jueves, 10 de abril de 2014

LA HIBERNACIÓN DE LAS CURVAS


Ha acabado el invierno. Empieza la primavera. A ratos hace calor y las perezosas curvas femeninas, que habían estado hibernando todo este tiempo, salen despacio de su letargo. Lentamente, como escarbando de su osera en la ladera del monte queriendo aparecer de nuevo al mundo soleado, van surgiendo tras las prendas de abrigo que las cubrían y que ahora se retiran como el manto niveo lánguido que difuminaba las formas de las laderas y las aristas.

¡Porque aunque ya no nos acordáramos de ellas han estado ahí todo este tiempo! .. Y el astro rey, con sus rayos benefactores, calienta lo suficiente para que vuelvan a aparecer.. poco a poco.. tímidamente.. las reconocibles suaves ondulaciones de las curvas de guitarra que son los cuerpos de las mujeres.


Y otra vez se da el milagro de la metamorfosis. De la amorfa bola de ropa que durante el invierno han sido a la aparición de las caderas, las curvas y los volúmenes con las que desde ahora el sol travieso jugará a hacer las sombras que tanto nos gustan. Vuelven a nosotros las piernas que se escondían, y los senos altivos a retar al mundo, y los hombros redondos a cubrirse de broncineos destellos, y la piel a volver a ser primera parada en el viaje de mi mirada, y los cuellos a separar en dos la brisa, y los brazos a ser brazos y no difusas extremidades, y los pies a besar el aire, para solaz de nosotros.. inocentes y callados mirones callejeros, voyeurs de la belleza que se nos negaba y que solo pedimos vuelva cada nueva temporada. La que se escondía bajo vuestras telas en espera de la llegada del calor de la primavera. 


¡Dios! Que buenas estáis.


¡¡Siiii!!

¡Gracias sean dadas al señor por los dones que nos regala!

Amén, así sea.






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