El examen era en tres días... y como siempre lo llevaba con alfileres. Por alguna extraña razón sabía que hoy todo se iba a confabular contra él. Siempre le pasaba igual. Se resistía a admitir que todas las veces era por su culpa. En el fondo lo sabía y no quería reconocerlo.
Tenía que haber empezado a estudiar hace más de un mes, cuando sintió esa punzada que le daba su sentido de la responsabilidad, pero es que quedaba tanto... y hacía tan bueno.. y apetecía estar de terracitas..
Cuando por fin se decidió a empezar ya era tarde para coger una rutina. Los aspectos accesorios pasaron a ocupar papel protagonista. Parecía importante todo lo que rodeaba a estudiar en lugar del estudio mismo: madrugar, coger sitio en la biblioteca, recopilar los apuntes de los días que había faltado a clase..
Según se acercaba la fecha tuvo que empezar a seleccionar. No le daba tiempo.
"Esto no cae", "Esto no es importante", "Malo sería que entrara esto"...
Los detalles.. Los detalles.. Los detalles empezaron a obsesionarle.
Ese día tocaba biblioteca intensiva..
¿Por qué el de al lado dedicaba tanto tiempo al tema 3? ¿Sabía algo que él no?
Además ¿Por qué daba vueltas al boli en sus dedos continuamente? ¿Es que no podía parar de hacer eso? .. Su rotulador fosforito naranja hacía un ruido enorme al arrastrarse por las hojas subrayando. ¿Es que no lo oía nadie? ¿Es que nadie le iba a decir algo?
¿Por qué no entraba o salía todo el mundo a la vez en lugar de ese continuo trasiego? Estaba cerca de la puerta y su claqueteo con cada nuevo alumno que la atravesaba le estaba sacando de sus casillas..
Y luego estaba ese taconeo..
¡Que falta de profesionalidad!
Cualquiera saca unas oposiciones para bibliotecaria. ¿No se daba cuenta de que estaban estudiando? ¿Por qué precisamente había elegido hoy para ponerse esos zapatos?
Sobre el suelo de madera los continuos viajes de la archivera siguiendo al carrito en que llevaba los libros y manuales para colocarlos en los estantes, venían marcados por lo que consideraba un taconeo insoportable.
Así no había quien se concentrara. Iba a suspender "Procesal" otra vez. Y la culpa la tenía aquella maldita vieja con sus p**** tacones. .. Y ese pelele con su rotulador fosforito.. y esa idiota girando entre los dedos su bolígrafo.. y lo buena que estaba la de la derecha que no le dejaba concentrarse.. y toda esa gente entrando y saliendo dejando paso a las voces del exterior..
Cuando por fin se decidió a empezar ya era tarde para coger una rutina. Los aspectos accesorios pasaron a ocupar papel protagonista. Parecía importante todo lo que rodeaba a estudiar en lugar del estudio mismo: madrugar, coger sitio en la biblioteca, recopilar los apuntes de los días que había faltado a clase..
Según se acercaba la fecha tuvo que empezar a seleccionar. No le daba tiempo.
"Esto no cae", "Esto no es importante", "Malo sería que entrara esto"...
Los detalles.. Los detalles.. Los detalles empezaron a obsesionarle.
Ese día tocaba biblioteca intensiva..
¿Por qué el de al lado dedicaba tanto tiempo al tema 3? ¿Sabía algo que él no?
Además ¿Por qué daba vueltas al boli en sus dedos continuamente? ¿Es que no podía parar de hacer eso? .. Su rotulador fosforito naranja hacía un ruido enorme al arrastrarse por las hojas subrayando. ¿Es que no lo oía nadie? ¿Es que nadie le iba a decir algo?
¿Por qué no entraba o salía todo el mundo a la vez en lugar de ese continuo trasiego? Estaba cerca de la puerta y su claqueteo con cada nuevo alumno que la atravesaba le estaba sacando de sus casillas..
Y luego estaba ese taconeo..
¡Que falta de profesionalidad!
Cualquiera saca unas oposiciones para bibliotecaria. ¿No se daba cuenta de que estaban estudiando? ¿Por qué precisamente había elegido hoy para ponerse esos zapatos?
Sobre el suelo de madera los continuos viajes de la archivera siguiendo al carrito en que llevaba los libros y manuales para colocarlos en los estantes, venían marcados por lo que consideraba un taconeo insoportable.
Así no había quien se concentrara. Iba a suspender "Procesal" otra vez. Y la culpa la tenía aquella maldita vieja con sus p**** tacones. .. Y ese pelele con su rotulador fosforito.. y esa idiota girando entre los dedos su bolígrafo.. y lo buena que estaba la de la derecha que no le dejaba concentrarse.. y toda esa gente entrando y saliendo dejando paso a las voces del exterior..
De pronto se despertó. Sudaba. A su lado en la cama estaba su mujer. A unos metros en su habitación sus dos hijos. Hacía veinte años exactos ese día que había dejado la facultad, pero el sueño, ese sueño, siempre el mismo sueño, se le seguía repitiendo obsesivo, taladrante, compulsivo, en su cerebro casi una vez al mes.. desde entonces y durante el resto de su vida.