jueves, 20 de marzo de 2014

HIJOS OBEDIENTES

Aunque a Luis nunca le había gustado lo llevaba haciendo desde que le llamaban luisito.

Y es que las instrucciones de su madre habían sido siempre muy claritas al respecto.

"- Tú, en cuanto llegues me llamas, eh.. que no quiero andar preocupada."
Y así Luisito desde aquella primera vez nunca había dejado de obedecer el molesto encarguito materno que tanto le tocaba las narices. 


Fue en un cumpleaños. Tenía ya diez años y le disgustaba que su mamá no se fiara de su madurez. - 
¿Qué creerá que va a pasar? - se preguntaba

Con los años hubo de repetir el aprendido protocolo cada vez que se iba con unos amigos a pasar el fin de semana, cada vez que cogía el coche para ir a otra ciudad, .. ni aún con la llegada de la vida adulta dejó de insistir su sobreprotectora madre y así más tarde tuvo que seguir haciéndolo en cada viaje de ocio o negocios.. En cuanto llegaba descolgaba el teléfono de la habitación de hotel para tranquilizar a su madre.


- Todo ha ido bien, mamá. Ya he llegado.. el viaje agradable y la carretera estaba tranquila. Me voy a la cama. Buenas noches.

Por eso Luis un día se hartó, y decidió tomarse su personal revancha por todos aquellos años de desconfianza materna.

Ese día Luis contrató los servicios de una profesional. Una de esas "masajistas" con "final feliz". 
Cuando le acabó de hacer la mamada y entre los últimos estertores del orgasmo, al sentir vaciados de aire sus pulmones, aún sentado en la silla con los pantalones por los tobillos, acertó a coger el teléfono de la habitación del hotel sobre la mesilla y marcar el teléfono de su madre.

- Buenas noches mamá.. YA HE LLEGADO. Hasta mañana. - y colgó.



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