El nuevo becario leyó ilusionado el anuncio que, casi enterrado entre otras decenas de ellos sobre compartir piso o empleos temporales, estaba pinchado en el corcho. Se había visto la serie entera de Big Bang Theory y soñaba con hacer una aportación importante a la historia de la rama del saber que había elegido: la ciencia.
"Se necesita voluntario para probar teoría de cuerdas. Interesados presentarse el día.... en la calle.... a las 18:30 horas para prácticas."
Ilusionado, esa tarde se repasó las dos o tres obras principales sobre el tema, un par de libros en materia de física cuántica y por si acaso sus otras especialidades: polímeros y nanotecnología. Actualizó su currículum, se vistió y preparó para dar la mejor impresión en la entrevista, cogió su carpeta con sus últimas publicaciones en revistas científicas y salió esperanzado de que ese fuera el día en que naciera una nueva y fulgurante carrera científica.
Al aparcar por la zona se extrañó de que no fuera una parte del campus o de las instalaciones anexas a ninguna de las agencias del gobierno que podían estar interesadas en trabajar ese campo del conocimiento. Subió las escaleras y perplejo volvió a consultar sus dudas por si se hubiera equivocado de dirección.
Llamó al cochambroso timbre y esperó unos instantes en los que oía apagados sonidos en el interior de la vivienda. Una voz amortiguada le llegó desde lejos
-Ya vaaaa. Un momentoooo.
Cuando se abrió la puerta se le cayeron al suelo sus apuntes y revistas ante la imagen que se aparecía ante sus ojos: Contra la oscuridad del fondo del domicilio se recortaba bajo el marco un gordo baboso embutido en un traje de latex que destacaba sus lorzas. Con un ridículo antifaz de cuero le miraba perplejo a su vez por el atuendo de su visitante. En la mano, aun brillante de babas, una de esas bolas que los fetichistas y sadomasoquistas usan para meterse en la boca como un bozal para sus prácticas.
- ¿eres tú el que viene por lo de las cuerdas?
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