jueves, 23 de enero de 2014

PEDRADAS


Y no me refiero a enfermedades mentales graves (las tengo mucho respeto. Incluso un cierto miedo atávico. Como si presintiera algo). No, no. Me refiero a la típica gotera en la cabeza. A ese tío que está ligeramente pasado, a ese que tiene una ralladura cerebral importante, a esa tipa de la que cualquiera se da cuenta de que está un poco chinada. Gentes con mucha "vida interior" (a los que por otra parte hay que distinguir del simple gilipollas, que cada vez nos honra más con su ínclita presencia).

Últimamente me tropiezo con extraña frecuencia con gente así. Ese tío raro en el ascensor que masculla el hola desganado y evita la mirada directa al saludar. Esa señora que va por la calle delante de ti hablando sola (y no, lo compruebas y no va hablando por el móvil).


Ayer un chiflado intentó cruzar nadando el Pisuerga. En un programa de televisión veo que una trastornada tira piedras a sus vecinos y les raya las puertas de las casas. ...En Venezuela han creado el ministerio de la suprema felicidad.


Enfrente de mi trabajo hay una tía que canta saetas como si pasara bajo su balcón la Virgen de la Macarena e insulta a los viandantes según pasan por la calle debajo de ella. En facebook la peña se desfoga contándole a desconocidos sus intimidades y algunas son para nota. 


Algunos casos son serios desequilibrios psicológicos, dificultades para la vida en sociedad y la convivencia, soledades tristes o depresiones hechas carne..


Pero no hablo de ellos. A mi me atraen los divertidos (al menos a mi me divierten). Los minipsicópatas, los aislados graciosos, los meramente asociales pero no peligrosos.. Esos que parece que han elegido vivir en su mundo porque los demás les parecemos seres inferiores con los que no merece la pena relacionarse. Desde el ceñudo y callado vecino hasta la señora que prefiere hablar con su perrito, al que humaniza vistiendo de rosa y llamándose a si misma su mamá. A los que las reglas y las convenciones no afectan pues están jugando en otra liga.


Todos tenemos una pequeña pedrada (o no tan pequeña). A menudo eso es lo que nos hace ser diferentes y nosotros mismos. Ese algo particular nuestro que nos fortalece la autoestima y exterioriza el rasgo distintivo que nos da personalidad ante los demás: ese pelo azul, esa forma de hablar acelerada, esas idas de pinza puntuales y compulsivas, ese coleccionismo obsesivo, ese afán deportivo descubierto en la madurez, ese inexplicable amor por el riesgo, ese frikismo .... Esas son sanas.


Son esos otros "raros" los que últimamente me atraen y me llaman la atención. Los ligeramente chalados de verdad. Optimistas improvisadores naturales. Gamberros a pequeña escala personal. ¿Porque qué es la locura sino en cierto modo el apartarse de la aceptación social? ¿que no te importe hacer algo contrario a la regla socialmente aceptada? ¿La desconexión de lo esperable de ti en sociedad? (perdónenme los academicistas ya sé que no es esto).


Me mola cada vez más la que según te está hablando se levanta y se pira atraída por una cosa que la ha llamado la atención, y luego vuelve y sigue como si no hubiese pasado nada. El que harto de recibir mensajes insustanciales en el móvil que le impiden hacer una vida ordinaria y coherente de pronto lo tira en una pecera. El que lleva los cascos puestos a tope y va cantando y guitarreando por la acera plenamente consciente de que le miramos todos y le importa un bledo. La pareja que en un arranque de pasión se mete mano desaforadamente en una entrada de un garaje. Los dos amigos que se montan una perfomance en la calle sin pedir permiso a nadie a ver como reacciona la peña. La que se mira su imagen reflejada en mil televisores en unos grandes almacenes y hace muecas...


Cada vez hay más gente con su propia chinada particular. Y algunas molan.


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