lunes, 27 de enero de 2014

QUE SI HOMBRE, QUE TE PIRES...


Extracto de las actas de las reuniones del grupo de autoayuda del hospital de Baltimore (Maryland)
- Agosto de 1998-

"- Hoy trataremos los traumas visuales como posible causa y origen de recuerdos bloqueantes y sustrato para futuros episodios y crisis.

 Todos tenemos alguna de esas imágenes que nunca se nos van a borrar de la retina. Traumas en forma de flash instantáneo.  No hablemos de las verdaderamente trágicas. recordemos un momento las graciosas por patéticas o por el contexto en que se produjeron.

 Bien Elmer ¿Cual fue la tuya?


- Recuerdo una hace años. Estaba hospedado en una pensión de mala muerte en cuyas habitaciones no había baño y compartíamos el que había en ese piso. Me acerqué a la puerta silencioso para tratar de adivinar si había alguien por el ruido. Nada parecía advertirlo. No obstante pregunté en alto. No hubo respuesta. Así que di un paso decidido y con mi mano libre abrí la puerta del baño. ¡¡¡¡Diooosssss!!! El viejo sordo de la trece en pelotas a punto de empezar a ducharse. ¡¡Aaaaagh!!


Todo lo que podía pensar era: - Gracias Dios. Al menos no estaba cagando.


- Adelante Josua.


- Unos ruidos me despertaron en la noche. Salían de la habitación de mis padres. Eran extraños. Como quejidos lastimeros mezclados con palabras entrecortadas. No era una conversación. Tampoco era el televisor. Eran más bien susurros, interjecciones, murmullos y respiraciones agitadas. Asustado acerqué mi oído más a la puerta para tratar de averiguar que era aquello por si mi madre o mi padre estuvieran en peligro. Llegado un punto ya no pude esperar más y abrí de golpe la puerta de la habitación. Los dos ancianos habían vuelto a hacerlo. La habitación estaba cargada y llena de humo. Tosían. Esa manía de mis viejos de fumar a escondidas los va a matar un día.


- ¿Jennifer? Es tu turno.


- ¡¡Aquellas uñas!! ¡¡Aquellas uñas!! No me las puedo quitar de la cabeza. La primera vez que hice el amor fue con un compañero del instituto en la sala de las escobas. Allí estábamos los dos. Casi a oscuras excepto por la pequeña iluminación rallada que entraba por las rendijas de la puerta. Apenas cabíamos. Era difícil desnudarse. Yo le quité torpemente a Jack sus pantalones. Seguía con los calcetines y el slip. Me dí la vuelta y me bajé las braguitas. Apoyaba las manos sobre la fría puerta metálica mientras Jack entraba sin la más mínima habilidad en mí. Recuerdo que a la vez él trataba de mantener el equilibrio mientras se quitaba el calcetín de un pie con el opuesto. Yo tenía la rendija de la puerta a la altura de los ojos. Temía que alguien nos pillara. Y entonces se las vi...

Pasó por delante de la puerta atusándose el pelo sin percatarse de lo que pasaba a unos centímetros de ella. ¡¡La muy zorra de Jane Lowat se había pintado las uñas de un rojo que hacía años que no se llevaba!! ¡¡Sería imbécil!!"

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