martes, 3 de junio de 2014

LA HISTORIA DEL SUICIDA BIPOLAR


Carlos es la persona más normal del mundo. Sus vecinos dicen de él que es muy amable y saluda siempre en el rellano. Es incluso ordinario de tan normal que es. Un tipo absolutamente sinsustancia, discreto, que no llama la atención por nada. De esos que la gente parece mirar a través de ellos y con los que los niños se tropiezan en la calle y les piden perdón diciendo "Huy, no le había visto".. 

Pero no siempre fue así. Hace años podías ver a Carlos (o al menos su rostro y su cuerpo) siendo el rey de la noche madrileña. Un auténtico gurú de la movida. Una de esas personas a las que los semáforos se les van abriendo a su paso. Simpático y extrovertido, divertido y lleno de anécdotas. Vital y arriesgado. En esa personalidad se hacía llamar Nuwanda y era requerido por el todo Madrid para amenizar sus fiestas con sus dotes para las relaciones sociales. No eras gente guapa hasta que había dado su aprobación a uno de tus eventos.


En aquella época tonteó con las drogas. Como todo el que quería ser algo en la movida.


Por entonces se le pudo empezar a ver taciturno por el Retiro vestido de aburrido. Sus constantes cambios de humor empezaron a ser la regla. Sus más cercanos le aconsejaron que se pusiera en manos de un profesional. El psiquiatra le diagnosticó un acusado trastorno de doble personalidad. Como Nuwanda era el rey de la noche. Como Carlos era una sombra a la vuelta de comprar doscientos gramos de pechugas de pollo abiertas. Un patetismo andante.


Un día tomó una decisión propia de su frenopatía y Nuwanda hizo todos los preparativos necesarios para matar a Carlos. Bastaría con esperar una de sus desconexiones de la realidad, uno de sus episodios esquizoides en que Nuwanda se iba para dejar paso a Carlos..y en ese momento suicidarse. Así solo quedaría Nuwanda. 


En su enferma visión eso encajaba. Y así lo hizo. 


Una noche se asomó al balcón de su piso y se preparó para volar en cuanto Carlos asomara por allí. Pero el muy idiota falló y mató a Nuwanda.


Ahora Carlos es la persona más normal del mundo. Sus vecinos dicen de él que es muy amable y saluda siempre en el rellano.


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