retenido, el pensamiento sugerido, la evocación del momento. A veces me hacen sentir encerrado, a veces melancólico, pero siempre son recuerdos de felicidades.
El porqué del viaje es el momento. Ese momento. Cada uno de esos momentos. Uno tras otro. A veces un parpadeo, algo que te ha parecido ver y no estas seguro, a veces un instante. Otras veces horas. La mirada. La grabación del recuerdo en la retina y en la memoria para sacarla años despues de aquel cajón y volver a saborearla. O el mero disfrute de la vista, del segundo, de la imagen, del minuto que se convierte en hora de ensimismamiento. La experiencia, la toma, el cigarrillo, los olores, la parada momentanea a un lado del camino o mirando el horizonte lejano de la línea del mar cuando el último rayo del ocaso se hace verde, la foto, el sonido, los colores, el descanso en la ruta, ese paisaje, notar el aire llenando los pulmones, la conversación placentera, el tacto de la hierba fresca en los pies descalzos, las estrellas sobre la cabeza, la sorpresa o el objetivo alcanzado, el fin del agotamiento al dormir finalizada la jornada sonriendo bañado en las memorias creadas ese día, el calor o el frio de ese instante solo tuyo que nunca más se volverá a repetir.
Los recuerdos son magicos y tienen algo de tristes. Son tuyos aun hasta los compartidos. Puedes volver a evocarlos pero sólo para tí. No hay forma de transferirlos. Están en ti. Son tú. Y no están sin ti.
Nada puede compararse con las sensaciones del camino, con el disfrute del viajero. Tal vez escribir. O Nada.
Y ya.
miércoles, 26 de junio de 2024
LUCHA CONTRA EL SIMBIONTE
Sal del personaje. Antes de que te engulla y no te reconozcas. Porque hay veces en que no sé si te lo has creído tanto que ya te has convertido en él. Y en esos momentos no tengo la seguridad de que si un día necesitara al verdadero tú no me miraras perplejo pensando de qué estaba hablando. Sal de ahí, cuanto antes. En cuanto puedas. Mejor ahora que luego. Vuelve conmigo. Ve hacia la luz.
Porque el juego de la distancia masculina, incluso de la ofensa inocente mutua es genial mientras no se convierta en cierto y tenga por base la lealtad. Y la amistad lo es si hay equivalencia, no si uno ha llegado al convencimiento de su superioridad haciendo caso a lo que le dice su personaje interno.
Por momentos dudo si tienes claro que siempre fue así. ¿Ya no lo recuerdas? Incluso dudo siquiera si siempre fue así y soy yo el equivocado esperando que haya otro distinto al que muestras. Igual solo hay uno. Igual siempre lo hubo. Pero no. No puede ser. Yo recuerdo a otro. Éramos iguales y lo sabíamos.
Vuelve a mirarte en el espejo. Búscate hasta encontrarte. Estás ahí. Detrás de esos ojos. En alguna parte. Aunque cueste tienes que esforzarte en recordarlo. Eres el que eras y el que siempre fuiste. El que yo quería. Eres yo.
Y ya.
jueves, 20 de junio de 2024
ALGO DEBO ESTAR TRAMANDO
EXTRACTOS DE CONVERSACIONES
- (Q) Estos deseos de descubrir, de atraparlo todo, de no dejar escapar la más mínima aventura no nacen nunca hace poco. Nacen todos el mismo día: aquel en el que ves tu primera mochila, la más bonita del mundo, en un escaparate y tu madre, te dice "¿se la pedimos a los reyes?".
El que no ha vivido eso, no sabe de qué color es la felicidad.
Ahí sí que nace todo.
- (R) Me trae tantos recuerdos..
- (Q) ¿Te acuerdas de aquellos 15 minutos de crepúsculo, entre la arriada de banderas y la hora de la cena?. Ruido metálico de platos, olor lejano a sopa, gatos pardos. Alguien rasgaba torpemente una guitarra. Juntabas tu cabeza a la de tus colegas, mirabas al cielo buscando la primera estrella y dejabas que los sueños de juventud y la más pura camaradería se fundieran lentamente con los ruidos del bosque y de la noche.
Aquellos 15 minutos eran la felicidad.
- (R) Todo era tan intenso. Y lo que más el olvido de que hubiera nada que no fuera aquello, ese momento, esos amigos, esas sensaciones. La contradicción del cansancio de un día físico, saber que aún quedaba hasta irte a dormir y no querer que llegara, y a la vez desear el día siguiente con ansia.
- (Q) Pienso mucho en la felicidad últimamente. Algo debo estar tramando.
Y ya.
jueves, 23 de mayo de 2024
CAERSE DEL GUINDO
"- Lo que a ti te pasa, Samuel, -dijo Carlos-. es que te gustaría que el mundo fuera de una manera y todavía no te has dado cuenta de que no funciona así.
- Que es un inmaduro es lo que le pasa. -Terció Manuel irritado mientras continuaba ensimismado intentando poner la pila al reloj.
- Que confías demasiado en el ser humano -continuó el primero acodado al mostrador bajo la atenta mirada de su interlocutor-. y crees que todo el mundo es bueno. Que piensas que lo que mueve el mundo es la verdad y la justicia y en realidad lo que lo mueve es el egoísmo y el interés.
- Que es un idealista -apostilló Manuel.
- Sigues creyendo que la gente va de buena fe y que sabe lo que es lo correcto, y dónde está la línea entre el bien y el mal. Y que las relaciones humanas se basan en una especie de esperanza de que todo el mundo confluya en una verdad a la que se llega porque la conciencia nos lo debería decir.. -explicó Carlos-. Y no es así. El mundo se rige por el principio de contradicción, las relaciones humanas son dialécticas, la gente parte de maximalismos en las negociaciones comerciales, políticas, etc. en la esperanza de que al llegar a un acuerdo, a un supuesto punto medio, hayan logrado engañar al otro y el punto logrado les sea beneficioso o al menos no esté por debajo de su línea mínima de exigencia. Que lo que la gente quiere cuando debate es ganar, no alcanzar acuerdos de win-win...
- No le líes con filosofías -carraspeó el relojero-. Que eres tú muy dado a metafísicas. Lo que le pasa a este es que es demasiado bueno. Siempre que su padre le preguntaba de crío cuanto quería de propina decía la cantidad que consideraba justa y su padre le terminaba dando menos. Han pasado los años y sigue sin saber regatear. -explicó didáctico levantando la vista de la mesa Manuel-. Todavía no se ha dado cuenta de que hay que pedir más de lo que necesitas en todo para terminar consiguiendo al menos eso.
- Pues eso es exactamente lo que quería decir -comentó el cliente.
- Ya,.. pero te adornas mucho para decir lo más sencillo. -sentenció apagando la lamparilla Manuel -. Que esto no va de dialécticas hegelianas.
- En realidad si. Va precisamente de eso. -retomó Carlos-. De eso y de imperativos categóricos kantianos, y del buen salvaje de Rousseau contra el hombre-lobo para el hombre de Hobbes, y del platonismo de nuestro amigo en el fondo.
.. Lo que le quiero hacer entender es que las relaciones humanas no son lineales sino que se basan en intereses personales. En concreto los de cada cual. Y que estos suelen estar enfrentados y en tensión, opuestos. No coincidentes por más que le gustara que el mundo funcionara así.
- Vale -intervino finalmente el aludido-. pero que conste que yo solo te he dicho que 15 € por cambiar la pila me parecía un poco abuso macho, que vaya tosta que me estáis dando entre los dos."
Y ya.
lunes, 13 de mayo de 2024
EL CURIOSO "EFECTO FLÁNAGAN" (Por llamarlo de alguna manera)
De extraños arbotantes y contrafuertes argumentales.
Últimamente me ha dado por fijarme en un curioso comportamiento en los debates, tertulias, discusiones y conversaciones. Igual siempre había estado ahí y era yo el que no me había fijado hasta ahora, pero creo que no. Me habría llamado la atención, por su retorcida esencia.
Y lo cierto es que si lo ha hecho recientemente ha sido porque me ha sorprendido por sí mismo pero sobre todo por haberlo notado repetido en diversos foros.
El intercambio se produce de la siguiente manera.
1º.- a) emite una opinión en un sentido (habitualmente vigorosa y expresiva en forma y fondo)
2º.- b) le contradice de manera sutil sin oponerse frontalmente. Lo más frecuente suele ser una ironía ligera. ..Pero la idea de fondo es contraria a la emitida por a) o al menos claramente diferente. Suele ser una forma de expresar la propia opinión evitando el conflicto y la confrontación directa para evitar una discusión (Yo suelo ser b) en estos intercambios pero lo he visto en otras personas en tertulias, podcast, etc.)
3º.- .. y aquí viene el giro sorprendente.. a) responde haciendo suyo el argumento de b) usándolo como refuerzo de su tesis ¡Cuando en realidad pretendía lo contrario!.. y lo suele hacer con una expresión que desarma el debate como "Exacto", "¿Ves? Eso quería decir.", "Eso mismo decía yo" e incluso "Tú lo has explicado mejor que yo pero era esa la idea".
Cuando esto sucede (y en los últimos tiempos han sido ya varias veces) el diálogo acaba en un extraño punto de confusión, pues a) cree que el otro piensa como él cuando en realidad no es así en absoluto (E incluso que ha ganado el debate). De manera sorprendente a) considera haberse visto reforzado en su exposición con la respuesta de b).
Esta forma de intercambio dialéctico siempre me deja la sensación de no haberme explicado bien, haber usado la ironía de manera demasiado sutil o directamente no haber sido escuchado en mis argumentos. Pero en realidad he llegado a la conclusión de que lo que suele pasar es que mi interlocutor tiene decidido de antemano ya desde el dogmatismo de saberse en posesión de la verdad que es tal su grado de razón que yo solo puedo limitarme a reforzarle, y que diga lo que diga tras él lo que venga solo va a ser un apoyo a su tesis ¡Cuando no es así!
"- Juan Gómez Jurado: `Me gusta mucho esa escena de Tarantino´
- Rodrigo Cortés: `Pues a mi no tanto. Me parece un poco forzada´
- Juan Gómez Jurado: `Exacto. Eso quiero decir. Es un momento muy potente´
......Todopoderosos TARANTINO 3"
Cosas veredes.
Y ya.
martes, 9 de abril de 2024
LOS PRESCRIPTORES
Nadamos en datos hasta ahogarnos y a menudo no valen de nada. Se han convertido en objeto de deseo y son un engaño. Se nos repite el mantra de que una decisión no basada en datos no es objetiva ¿Y qué si no lo es mientras sea correcta y justa? Me fío mil veces más de la impresión de un alma tranquila y en paz con su conciencia, del sentido común de un sabio, de la temperancia de un colegio de hombres buenos, del parecer de un honrado.. que de mil encuestas.
Nos seguimos chocando contra el muro de nuestro error. Los datos han demostrado mil veces ser equivocados, interesados y manipuladores. Excusas de quienes quieren manejarnos. Respaldo únicamente de tesis decididas de antemano, buscados en las minas de los suyos evitando las vetas que llevaran en otra dirección. Los datos son fríos y solo sirven a hipótesis tan anteriormente formuladas como previamente decididas como verdaderas.
No todo es ciencia exacta y menos en lo social, en lo público, en lo político.. Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía. Y para formarnos opiniones no es necesario recopilar pruebas como en un experimento de laboratorio, ni recoger muestras, ni hacer repeticiones. Perdemos el tiempo y el dinero en estudios que arrojan conclusiones a las que habría llegado antes una persona de inteligencia media y las damos más valor por el hecho de que así las consideramos respaldadas por la verdad y la estadística como si el sentido común de una buena persona no fuera respaldo suficiente. Las máquinas que manejan datos a velocidades que nunca podrá el hombre se enseñorean. La cultura del Big Data nos envuelve. Hemos caído en nuestra propia trampa. Lo que construimos para servirnos se ha terminado convirtiendo en nuestro amo. Vivimos para dar de comer a consultoras que nos mienten reforzándose en datos y cifras con que aparentar mayor volumen de trabajo y justificar así sus honorarios.
Oigamos lo que tenga que decir el sabio, el experimentado, el cabal, el experto. Dejémonos guiar en aquellos campos en los que no sabemos. Busquemos la opinión de los honestos para formar la nuestra. Siempre será mejor la idea que nos exponga alguien desde la calidad humana y la bondad, desde la templanza, la moderación, la piedad, la empatía y el desinterés, que las olas de datos para respaldar una teoría.
Si encuentras a estos hombres no dejes que escapen de tu lado. Cuida al honrado, mantenlo cerca para que te guíe y te sirva de ejemplo. Ese debe ser tu prescriptor y tu modelo. Ellos deberían gobernarnos..
Y ya.
lunes, 25 de marzo de 2024
A VECES ME ECHO A UN LADO DEL CAMINO
Descubrí hace tiempo el placer que me produce conducir sin prisas mi moto sin un destino demasiado cerrado, sin planes rígidos. Parar cuando estoy cansado, comer cuando tengo hambre, seguir si me apetece,.. Abrir mi casco para dejar entrar el aire, y los perfumes del bosque que atravieso, rodar despacio, disfrutar del frío. Me gusta oír los pensamientos en los que ocupo mi cabeza y me abstraigo del sonido del motor. A veces son sensaciones intensas, íntimas. Surgen ideas que no quiero perder y me echo a la vera del camino para que no se me olviden.
Ayer me descubrí despidiéndome de cosas y paisajes conocidos como si fuera a ser la última vez que los viera. Y no era un pensamiento triste sino agradecido. Satisfecho de haberlos hecho míos aun por un momento mientras pasaron por mi existencia. Sin lamento si ya no volviera nunca más a ellos. Tampoco era presagio fúnebre de nada, era solo plenitud, alegría y gratitud por haberlos visto alguna vez.
Lamento, eso si, no haber podido tomar cada uno de los millones de caminos laterales que llevaban a mil lugares que no he conocido y nunca conoceré. No haber subido aquella carretera que veo irse a mi izquierda ladera arriba y no se donde lleva, no haber abrazado cada árbol ni haber superado cada río pasando por los miles de puentes de piedra que nunca he visto ni veré. Quedan mil lugares que visitar y cimas a las que ya no subiré nunca y veo en el horizonte ofrecidas a un cuerpo más joven que ya no tengo. Lamento ser limitado y finito pero no lamento no ser eterno.
Me pregunto por las vidas que se viven en cada casa de los pueblos por los que paso, por los animales del bosque a los que no oigo pero sé que están ahí, por quién arregla el camino para que yo pueda pasar por él, por cómo pasa el invierno la gente que me es lejana. Y pienso en las tragedias cotidianas que suceden a mi paso y en las heroicidades y en las felicidades. Y pienso que si eso pienso de los caminos que recorro en mi país, qué será de otros mundos distantes, otras culturas, otras naciones.
Me agrada esta sensación de cosa hecha. No es triste aunque sea una despedida. Agradezco cada segundo de conciencia que me fue dado hasta ahora. Esos años de vida, y los que me queden, que me fueron regalados para ver el mundo y que morirán conmigo, son un don infinito para el que no tendré gratitud suficiente nunca. Las rocas existirán cuando yo no esté pero ellas nunca sabrán que estuvieron.
Saber que existo es el milagro. Que la luz entre por mis ojos y llegue a mi comprensión la forma y dimensiones de las cosas, que mis oídos conviertan las ondas de sonido en voces de personas que me hablan y cuyas vidas reconozco, que algo archive hasta mi muerte en alguna forma que no comprendo el recuerdo de los olores.
Y ya.
viernes, 15 de marzo de 2024
martes, 20 de febrero de 2024
SE LLAMABA RAÚL Y NO LLEGUÉ A CONOCERLO
Hoy se cumplen 30 años.
30 años de una noche en que llegué de madrugada a casa de mis padres, donde vivía todavía. La noche se había torcido y lo que iban a ser unas copas con los colegas acabó en tragedia.
Estaba un poco en shock. Tanto que no era consciente de que lo estaba.
Aún recuerdo la cara de mi madre mirándome horrorizada. Yo no sabía por qué.
- ¿Qué ha pasado?- dijo asustada.
- ¿Cómo sabes que ha pasado algo?
Ella me señaló a los pantalones y en ese momento los miré y entendí todo. Estaban encharcados de sangre.
- No es mía -. solo acerté a decir antes de derrumbarme en una de las sillas del salón.
Esa noche habían matado a un desconocido a pocos metros de donde yo estaba. Se llamaba Raúl. Luego lo supe.
Recuerdo como si fuera ayer el horrible sonido de fuelle del aire saliendo por la cuchillada en sus pulmones. Y lo recuerdo porque yo estuve allí, de rodillas, a su lado, intentando inútilmente tapar la gran herida por la que se le iba la vida. Junto a otros desconocidos tratábamos de mantenerlo vivo hasta que llegara la ambulancia. Pero se nos fue mientras lo intentábamos.
Por desgracia no era la primera vez que alguien moría en mis brazos.
También recuerdo, como un detalle fuera de lugar, que pensé en su dignidad. Pensé en que aquel chaval desconocido seguro que no pensaba que fuera a morir aquella noche. Ni así -Ni de ningún modo. Con veinte años todos somos inmortales-, rodeado de un corro de curiosos. Y recuerdo que le tapé una de sus heridas más graves con una prenda que llevaba. No sabía quien era, pero no se merecía que lo viéramos de aquella manera en aquel instante.
Al día siguiente lo escribí todo para recordarlo siempre. No quería dejar que aquellas sensaciones tan intensas se fueran. Leí la noticia en los periódicos como si se tratara de algo ajeno que no hubiera vivido en directo. Había muerto intentando evitar un robo. Una semana después, en el programa de radio en el que tenía un espacio lo relaté. Como un exorcismo. Obligándome en espera de algún efecto catártico. Buscando algún tipo de desbloqueo o una espita que al abrirse me aliviara el pecho lleno de tristeza. Aquel año escribí mi primer libro. Uno de los capítulos rememora aquella noche.
Por ahora tendría mi edad o algo menos, y podría haber sido feliz, tenido una familia, hijos, alegrías, una vida. Pero se apagó ante mi en aquella acera mientras yo lo miraba impotente. Una noche como esta hoy hace 30 años. Se llamaba Raúl. Luego lo supe.
Y ya.
domingo, 28 de enero de 2024
ASOCIACION DE NO ASOCIABLES
"Comfortable chairs, the latest periodicals, & the most unsociable and unclubbable men in town."
El intérprete griegoArthur Conan Doyle.
En el "Reform club" estaba prohibido dirigir la palabra a los demás socios así que, como veis, la idea original no es mía. Cuando el protagonista de la vuelta al mundo más famosa de la literatura iba a leer el periódico a su lugar favorito de Londres esperaba estar rodeado de iguales; Caballeros que no le molestaran con sus cuitas y sus conversaciones. Lo mismo buscaba Mycroft Holmes, el hermano de Sherlock, que eligió como rincón favorito de la metrópolis el "Club Diógenes" precisamente porque contaba con una sala a la que llamaban "del silencio", en la que estaba seguro de no ser importunado. Las reglas eran muy estrictas al respecto. La escena final de "Memorias de Africa" subraya, para acentuar el reconocimiento de los hombres del lugar a Karen Blixen, cómo estos rompen su silencio en el bar del Club, e interrumpen por unos segundos sus asociales interrelaciones silenciosas y lecturas aisladas, para levantar su copa por ella antes de volver a sus ensimismamientos de nuevo. Estos británicos tendrán lo que quieras pero al menos se visten para cenar y en este sentido nos dan cien vueltas. Nada consideran mayor pecado que interrumpir los pensamientos de otra persona.
Porque vengo a proponer ante sus señorías la creación de una "Asociación de sociópatas de libro" o "Sociedad de asociales". Sugiero llamarlo "Club de los lectores muertos" en homenaje a la película. O "Cartujos laicos". ¿Puede haber acaso algo más bonito que una fila de motoristas que llegan a un sitio, desmontan, entran en el bar de carretera sin hablarse, se piden cada uno su cerveza y siguen ruta sin haber cruzado una palabra en todo el proceso? ¿Algo más hermoso que el silencio cómplice del grupo de pescadores que no tiene nada que decirse salvo lo que se dicen con el hecho mismo de sentarse uno junto al otro sin palabras? ¿Visión más perfecta que la de tres amigos sentados mirando a la plaza con su vino de la mano viendo pasar la vida y la belleza y compartiendo el momento? ¿Imagen más cívica que la de dos lectores que se ignoran entre ellos como si estuvieran solos cada uno en su isla? Si señores, en mi opinión a veces la compañía callada es la mejor compañía.
Seguramente desde fuera se pueda ver como algo contrario a lo que llamaríamos un grupo de amigos y sin embargo lo son. Ya se que es algo que mucha gente no entiende, y que cree que la comunicación es indispensable elemento de las relaciones sociales, yo también lo pienso. La cuestión es la cantidad de comunicación. Muchas veces es más completo un simple asentimiento con la cabeza como gesto de aceptación de una invitación a otra ronda, que mil líneas de diálogo vacío y meramente formal que sólo tienen como finalidad cubrir el trámite de la cortesía aceptada por regla de convivencia sin desearla realmente. Hay quien le tiene ese horror al vacío. La comunicación está sobrevalorada y algunos echamos de menos los espacios de camaradería callada que esta idea viene a cubrir.
Lo primero que haremos será insonorizar nuestra sede para que ningún ruido del exterior entre en nuestros dominios alterando la quietud y paz de las almas de los socios. Contrataremos a camareros que firmen una clausula de silencio absoluto, mimos o intérpretes de lenguaje de signos, mudos o amputados de lengua. Luego pondremos a la entrada un gran cartel con las normas del club enmarcadas en roble tallado, estará junto al poste al que se atará a los infractores para las flagelaciones (Habrá pena de 20 azotes -que se doblarán si grita al recibirlos- para quien deje que le suene el móvil por olvidar haberlo puesto en silencio. Y muerte horrenda para quien mantenga conversaciones telefónicas audibles por terceros). El tono del aviso será claramente admonitorio y amenazante para que las cosas queden bien claritas desde el principio. No queremos confusiones. Estarán prohibidas las palabras habladas, incluso todo saludo por gutural que sea que supere los 5 decibelios y no consista en simplemente levantar las cejas. El diálogo estará proscrito y se perseguirá con saña por la policía del mutismo. Se considerará prohibida cualquier clase de interacción que exija sonido. En la sala de fumar solo se oirá el crepitar de la chimenea y el frufrú de nuestros smokings. Adquiriremos por mucho que cueste el único billar del mundo cuyas bolas choquen sin ruido. Este no será lugar para negocios ni tertulias, para conspiraciones ni debates. Que para eso hay otros. Este será nuestro refugio y nos cruzaremos por sus pasillos sin dirigirnos jamás la palabra.
No es esta una oda al silencio en general, ni un elegía a los callados como seres superiores situados por encima a los habladores (que lo son, pero ese es otro tema). No se trata de una lucha entre extrovertidos e introvertidos, sino un gueto buscado conscientemente, una reivindicación para un espacio para los momentos en que apetece estar solo sin estarlo. La comunicación es necesaria pero igual que tiene sus foros y templos hace falta uno que nos reservemos los que lo amamos para adorar al dios callado.
Y ya.