Escena 7: -Plaza de Zorrilla, Valladolid, un 1 de febrero. Frió. Un policía municipal estático en pie con braga al cuello y guantes. A su lado se detiene un vehículo.-
- Perdone. ¿Me podría indicar por donde está el Hotel Vincci Frontaura?
- Si, como no - dice el agente llevándose la mano a la gorra- tiene que seguir todo recto este paseo hasta casi el final. ESTÁ COMO A UNAS 12.750 KILOCALORÍAS
- ¿eh?
- Si es que en esta ciudad contamos las distancias en kilocalorías. Somos así de enrollaos.
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El otro día llegó una petición del "Museo de Pesas y Medidas de París". Solicitaban aclaraciones sobre el rumor que había en la red de que nos habíamos inventado una nueva forma de medir la distancia. El director de esta solemne institución indicaba en la misma que (Cito literalmente) "No me vayáis a joder ahora que casi hemos hecho entender a la peña lo que es un año luz y que los raritos de los ingleses están a punto de cambiar al sistema decimal y abandonar las millas..."
Y es que un taxista dejó estupefacto a la directora consorte en una reciente visita a nuestra ciudad cuando, al señalarle la dirección a la que quería ir, el chofer (bonita palabra) le respondió que eso estaba a las afueras y que a partir del radio del alfoz (otra bonita palabra) la bajada de bandera (viejuna expresión) ya no era en Kilocalorías sino en euros/kilometro. A su regreso a la capital francesa aún en shock le relató el aterrador sucedido a su esposo y esté decidió tomar cartas en el asunto y poner los puntos sobre la mesa.
Llamó a un hotel al azar (famosa cadena hotelera) y su interlocutor en un castellano prístino de aquí le aclaró (metiendo tres leismos y un quedar en lugar de dejar) que lo de medir las distancias en kilocalorías era una ingeniosa (y barata) campaña del Ayuntamiento para fomentar el turismo y la vida saludable, y que sí, efectivamente.. a los clientes del hotel no dejaba de sorprenderles que se dieran así las distancias en esta ciudad y el personal del mismo no terminaba de acostumbrarse a pesar del curso de formación recibido.
Por su parte fuentes de toda solvencia nos comentan que el colectivo de restauradores de la capital vallisoletana ya prepara su nueva campaña de promoción para esta primavera. Se trata de unas pegatinas que indicarán al comensal hasta donde tiene que ir desde su establecimiento para quemar todas las calorías ingeridas en el mismo en forma de tapas, riberas y pinchos (los mejores pinchos y tapas del mundo, por otra parte). Será un circuito entre locales de manera tal que entre uno y otro se hayan quemado las kilocalorías adquiridas en el anterior y visitado de media al menos tres monumentos y un museo. En el siguiente local se les pedirá el sello de comprobación de haberse hecho esas visitas, se les pesará para comprobar que se ha adelgazado (que hay mucho tramposo que iría en coche si no) y solo en caso de haberlas quemado se les servirá otra ración (o bien se les indicará un recorrido subsiguiente más duro con subida a Parquesol por la cuesta incluido).
Dados los beneficios de esta iniciativa en varios frentes ya se está tramitando la solicitud de ayudas a la fundación municipal de deportes, el plan ADO, la concejalía de turismo y la de cultura, el ministerio de medioambiente, las autoridades sanitarias de la Junta de Castilla y León, la fundación Villalar, el club de los 60, la dirección general de Patrimonio, las edades del hombre, etc. También se ha solicitado un Plan PIBE específico para el sector.
UGT se ha interesado por montar unos cursos de formación.
Ah, y no perderse la campaña publicitaria que no tiene desperdicio.