martes, 8 de julio de 2014

PROFESIONAL.. MUY PROFESIONAL


Los profesionales de verdad, los que se lo toman en serio, se preparan adecuadamente. La Carla era de esas. Un verano se hizo puta y el febrero anterior se matriculó en la Actor´s Studio para aprender a fingir los orgasmos por el método Stanislavski. Una tía competente en lo suyo. Siempre sostuvo que o comes o te comen. Así que se especializó en esa rama de su profesión. Con su particular habilidad aquel verano alcanzó merecida fama en todo el valle. Bajaban de los pueblos. Se fletaban autocares e incluso se decidió mantener una linea para los sábados por la noche, tal era la afluencia que concitaba.

Toda una institución la Carla en la comarca. Como el veterinario, el farmacéutico, el cura, la guardia civil y el alcalde.


Animada por la gloria que le habían reportado sus proezas (Y por el Tinín, un proxeneta bajito y negruzco de tez) la felatriz dio el salto a la carretera y al verano siguiente se hizo unos bolos por los pueblos de alrededor. Su chulo la llevaba en su Lancia rojo del 98 por esos caminos de Dios a hacer las américas en un radio de 70 Kilómetros. "Hacemos una labor social", no dejaba de repetirle, "..que hay viejicos que no pueden coger el coche de línea hasta el club, y también tienen su corazoncito".


A la vista de la aventura que ese año la iba a esperar con la "internacionalización" de su marca y sabedora de que en este negocio, como en todos, la clave está en la I+D, la Carla se encerró durante veinte días a pan y agua en la habitación de la pensión para tratar de aprender a chapurrear al finalizar el periodo al menos dos o tres palabras en los idiomas que había leído más la iban a demandar si exportaba sus servicios. En los foros del oficio la recomendaron algo de griego y francés para empezar.


El Tinín, del que todos desconfiaban por su enanismo oscuro (Y es que ya se sabe que los macarras grandes y fuertes están ahí por lo que están, pero que de los pequeños se desconocen las habilidades por lo que es mejor guardarse), no creía mucho en esas innovaciones empresariales. Decía que los métodos americanos valdrían para Chicago pero que en Retortigüela y alrededores nada tenían que hacer.. y que donde estuviera una buena corrida que se quitaran los toros.


Sin embargo no fueron los métodos tradicionales, sino ese incansable ansia de saber, esa curiosidad innata y ese espíritu de mejora continua, los que hicieron que la Carla aquel año le hablara 
a un representante de cocinas modulares de Cuenca el mejor francés con acento griego que nunca hubiese oído a una puta. Aquel, rendido ante su don de lenguas, la quiso inmediatamente para sí solo. Llevósela a su tierra y púsola un piso.

Y aquí acaba la historia de la Carla. Una profesional de lo suyo. Un continuo carácter emprendedor que llevada por la curiosidad y un agudo sentido de la calidad profesional consiguió el reconocimiento de todos y llegó a ser citada en el diccionario enciclopédico del zorreo, con la siguiente referencia en su entrada: "Francés, hablado y escrito. Además".


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