martes, 21 de enero de 2014

SOBRE EL ARTE DE INSULTAR


"-Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, 
Don Francisco -
mediaba Diego Alatriste, con buen criterio.-Poco me parece a mí 
-sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho con expresión feroz-. 
Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, 
que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos."
El capitán Alatriste


Que sí. Que ya sabemos todos que soltando a tiempo un buen "mecagüentuputamadrehijolagranputa" a veces te quedas mas a gusto que la hostia. Y son conocidos los efectos relajantes y beneficiosos para la salud de desfogarse con quien se lo merece escupiéndole en cascada los improperios que más le ofendan, pero no.. no va de eso la entrada de hoy.

Hoy hablamos de estilo. Que hasta para insultar hay que tenerlo. Y de recuperar viejos insultos casi abandonados que lo merecen.


Es mi opinión que si la intención del insultador es molestar al insultado y hacer sangre (¿cuál otra hay en insultar a alguien?), ha de hacerse de la manera que más le duela. Si no, ¿para qué molestarnos?



Y tengo por contrastado que cuando más duele el insulto es:

a) Cuanto menos directo es. Un insulto lanzado desde las vísceras en caliente se achaca a la pasión del momento y ofende menos. Pasa lo mismo con un insulto a gritos o una palabrota por fuerte que sea. Siempre molesta mucho más un insulto dicho tranquilamente, en frío y en el momento adecuado.


b) Cuanto más aciertas en la diana..

..ya sea porque el insulto sea verdad (Nada que moleste más que recordar al bastardo que lo es. Aunque en este aspecto hay insultos paradójicos como "canalla" o "miserable" en los que este principio no funciona dado que si es verdad consiste exactamente en que el insultado no se ofende por serlo sino que lo considera positivo).
.. o bien porque le pilles en el peor momento para recibirlo (Nada como hundir definitivamente en la miseria al enemigo subrayando que todos sabemos que vive un periodo personal crítico llamándole "desgraciado").


El castellano es rico en acepciones y términos que acuden en nuestra ayuda para tan noble tarea. Recuperemos entre todos el arte de insultar. Hagámoslo si hace falta y nos atrevemos (que esa es otra) pero con estilo.

Los hay con su propia sonoridad. Que bien resulta un buen -Tu eres un "Pelele", dicho a quien se deja manejar débilmente. También recomiendo "Pusilánime".


O ese otro "imbécil" dicho recreándose en la implosión oclusiva de la B que casi llega a ser P, y que soltado en el momento adecuado denota la superioridad del insultador y remarca la inferioridad (sabida por él mismo) del insultado. Pasa lo mismo con un buen "estúpido" bien dicho o escrito en el lugar que corresponda. Ese acento en la U.. esa ligera detención entretenida en la P...



No reniego del buen "Hijo de puta", "Hijoputa" e incluso "hijolagranputa" (que, aunque no lo parezca al profano reúnen rasgos distintivos y diferenciadores entre si y son más recomendables unos sobre otros en depende el caso.). Pero siempre que se diga cumpliendo las reglas anteriormente citadas.

Otros términos a recuperar además de los ya dichos como bastardo, desgraciado, pelele, imbécil, hijodeputa.. son los de "lagarta", "harpía", "furcia" o "ramera" para ellas y para ellos "cornudo" (recuerdo a mi padre en los semáforos gritando a los malos conductores -pero ¿donde vas "venado"?), "ridículo", "débil mental", "cretino", "idiota", "memo", "simple", "bobo", "tontolhaba" o el siempre socorrido "gilipollas"... Pero bien dichos. En el momento adecuado y con la cadencia, frialdad y tono que la solemnidad de la ocasión requiera. Que insultar bien no debe ser cualquier cosa.


Por último es bien sabido por todos (y la ciencia así lo respalda) que el uso de todos estos términos en el momento y espacio adecuado garantiza los efectos terapéuticos del insulto para el insultador (te quedas como Dios) y el mayor daño posible al insultado.



"Habéis matado al koala hijosdeputa"


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