jueves, 10 de julio de 2014

FETICHES FOTOGRAFIADOS

Aquel verano la tendencia en las playas de California era el coleccionismo de tatuajes.  Un tal Andrew Fiennes había empezado ese trending. Con exquisita educación se había ido acercando a quienes lucían sus pieles ilustradas y con su equipo fotográfico en ristre, lo cual le daba una apariencia más profesional, iba pidiendo permiso a cada sujeto para retratar la parcela tatuada de su anatomía. Con el resultado de la ingente recolección de imágenes conseguida había organizado en el Village una exposición al acabar la temporada que había sido un gran éxito. Aquello había animado a otros fotógrafos amateur y profesionales a ir por las playas pidiendo permisos para sus fotos y luego colgarlas en sus respectivos blogs y páginas web. A esa idea creativa había dado en llamársela photattoo y llenó la red de colecciones de tatuajes captados en playas. 

Hizo auténtico furor esa temporada. Los tatuados, exhibicionistas por esencia, se habían prestado encantados a la iniciativa, deseosos de que todo el mundo viera el arte sobre sus poros, que para algo se los habían hecho sufriendo la disciplina de la aguja en sus carnes. A ello había contribuido la elegante, refinada y sumamente educada forma de aproximarse de los fotógrafos, que ya se había convertido en reconocible parte del proceso en sí misma. De este modo había llegado un punto en que se había generalizado una simbiosis por la que los “decorados” miraban esperando que aparecieran por sus playas alguno de aquellos fetichistas y coleccionistas con sus cámaras al hombro.


Aunque no pocos ligones habían usado la técnica para romper el hielo en sus intentos de meter ficha a las macizas de las playas californianas, la mayor parte de los fotógrafos habían sido sinceros artistas no profesionales.


Ramón Peña, conocedor de que lo que es tendencia en USA en uno o dos años será moda en España, no hizo sino enterarse de la nueva corriente y decidió exportarla a nuestras tierras. Sin embargo también sabía que en cultura el éxito viene de la mano de la innovación y la adaptación a la realidad concreta y al entorno. Por esta razón decidió dar a su nueva idea un aire más español y en lugar de hacer las fotos en playas de gente guapa lo hizo en las piscinas de las ciudades. Tampoco el tatuaje fue su objetivo. Si quería diferenciarse de las tendencias americanas había de crear un trending tipical spanish.


Así nació el “Coleccionismo de barrigas” (O "Fotopanza", como se llamó aquí) que pobló las páginas web de apéndices abdominales masculinos. Redondeadas y cerveceras generaron ese verano un movimiento pseudocultural casposo que creó el asombro en la comunidad intelectual y artística de la escena europea.



No hay comentarios:

Publicar un comentario