Me rechinan un poco los ¡Caris! con que se apelan mutuamente muchas parejas a mi paso, pero al fin y al cabo son muestras de afecto y mejor eso siempre que saludarse a guantazos.
En cualquier caso las formas españolas de llamarse entre si son menos extrañas que las anglosajonas (Excepto el ¡Shosho! que estos pabellones auditivos que ha de tragarse la tierra han oído en alguna ocasión, se los juro a ustedes por mis muertos más frescos)
Así, no soy muy del británico Darling!, o del My Dear! tan reverente y distante, equivalente a nuestro formal ¡Querida!. Menos aún de los empalagosos Honey! o sugar! o del incomprensible Dolly!, fórmulas todas ellas que espero sinceramente hayan quedado en desuso.
Pero las que me perturban de manera siniestra (que es a donde quería llegar con toda esta diatriba) son las que cambian los roles de los amantes por los de padre e hija, e incluso en su estado más pre infantil, como que la chica llame a su pareja Daddy! o que él se refiera a ella como Baby! (o su versión sudamericano ¡Papito!).
Pero.. ¿Qué jodidamente enferma mente acuña estos términos? ¿Qué patología sociológica se esconde en esta elección y en su uso acostumbrado socialmente aceptado? ¿Desde cuando el incesto es una imagen icónica de la relación en pareja digamos "normalizada"?
¿Qué tipo de desviaciones se dice al oído este tipo de parejas en la intimidad? (Es una pregunta retórica. Por favor que nadie conteste. No quiero saberlo ni tener eso entre mis recuerdos).
Y ya.
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