No salía de su asombro. Aquello no le podía haber pasado a él.
Armado de paciencia por fin se había decidido a pasar ante el teléfono más de media hora eterna de hablarle casi en monosílabos a una máquina sintiéndose idiota para pasar luego a las repeticiones del mismo dato a distintas personas consecutivamente, largos silencios en espera entre cambios de interlocutor, argumentos y explicaciones innecesarias para convencer a personas que no había visto en su vida como si tuviera que disculparse, ruidos de fondo, acentos latinoamericanos que hacían incomprensible la conversación, excusas, intenciones comerciales ocultas, ofertas que hasta unos minutos antes eran impensables, desconexiones casuales de la línea en medio de la conversación, amenazas con periodos de fidelidad nunca acordados, clausulas en letra pequeña en las que no se había fijado en su momento, pagos extras, exigencias de devoluciones de equipos o de personarse en una tienda por algún otro motivo absurdo..
Y así, con esa predisposición, marcó el 1004.
..pero no.. le había atendido una correcta voz de hombre clara y con acento español que no le había entretenido innecesariamente y la gestión de la baja de la línea telefónica se había tramitado ágilmente sin problemas.
Para colmo a los pocos segundos había recibido en el móvil un mensaje confirmándole que su gestión estaba realizada.
Todo el trámite no había llevado más de siete minutos.
Miraba a su alrededor extrañado- ¿Donde estará la cámara oculta? - se decía- ¿Cuanto me va a costar esto en la próxima factura?
Y luego cayó en la cuenta.
"Si es que resulta que eso debería ser lo normal y así debería ser siempre, y que no debería asombrarnos como excepcional lo lógico.".
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